En última instancia, el exilio de González y sus circunstancias son una señal de la profundidad del control que el régimen de Maduro ha logrado imponer sobre sus adversarios. A medida que más líderes se vean enfrentados a la implacable represión del régimen, la pregunta que queda sobre la mesa es: ¿quién quedará en pie para seguir luchando y cómo se recuperará la moral de un pueblo que cada día ve más lejana la posibilidad de un cambio?
Candidato por descarte. Edmundo González era un académico quitado de bulla con una sólida formación académica y profesional que a lo largo de su carrera ha trabajado tanto en el sector público como en el privado. Siempre fue un demócrata, pero sin militancia política. Tampoco pertenecía a la elite opositora ni tuvo un papel destacado en los enfrentamientos entre el chavismo y la oposición en el pasado.
- Jamás se le pasó por la mente ser candidato presidencial. La política combativa o electoral no era lo suyo. Adversario de Maduro más bien desde una óptica conceptual y filosófica no tenía la animadversión del chavismo que lo consideraba un personaje irrelevante.
- Su nombre como presidenciable surgió por descarte ya que los verdaderos lideres opositores estaban vetados, empezando por la figura más potente y candidata natural Corina Machado.
- La oposición venezolana nunca tuvo la menor duda de que ganarían las elecciones por abrumadora mayoría, y así se lo hicieron ver a González cuando le solicitaron que prestara su nombre.
- También le hablaron de la imposibilidad de que el gobierno pudiera desconocer los resultados ante la presión internacional o tomar represalias contra los opositores.
- Convencidos de que tanto la Unión Europea, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Chile, por lo muy menos, no lo permitirían.
- Con estos argumentos y “garantías” avaladas con reiteradas declaraciones de los líderes políticos extranjeros, un cauteloso y reticente González aceptó tirarse a la piscina y prestar su nombre.
Solidaridad internacional a medias. El resto es historia. Venezuela es una dictadura en forma, un estado policial donde se persigue a los opositores políticos solo por su manera de pensar, se encarcela y se mata. Se expulsa delegaciones diplomáticas completas porque sus gobiernos manifiestan dudas sobre la legitimidad del triunfo de Maduro y exigen ver las actas donde se consignaron los resultados.
- Me imagino el shock y la perturbación psicológica que debe haber experimentado Edmundo cuando vio que la solidaridad internacional no se manifestaba de manera tangible; que eran solo declaraciones, en algunos casos ambiguas. Palabras vacías.
- Que ni siquiera todos los países cuyos representantes diplomáticos habían sido expulsados rompían relaciones, que Lula, López Obrador y Petro miraban para el techo y que EE.UU. respondía con “sanciones” a unos pocos funcionarios del gobierno, pero sin tocar los acuerdos petroleros.
La exigencia de Maduro. Entonces entró en acción el ex jefe de Gobierno español José Luís Zapatero, agente oficioso de Pedro Sánchez y amigo personal y político de Maduro. Viajó expresamente a Caracas a gestionar el asilo político para González.
- A estas alturas, con ordenes múltiples de detención en su contra, observando cómo sus colegas opositores eran detenidos, golpeados, abusados por la policía secreta y llevados al peor presidio de Caracas, el ex candidato no dudó en trasladarse a la embajada de España.
- Sin embargo, ello no fue suficiente para Maduro, que sabía que el hombre estaba en estado de pánico, que se sentía solo y acorralado.
- Exigió, como condición para otorgar el salvoconducto que González firmara un documento reconociendo la legitimidad de la proclamación de Maduro como presidente electo por el Tribunal Supremo de Justicia; y, además, que se comprometiera a mantener un perfil bajo en España. Es decir, a no hablar contra el régimen.
Mensaje confuso. Es imposible exagerar el impacto que el exilio de Eduardo González está teniendo en la moral del pueblo opositor. Se viven tiempos de silencio y desesperanza.
- El exilio ha sido una constante en la vida política venezolana desde la llegada del chavismo al poder. Muchos líderes se han visto forzados a dejar su tierra, enfrentando la persecución del régimen.
- Sin embargo, el caso de Eduardo González ha sacudido profundamente los cimientos de la ya debilitada moral de la oposición. Su salida del país, bajo condiciones que incluyen el reconocimiento de la victoria de Maduro, ha sido una bomba de racimo para la oposición y una victoria estratégica para Maduro.
- La gente se siente defraudada, abandonada, traicionada.
- No se trató solo de un escape para preservar su vida o libertad; vino con una concesión difícil de digerir. La firma de un documento en el que reconoce el triunfo de Nicolás Maduro, algo inimaginable hace solo unos días, es una espada clavada en el corazón de aquellos que lo arriesgaron todo por recuperar la democracia. Pone en entredicho la firmeza de su postura frente al régimen y envía un mensaje confuso a quienes siguen luchando dentro y fuera del país.
Daño irreparable. ¿Hasta qué punto es válido ceder en los principios para salvaguardar la vida? Es una pregunta que no tiene respuestas fáciles en un contexto tan polarizado y desesperado como el de Venezuela.
- Sin embargo, en este caso González actúa a sabiendas de que, con el reconocimiento del triunfo de Maduro le está provocando un daño irreparable a la causa de la democracia en su país.
- La oposición venezolana ha dependido en gran medida del activismo internacional para mantener viva la denuncia sobre los abusos del régimen y el exilio ha sido una herramienta clave en esta estrategia.
- Políticos como Leopoldo López y Antonio Ledezma han utilizado su estatus de exiliados para movilizar el apoyo internacional. La decisión de González de optar por el silencio en lugar de sumarse a este coro priva al exilio venezolano de su vocero más calificado cuando más lo necesita.
- Tras años de intentos fallidos de derrotar electoralmente al régimen, la figura de González, como legítimo presidente electo adquirió un valor simbólico que, de la noche a la mañana, se desvanece. Un vacío imposible de llenar.
- La sensación de derrota que muchos ya experimentaban se agudiza al ver que uno de sus líderes se ve obligado a aceptar las condiciones de un régimen que ha sido acusado de violaciones a los derechos humanos y corrupción sistemática.
Difíciles decisiones. Lo sucedido con Edmundo González es un recordatorio amargo de las difíciles decisiones que enfrenta ahora la oposición venezolana. La necesidad de sobrevivir choca frontalmente con el deber de representar los intereses de un pueblo que aún sueña con la libertad y la justicia.
- En última instancia, el exilio de González y sus circunstancias son una señal de la profundidad del control que el régimen de Maduro ha logrado imponer sobre sus adversarios. A medida que más líderes se vean enfrentados a la implacable represión del régimen, la pregunta que queda sobre la mesa es: ¿quién quedará en pie para seguir luchando y cómo se recuperará la moral de un pueblo que cada día ve más lejana la posibilidad de un cambio?
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