Piñera-Bachelet-Bachelet-Piñera: La canción es la misma. Por Rafael Gumucio

Escritor y columnista
El ex Presidente Sebastián Piñera y la ex Presidenta Michelle Bachelet durante un acto a fines de 2023. Foto: Agencia UNO.

¿Cantan otras canciones Boric, Toha, Kast o Kaiser? Boric un par de temas de Taylor Swift, Kast quizás unas canciones de misa, Kaiser algunas melodías bávaras, pero en sustancia la canción es la misma y el repertorio no ha cambiado. Muchos, demasiados no han logrado que se canten sus canciones, o sus canciones no han logrado ser parte del cancionero común. Eso explica quizás que a veces el país desafine tanto, eso explica que, cuando lo hace, quiera volver a cantar con los mismo nombres.


Un visitante que viniera a Chile cada 10 años, quedaría impresionado al leer en los diarios de esta semana los mismo nombres que hace una década o dos: Piñera, Bachelet, Bachelet, Piñera. Seguro podría anotar que este último está en los titulares porque se conmemora un año de su muerte. Pero no podría dejar de pensar que, de no haber terminado de modo tan triste y accidental su vida, el expresidente sería, como ya lo es la expresidenta, un nombre inevitable a la hora de elegir un candidato para su sector.

¿Qué pasó en la política chilena, o que no pasó en la política chilena, para que vuelvan una y otra vez los mismo dos nombres? Piñera, al que nadie en su sector puede alcanzar y Bachelet, ante la que peregrinan sin pudor los dirigentes de su sector esperando que vuelva.

Nombres que gobernaron dos veces el país y le dejaron dos veces el gobierno a su contrincante, prueba de la impopularidad que sus gobiernos alcanzaron al fin de sus mandatos. Impopularidad que no les impidió, cumplido el período del otro, volver al gobierno como si nada.

Odiado Piñera por parte de su sector, despreciada Bachelet por la generación que nos gobierna, algo pasa que nadie se atreve a reemplazarlos del todo, como si el país tuviera con ellos un pacto sempiterno, algo que quedó sedimentado en algún lugar de la memoria emotiva de Chile.

¿Qué será que nos une tan profundamente a estos dos apellidos, Bachelet que nos lleva a Piñera, Piñera que nos devuelve a Bachelet y así hasta el infinito? Cuando ninguno de los dos era Presidente aún, se reunieron en un largo asado en el lago Caburgua en que ambos tenían casa. Piñera era el líder de Renovación Nacional y no disimulaba sus ganas de llegar a ser Presidente. Bachelet acababa de dejar de ser ministra de Defensa y, según todas las encuestas, podía llegar a ser presidenta sin demasiada dificultad.

El encargado de invitarla a la casa de su hermano, fue Miguel Piñera, “el negro”. Según todos los testigos el asado fue en tono distendido. Se habló de todo, menos de política. La guitarra fue el lugar de encuentro entre estos dirigentes políticos que se supone pensaban exactamente lo contrario, pero se sabían las mismas canciones. Porque el repertorio del “negro” y su hermano Sebastián no era otro que el que la Presidenta Bachelet llevaba cantando toda la vida: Violeta Parra, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Sui Generis, Los Jaivas, algunas cuecas a veces, alguna que otra canción de los Beatles en pésimo inglés (idioma que los dos hablan perfectamente pero con fuertes acentos).

Quizás lo que explica la alternancia inalterable entre estos dos presidente se deba justamente a ese repertorio común. Un repertorio sorprendente en el caso de Sebastián Piñera, pero que explica su posición solitaria y valiente en torno a los 50 años del golpe. Unas ganas de cantar y bailar aunque sea en la casa de un contrincante político que apenas se conoce, que es también parte de lo que consiguió el éxito de Michelle Bachelet, mujer que vivió los dolores y los horrores de la dictadura, que nunca los disimuló o minimizó pero que, como la cigarra de la canción de Mercedes Sosa, ante la muerte siguió cantando.

La propia ligereza de la escena puede también explicar el éxito de ambos políticos, como explica por lo demás sus parciales fracasos. No se imagina uno a Ricardo Lagos o Patricio Aylwin o a Pinochet cantando en un asado hasta altas horas de la noche. Se imagina quizás a Allende y a Boric y eso explica la popularidad de ambos como también el rechazo que provocan entre los que no están invitados a la fiesta.

Piñera y Bachelet en ese asado en Caburgua representaban una elite relajada y sureña que puede convivir en distintos márgenes del mismo lago un poco hippie y un poco cuico al mismo tiempo. Gente que trabaja, que lee, que se ocupa, pero que tiene tiempo para cantar, para bailar, que lo hace porque el país del año 2005 no estaba al borde de ningún colapso, porque parecía haberse reconciliado con su pasado, porque tampoco lo atormentaban demasiados desafíos intelectuales, demasiadas definiciones conceptuales, que podía cantar junto hasta tarde.

Piñera no se parece en nada a Bachelet, a no ser a veces en esa ligereza con que les ha costado enfrentar los problemas desde el punto vista meramente intelectual. No porque no fuesen inteligentes o cultivados el economista de Harvard y la pediatra con posgrado en estrategia militar, sino porque carecían de la paciencia suficiente para meditar antes que actuar, para pensar antes de resolver. En el fondo siempre querían creer que, como en ese asado, todos estamos de acuerdo, porque todos tenemos buena voluntad, sin entender que, más allá de las voluntades, Chile se veía atravesado por debates intelectuales y morales profundos.

Todo eso de la Constitución y del modelo le resultaba brumoso ante las urgencias del país. Cantaban las canciones del otro, compartían el mismo repertorio, pero lo cierto es que no compusieron canciones propias y que su repertorio venia directo de los setentas y comienzo de los ochentas sin que alguna canción de lo que vino después se incorporara a la fogata.

¿Cantan otras canciones Boric, Toha, Kast o Kaiser? Boric un par de temas de Taylor Swift, Kast quizás unas canciones de misa, Kaiser algunas melodías bávaras, pero en sustancia la canción es la misma y el repertorio no ha cambiado. Muchos, demasiados no han logrado que se canten sus canciones, o sus canciones no han logrado ser parte del cancionero común. Eso explica quizás que a veces el país desafine tanto, eso explica que, cuando lo hace, quiera volver a cantar con los mismo nombres.

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