La casa del ex presidente en Guardia Vieja -en el centro de la polémica por su fallida venta- no es la que habitó Allende en su gobierno. El ex mandatario ocupó dos residencias, una donde alojaba de lunes a jueves, en Tomás Moro, y la otra, el Cañaveral, donde dormía de viernes a domingo. “Eran dos universos paralelos”, relata el escritor Eduardo Labarca en su biografía de Salvador Allende, la más completa del ex presidente.
Guardia Vieja. “La casa de Guardia Vieja, ridículamente pequeña para un candidato en campaña, es inviable como vivienda de un presidente de Chile”, sostiene Eduardo Labarca en “Salvador Allende, biografía sentimental”, un libro sin paralelo sobre la vida del mandatario, a quien conoció muy temprano. El padre de Labarca fue secretario y amigo personal de Allende y frecuentaba su casa desde que el autor era adolescente. Como periodista, cubrió su gobierno de principio a fin para El Siglo.
- “Desde el punto de vista de la seguridad es un desastre y toda la superficie construida apenas alcanzaría para albergar la guardia, las telefonistas y el personal de servicio”, relata el escritor. “Con excepción de los chilenos, todos los presidentes latinoamericanos cuentan con una residencia oficial imponente”.
- La familia Allende Bussi se había cambiado a esa casa, en Providencia, el 20 de febrero de 1953, “con un préstamo obtenido por Tencha como funcionaria del Servicio Nacional de Estadísticas” y vivieron allí hasta que llegó a La Moneda.
- Uno de los primeros problemas prácticos que tuvo que resolver Allende tras ser electo era una nueva casa donde vivir. Además, decidió que la casa de Guardia Vieja fuera ocupada por su hija Isabel Allende, quien este martes se despidió del Senado luego de que el Tribunal Constitucional la cesara en el cargo la fallida venta al Estado de esa residencia, infringiendo la norma constitucional que prohíbe realizar negocios entre funcionarios públicos y el Estado.
- Según Labarca, la encargada de comprar la residencia oficial de Tomás Moro 200, en Las Condes, fue su compañera sentimental Miria Contreras, la Payita. El autor la describe como la relación extramarital más relevante en la vida del expresidente.
- Sus propietarios, la familia Yaconi, se la vendieron al fisco. Una de las cosas que más le gustó a Allende -“estaba radiante”, de acuerdo al autor- es que tenía una piscina. Contreras se encargó de reformar la casa, lo que incluyó un cuartel para el GAP, la seguridad personal de Allende.
- Pero el presidente viviría ahí solo de lunes a jueves. De viernes a domingo se alojaría con Contreras en El Cañaveral, situada en El Arrayán, “una parcela de ensueño de 13.000 metros cuadrados”. La casa era de una hermana, a quien se la compró Payita. Es en Cañaveral “donde se instalan varias casas prefabricadas para el GAP”
Dos casas y dos mundos. La división de casas del ex presidente no tenía que ver solo con lo sentimental. Miria Contreras era la secretaria privada del ex presidente y ocupaba la oficina más cercana a su despacho en La Moneda. Trabajaba lado a lado con Beatriz, la “Taty”, la hija favorita de Salvador Allende. “Taty” pasaba los fines de semana en Cañaveral. Isabel, siempre solidaria con su madre, no puso jamás un pie en esa parcela.
- “Para ver al presidente o hablar por teléfono con él había que pasar por la Payita”, afirma Labarca. Este describe de la siguiente manera el cambio en la vida de Allende tras su salida de Guardia Vieja:
- “Se trata de un cisma y dos catedrales, dos universos paralelos y simultáneos, público uno y semipúblico el otro: Tomás Moro y Cañaveral”, relata el autor. “En el fondo existe un presidente Allende de Tomás Moro y otro de Cañaveral”.
- “En Tomás Moro vive un presidente circunspecto, serio, a veces solemne, y a menudo rezogón. Allí se debaten los grandes temas, las reformas institucionales, la relación con los partidos de oposición. Los generales, el muy serio Partido Comunista, algunos embajadores lo visitan allí”.
- “En Cañaveral, en cambio, mora un presidente descorbatado e informal, juvenil, bromista. En Cañaveral el presidente exhibiría con orgullo el fusil ametralladora AKA que le regaló Fidel Castro”. También solía practicar con el AK en el campo de entrenamiento del GAP instalado allí. Labarca sostiene que era muy bueno en el manejo de armas, fruto de su servicio militar en en el regimiento Coraceros, de Viña del Mar, demolido hace décadas.
- “Salvo excepciones, los amigos que van a Tomás Moro no van a Cañaveral. Llegan asimismo con frecuencia el embajador cubano García Inchaústegui, quien también suele ser invitado a Tomás Moro-, el hombre fuerte de la embajada, Ulises Estrada, así como Juan Carretero, otro funcionario político de alto nivel de la embajada. Junto con Luis Fernández Oña (marido de “Taty” y también cubano) y algunos otros forman “el lobby cubano, al que se vinculan estrechamente Taty y la Payita”.
- “Ser invitado en Cañaveral es penetrar en la intimidad del presidente, sumergirse en los entresijos del poder”.
- El 11 de septiembre de 1973, un día martes, el presidente sale de Tomás Moro para dirigirse a La Moneda para resistir el golpe hasta el final y cumplir su promesa de no dejarse atrapar vivo.
- Una pregunta sin respuesta hasta hoy es por qué los militares no impidieron su llegada al palacio presidencial esa mañana, lo que más tarde considerarían un grave error. Su discurso y su muerte tras luchar serían claves en la construcción de su leyenda.
- Según un ex miembro de su seguridad, Allende siempre repetía “a mí no me van a hacer lo mismo que a Belaúnde”, el presidente peruano depuesto en 1968, subido a un avión en piyama y enviado a Buenos Aires.
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