El libro recoge la experiencia del reportero en terreno. Jon Lee Anderson está en su casa en España cuando los terroristas derriban las Torres Gemelas y decide partir al centro de Asia a reportear la invasión norteamericana. Es una mezcla de crónicas desde el frente con los correos electrónicos que, en circunstancias imposibles, intercambia con su editora del New Yorker y con el fotógrafo que lo acompaña. Un retrato de la guerra pero también de cómo se despliegan los periodistas cuando la Historia irrumpe.
Reporteo en terreno de Jon Lee Anderson. En este momento, lo que queda de oposición al talibán se refugia en el norte de Afganistán, en el montañoso valle del Panjshir, alrededor del comandante Ahmad Massoud, de 32 años e hijo del legendario Ahmad Shah Massoud, El León de Panjshir, jefe militar que combatió a los rusos desde 1979 y que luego se convirtió en el líder de la Alianza del Norte, que recibió el apoyo de los norteamericanos tras los ataques terroristas de 2001.
Entretelones de la alianza antitalibán. A partir de la historia de Massoud proclamado héroe nacional afgano tras la caída de los Talibán en el 2001, Jon Lee Anderson cuenta los entretelones de la alianza militar antitalibán. Masud, legendario por haber rechazado seis ofensivas soviéticas en el valle del Panjshir durante la guerra de los ochenta, llegó a vicepresidente de gobierno y tras el triunfo del Talibán volvió a la guerra, aglutinando a la oposición. Fue asesinado por terroristas fundamentalistas poco antes del ataque a las Torres Gemelas. Sus asesinos se hicieron pasar por periodistas y se dinamitaron mientras lo entrevistaban. Su muerte no se confirmó de inmediato, para evitar que se derrumbara la moral de los mujaidines.
Evadiendo bandidos y milicianos. Buena parte del libro es el viaje de Jon Lee Anderson a través de montañas y ciudades, evadiendo bandidos y milicianos, para llegar a la tumba de Massoud. El libro parte con la noticia del entierro de Massoud, cuando al fin se reconoce que El León ha muerto. Jon Lee Anderson describe la breve ceremonia que tuvo lugar el 15 de septiembre de 2001 en el pueblo de Bazarak, y que un niño de 13 años habló: “Quiero ser el sucesor de mi padre”.
García Márquez podrá tener una prosa más brillante y una imaginación con más fuegos de artificio, pero en términos de credibilidad, de mano a mano con la fatalidad y con la ironía artera de la vida, Vargas Llosa está en otra escala. Su superioridad es comprobable.
Como intelectual público, como ensayista, era posiblemente lo menos fanático que quepa imaginar. Pero sería miope negar que como novelista tenía una clara predilección por personajes desequilibrados y extremos.
Mario Vargas Llosa -cuya muerte fue anunciada por sus hijos Álvaro y Morgana- fue un escritor formidable. Es verdad que en los últimos años fue, más que un novelista, un intelectual público y un polemista. Es verdad también que sus mejores ficciones pertenecen a los años 60, 70 y 80. Nada de esto, sin embargo, […]
Proveniente del mundo obrero, Didier Eribon se pregunta en su ensayo biográfico Regreso a Reims qué fue lo que lo encumbró al más selecto circuito académico e intelectual europeo y por qué los trabajadores franceses, a partir de los años 90, le dieron la espalda al Partido Comunista para comenzar a votar, cada vez en […]
El historiador Joaquín Fermandois aborda la contingencia política. Dice que la clave es el eje orden igualdad, más la lucha contra el crimen. “No va a haber acuerdo parlamentario entre todas las derechas. Entonces va a ser muy difícil tener mayoría”, advierte.