-¿Qué te parece que el presupuesto del Mineduc 2025 dejara sin fondos a los Slep?
-La tramitación del presupuesto en educación se ha traducido en restringir los recursos a los servicios locales de educación. Es una consecuencia clara de la pasividad que el gobierno ha tenido en asuntos relevantes, que preocupan a la familia. Hay una reacción política de la oposición, contra las reformas promovidas durante el segundo gobierno de Bachelet. Estas reformas se hicieron sabiendo que tenían serias deficiencias de diseño.
-¿Cuáles han sido las consecuencias de la reformas de Bachelet?
-Eso ha traído mucha frustración en la familia. Hubo una pasividad frente a las reformas educacionales de Bachelet y eso hoy día está pasando la cuenta. Las familias son las perjudicadas.
-¿Hay que acabar con los Slep?
-No. Más que desaparecer o volver atrás los Slep y el SAE, lo que se requiere es una agenda de mejoras al sistema. Pero es clave que el gobierno lidere un cambio. Y eso no ha pasado. El gobierno destina esfuerzos en el fin del CAE y la deuda histórica en vez de mejorar la calidad.
Por lo demás, lo que hace el sistema de admisión es eliminar toda posibilidad de que el mérito sea reconocido en los procesos de postulación. Y el hecho de que el mérito no esté en el sistema, genera mucha frustración. Si tú miras la agenda del Ministerio de Educación, es una agenda centrada en áreas que están totalmente desconectadas de las prioridades de la familia.
-Mencionabas el tema del CAE, de la deuda histórica de los profesores. ¿Crees que eso no es una prioridad para las familias?
-Claramente, esos proyectos están fuera de las prioridades de la familia. Hay una desconexión muy fuerte en la agenda del Ejecutivo. El foco ha estado sistemáticamente puesto en la educación superior o en ser funcionales a las presiones de ciertos grupos de interés. Y mientras tanto, las familias lo que esperan es que sus hijos puedan educarse con seguridad en el sistema público; que puedan aprender; que se les reconozca el esfuerzo que hacen para poder acceder a establecimientos de mayor excelencia.
Y nada de eso está siendo abordado por la agenda ministerial. Lo que ha pasado en el Congreso es de alguna manera una identificación muy fuerte de un grupo de parlamentarios que está conectando con el sentir ciudadano. Y que de alguna manera está presionando por esta vía al Ejecutivo para que ordene su agenda, para que ponga las prioridades donde verdaderamente hacen mayor sentido.
-El presidente Boric viene del movimiento estudiantil y siempre se pensó que iba a ser un foco muy importante del Gobierno el tema de la educación. ¿Te ha decepcionado?
-Yo creo que lamentablemente la agenda en educación de este gobierno ha estado muy marcada por la funcionalidad de grupos de presión y grupos de interés. Ha quedado demostrado que lo que hicieron quienes hoy día están en el gobierno en el ámbito educativo fue instalar eslóganes.
El gobierno ha estado tremendamente al debe. Tenemos un sistema educativo lamentablemente estancado. Si tú miras las declaraciones del ministro Cataldo, la prioridad es el nuevo sistema de financiamiento y el pago de la deuda histórica. Expresamente el gobierno está fijando prioridades legislativas muy lejos de lo que el sistema necesita y de lo que las familias esperan.
-¿Cómo evalúas los Slep?
-La reforma de los servicios locales de educación tiene problemas de diseño que deben ser corregidos con urgencia. Y mientras no se corrijan esos problemas de diseño, creo que va a ser muy difícil lograr una mejora sustantiva en la calidad de la educación. Y por lo tanto, hay que revisar esa reforma y apuntar con velocidad a modificar todos aquellos aspectos que inhiben una gestión de calidad.
-La Cámara de Diputados rechazó los fondos para 48 servicios locales de educación. ¿Qué significa esto?
-Uno esperaría que el gobierno reaccione generando un plan de acción que apunte a identificar las falencias y abordarlas. Lo interpreto más bien como una señal fuerte de parte de la oposición, de que no van a permitir que se sigan implementando los servicios locales sin los cambios profundos que ese sistema necesita.
-¿Cuáles son los principales problemas del sistema Slep?
-Hay una mirada centralizadora que ciertamente es incompatible con una educación flexible, ágil y de calidad. Existen riesgos de captura política en los servicios locales que deben evitarse. Hay deficiencias en la gestión de los servicios y específicamente lo vimos con mucha fuerza en el norte. Que requieren también una atención particular. Hay toda una lógica de incentivos que tiene nuestro sistema educativo y que, en el caso de los Slep, no sintonizan con la mejora de la calidad. Por lo tanto hay que volver a revisarlos.
Lo que ocurrió con los servicios, entre otras cosas, es que se perdió toda la flexibilidad. Estos nuevos servicios que son órganos del Estado poseen todas las rigideces propias de la estructura estatal. Y lo que necesitan los servicios es todo lo contrario. Necesitan flexibilidad, capacidad de innovación. Necesitan que los problemas se resuelvan a nivel local y no tanto a nivel central, que es la tendencia que se instala con esta nueva educación pública. Por tanto, esos elementos son los que hay que revisar con urgencia y tienen que ser corregidos.
-¿Hay un problema estructural en estas reformas? ¿Dejaron el foco fuera de la sala de clases?
-Estas reformas pusieron el foco en lo estructural y abandonaron lo fundamental que es la sala de clases. Y no pusieron el foco en los aprendizajes. Todos los cambios que hay que hacer a esta reforma, a mi juicio, tienen que apuntar precisamente a la centralidad de los aprendizajes, a lo relevante que es la sala de clases, a lo importante que es la gestión a nivel local. Y en cómo involucras a las comunidades en el proceso educativo. Por ahí va lo que tiene que hacerse.
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