-El presidente Javier Milei asume el liderazgo de una corriente libertaria. ¿Qué lo acerca y separa de los Chicago Boys de Chile?
-Ambos, Javier Milei en Argentina y los Chicago Boys en Chile, se hicieron cargo de la política económica en sus respectivos países en momentos de profundas crisis. Ambos le atribuyeron esas crisis a las políticas antes adoptadas, entre ellas, los altos grados de proteccionismo y, en general, el intervencionismo del Estado en la economía. Ambos estiman que -en términos generales- la prosperidad económica está asociada a la existencia de mercados libres en todo orden de materias económicas y sociales.
Dicho eso y en la actualidad, Javier Milei, influenciado por el pensamiento de Murray Rothbard, pareciera ser partidario del anarcocapitalismo, doctrina que incluso llega a propiciar la eliminación del Estado. No conozco a Chicago Boy alguno que sea partidario de una medida tan extrema, a pesar de que muchos probablemente son partidarios de recortar el tamaño del Estado y de ampliar el rol de los mercados libres y competitivos.
-Chile fue un modelo en los 90, superó la pobreza y logró acercarse a los países desarrollados. ¿Milei reconoce la influencia de la Escuela de Chicago en Chile o tiende a subvalorar su aporte?
-Sí lo reconoció, al menos en un pasado relativamente cercano. De visita en Chile, antes de iniciar formalmente su carrera política, alabó en varias ocasiones privada y públicamente la labor de aquellos responsables de las reformas económico-sociales en Chile.
-Un tema central del proceso argentino, tal como fue para Chile entre 1979 y 1982, es el tipo de cambio. En Chile se optó por fijar el precio del dólar y tuvo una consecuencia tremenda. ¿Milei está haciendo algo parecido? ¿Puede producirse una crisis?
-Es así. Chile adoptó en la segunda mitad de los años 1970 una tablita para controlar las expectativas de inflación. Se fijó el tipo de cambio con una tasa de inflación implícita decreciente en el tiempo. Además, se liberó casi totalmente el mercado cambiario. En Argentina, en cambio, y bajo el gobierno de Javier Milei, la tablita se fijó con una inflación implícita del 2 por ciento mensual para la mayor parte de las operaciones de cambio internacionales y se ha permitido el libre cambio para las demás.
En Chile el esquema aplicado entonces, basado en el ajuste automático de la balanza de pagos, dio buenos resultados hasta que la economía se vio excepcional y severamente afectada por la crisis externa de fines del mencionado período. En efecto, el ajuste de la economía requería bajas en los valores absolutos de salarios, de una magnitud imposible de lograr políticamente.
En Argentina los tipos de cambio libre y oficial se han, en la práctica, igualado, lo que es en sí un logro importante. Pero está por verse cuáles serán los próximos pasos de las autoridades, conducentes a alcanzar un solo tipo de cambio libre y estable, hoy muy apreciado, y el prometido cierre del Banco Central. Estos pasos los debe dar el gobierno de Javier Milei en un ambiente en que la creciente pobreza se puede transformar en un ambiente definitivamente hostil a las reformas.
–En el plano internacional, Milei ha sido muy agresivo. Analistas argentinos hablan de que hace una anti diplomacia. ¿Milei se equivoca al tratar a Boric de comunista?
-No soy experto en materia de relaciones internacionales, de modo que no puedo comentar sobre las consecuencias en este campo de los dichos del presidente Javier Milei y su ministro Caputo. Sin embargo, es un hecho que las políticas económicas del gobierno del presidente Boric -las que se han aplicado, pero sobre todas aquellas que el gobierno desearía implementar, pero que la oposición ha bloqueado- no son aquellas conducentes al crecimiento del país, sino que en muchos casos son incluso contraproducentes.
–Milei ha tenido logros resonantes en la economía. ¿Qué valora de su manejo y cuáles son sus principales avances?
-Efectivamente, en un año, Javier Milei ha logrado eliminar el déficit fiscal, reducir drásticamente la inflación, iniciar una serie de reformas estructurales mayores, y lograr el comienzo de un ciclo de crecimiento económico. Y lo ha hecho -de acuerdo a las encuestas y hasta recientemente- sin perder apoyo político. No obstante, la tasa de pobreza -que superó el 40 por ciento un año atrás- ha seguido aumentando y estaría excediendo ahora el 50 por ciento.
Así, la experiencia argentina pareciera confirmar que es prácticamente inevitable incurrir en altos costos relacionados a reformas de coyuntura y/o de estructura importantes. En esta materia, lo que suceda en Argentina en los próximos meses será decisivo y se podrá juzgar si el gobierno puede seguir con su programa de reformas o las presiones políticas lo fuercen a moderar el tranco. Por la visibilidad internacional del proceso argentino, cualquiera de las alternativas finalmente prevalecientes, afectarán la forma y contenido de las políticas económicas en una buena parte de la región y posiblemente también, del resto del mundo.
-Las cifras económicas chilenas son poco auspiciosas. El Banco Central bajó la expectativa del crecimiento, de inversión y aumentó la inflación. ¿Chile podría seguir el ejemplo de algunas decisiones de Milei?
-Es cierto lo que usted señala, sin embargo, nuestra economía dista de tener los problemas coyunturales y estructurales de Argentina. Las reformas realizadas a partir del mismo año 1973, durante el régimen militar y posteriormente durante los años de la Concertación, nos han permitido alcanzar una institucionalidad relativamente moderna, de modo que nuestros problemas tienden a ser de un carácter distinto de aquellos más apremiantes en Argentina.
Eso sí, podemos aprender de Argentina la necesidad de mejorar sustancialmente nuestra situación fiscal, para ojalá incluso generar el ahorro público necesario para reponer los fondos de reserva del pasado reciente. Además, igual que nuestros vecinos, debemos superar la incertidumbre institucional prevaleciente y atacar el problema de la permisología.
-¿Qué considera lo más positivo y lo más negativo de la propuesta de Milei?
-Lo más positivo es, sin duda alguna, la orientación general de las medidas tanto coyunturales, como estructurales, aplicadas hasta ahora. Ellas están orientadas en lo fundamental a sanear la situación fiscal, reducir el tamaño del Estado, privatizar empresas estatales, liberar el comercio internacional, liberar los mercados internos e introducir competencia, es decir, transformar a la economía de Argentina en una moderna economía de mercado. Y tengo dudas sobre la política cambiaria, en particular sobre el atraso que en esa materia se está produciendo.
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