El objetivo institucional del Banco Central de Chile es “velar por la estabilidad de la moneda y el normal funcionamiento de los pagos internos y externos”, lo que en la práctica se ha traducido en mantener una inflación baja y estable a través de un esquema de metas de inflación, y por otro lado cautelar por la estabilidad financiera. De manera complementaria, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) tiene entre sus principales objetivos “velar por el correcto funcionamiento, desarrollo y estabilidad del mercado financiero, facilitando la participación de los agentes de mercado y promoviendo el cuidado de la fe pública”.
Tradicionalmente, para el objetivo inflacionario el principal instrumento es la fijación de la Tasa de Política Monetaria (TPM) en las reuniones de política monetaria, y mediante distintas operaciones de mercado, influir sobre la tasa de interés de préstamos interbancarios a un día, para que esta se ubique en torno a la TPM, lo que incide en la demanda y oferta de dinero de la economía, y con ello los precios por distintos mecanismos de transmisión de la política monetaria. En el contexto de la implementación de Basilea III en Chile, se dota al instituto emisor de un nuevo instrumento, que es la capacidad de activar/desactivar un requerimiento de capital contracíclico (el denominado RCC) que la banca debiera constituir para aumentar la resiliencia del sistema financiero. En magnitud estos cargos podrían fluctuar entre 0% y 2,5% de los activos ponderados por riesgo (aproximadamente 7,5 mil millones de dólares a nivel de la industria).
Por el lado de la CMF, tradicionalmente el regulador/supervisor bancario tenía la facultad de calificar a los bancos por su nivel de capital y gestión con un sistema de clasificación que combinaba ambas dimensiones. Ahora, bajo Basilea III, la nueva regulación le dota de dos instrumentos adicionales: la capacidad de cargar a bancos específicos con requerimientos de capital adicional por Pilar 2, representando este un cargo por hasta el 4% de los activos ponderados por riesgo de la banca (aprox. 12 mil millones de dólares a nivel de sistema), y la capacidad de solicitar también a los bancos constituir activos líquidos adicionales por hasta un 20% del stock de los últimos 12 meses.
En conjunto, estos seis instrumentos representan importantes desafíos para la industria:
(i) para los reguladores/supervisores, supone compatibilizar estos nuevos instrumentos para sus objetivos tradicionales de estabilidad financiera y de precios. En términos de la denominada “regla de Tinbergen”, no sólo importa el equilibrio entre instrumentos y objetivos, sino que también se vuelve crucial la coordinación administrativa entre las entidades involucradas. En este sentido, no es del todo claro el rol que para estos fines debieran tener el Banco Central, la CMF, el CEF (Consejo de Estabilidad Financiera) y el propio Ministerio de Hacienda;
(ii) específicamente a lo que respecta al Banco Central, en teoría, tanto la política monetaria -a través de los cambios en la tasa rectora-, como el colchón contracíclico buscarían afectar uno de los mecanismos de transmisión mediante el cual la política monetaria afecta la inflación: el canal del crédito. En la práctica, no debiera ser lo mismo subir o bajar tasas de interés estando o no activado el colchón contra cíclico, con o sin cargos por pilar 2 y/o, con o sin requerimientos de mayores activos líquidos, por lo que hay un riesgo de sobre ajustar la economía que es evidente;
(iii) como las reglas de activación y desactivación tienen un componente prospectivo, surge un riesgo de modelo para la autoridad, asociado a equivocar la identificación de los puntos de inflexión, o la determinación de la cuantía a ser constituida, para lo cual es crucial la publicación de los modelos con lo que se piensa fundamentar dichas decisiones;
(iv) en cuanto a la transparencia, indicios sobre la función de reacción y/o reglas de activación, desactivación, o determinación de cargos adicionales de capital y/o liquidez, así como sus principales determinantes, son esenciales para una adecuada rendición de cuentas;
(v) asimismo, parece necesario clarificar como los colchones contra cíclico y de conservación (2,5% de los activos ponderados por riesgo) se conjugan con las provisiones adicionales que define el Compendio de Normas Contables de la CMF, y con los resultados de las pruebas de tensión del ejercicio IAPE de cada abril, para evitar la doble mitigación de un mismo riesgo. Algo parecido ocurre con el proceso de autoevaluación de liquidez en el contexto del ILAAP.
Con todo, las autoridades cuentan hoy con nuevos instrumentos de política diseñados para operar en eventos de crisis. Es esencial adoptar los más altos estándares internacionales en términos de transparencia hacia el mercado en cuanto a la forma y uso de estos instrumentos, ya que los riesgos de introducir incertidumbre o de sobreajustar la economía pueden resultar muy costosos.
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