-Firmaste un acuerdo contra la violencia, desde la UDI al PS. ¿Crees que en la izquierda hubo una postura ambigua frente a la violencia del estallido?
-No es una opinión, sino una constatación. La izquierda apoyó la violencia. La “primera línea” fue recibida en el Congreso. Convengamos que antes de la indulgencia política estuvo el apoyo y la indulgencia de la sociedad a la violencia. En ese minuto, la violencia era valorada por mucho más de la mitad de los jóvenes y por más de un tercio de la población. Eso llevó a que una parte importante de la izquierda (y no solo de la izquierda), mirara con indulgencia la violencia y no se escandalizara por cosas que son completamente escandalosas, como la quema de iglesias.
-¿A qué crees que se debe este apoyo a la violencia que era fuerte en las encuestas?
-Mira, cuando la democracia empieza a fallar en el delivery, es decir, a no entregar lo que promete, la gente empieza a buscar otros derroteros. No nos extrañemos hoy día que apenas la mitad de los chilenos (e incluso menos) diga que la democracia es la forma siempre preferible de gobierno. El problema es cuando la democracia no produce los cambios que ella misma se propone. Si llevas diez años discutiendo una reforma previsional, el camino democrático pierde sentido para la gente con pensiones bajas.
-¿Había una parte de la izquierda que estaba buscando la destitución de Piñera?
-Claro. Hubo quienes pensaron que el estallido era una especie de situación pre revolucionaria, que generaba el contexto para un asalto al poder. Esa dimensión revolucionaria existió. La dimensión mayoritaria del estallido, a mi juicio, no fue el reemplazo del capitalismo, sino el reclamo por sus promesas incumplidas. Pero muchos en la izquierda imaginaron a Piñera saliendo en helicóptero o siendo destituido constitucionalmente, con un gobierno provisional elegido en el Congreso. En el fondo la propuesta de la Convención era una revolución a través del papel.
-¿Detrás de esta insurgencia estaba el Partido Comunista?
-El Partido Comunista fue seguidista, intentó beneficiarse de esas circunstancias. Pero el PC no generó nada. Si no pregúntale a Jadue que tuvo que salir corriendo de una plaza. O a Beatriz Sánchez insultada por las masas. Había un elemento anti elite y por lo tanto incluía también a los comunistas. Pero el PC y el FA se cegaron. Creyeron que todo el malestar estaba orientado contra la elite de derecha y no a la élite pura que también incluye a la izquierda.
-¿Cuál era la orientación de la primera línea?
-Yo conocí a muchas personas que la formaban. Y la mayor parte no tenía nada que ver con partidos políticos. Al revés, abominaban de los partidos políticos. Pertenecían a distintos sectores sociales. En cierto sentido era una reacción a una sociedad que se había ido haciendo fome, una democracia bastante estable, sin épica.
El estallido fue la oportunidad para muchos de revivir una épica, de vivir un encuentro comunitario en una sociedad cada vez más individualista. De pronto sentir que eres parte de una multitud generó una mística. Yo conozco personas que trabajaban en empresas, de traje y corbata, que llevaban su mochila con su vestimenta de primera línea y a las 18:00 de la tarde se disfrazaban e iban a pelear con la fuerza pública y a ponerse un escudo.
-¿Rescatas algo del estallido a cinco años o piensas que fueron tiempos perdidos para Chile y que el país retrocedió?
-Fue una campanada de alerta. Fue tal el vértigo revolucionario que luego generó un impulso por el orden gigantesco. Hizo ver los déficits del sistema, pero la clase política dio la respuesta equivocada.
-¿En qué sentido?
-Puso un sucedáneo que fue la Constitución. En lugar de un paquete de reformas sociales potentes, prometió un texto que nadie había pedido. Fue como tirar la pelota al córner, en vez de meter un gol e impulsar los cambios.
-¿Dices que no existe el problema constitucional?
-No, no ha habido un problema constitucional. Hay que estar muy perdido para creer que el problema de Chile es su Constitución. El acuerdo del 15 de noviembre fue un buen sucedáneo y un buen distractor. Pero no fue más que eso. Fue como si la clase política sacara a pasear al país, pero un paseo muy caro que costó dos procesos fallidos.
-¿Chile retrocedió?
-El día anterior al 18 no estábamos mejor a como estamos hoy, pero es obvio que la década anterior sí estábamos mejor. El estallido es consecuencia del estancamiento y no la causa del estancamiento.
-¿Quién va a celebrar el 18-O?
-Te garantizo que los únicos que van a celebrar son Daniel Jadue y los bolivarianos. Son minoritarios, pero no tan pocos en el mundo del oficialismo. Quizá un tercio. Aún la nostalgia revolucionaria existe en una parte importante de los políticos en el mundo de la izquierda. Además, hay muchos descontentos con la mutación experimentada por el gobierno.
-Boric fue un defensor del estallido en su momento.
-Él está actuando como está actuando todo Chile. El estallido tenía un 58% de apoyo. Y ahora solo el 23% dice que lo apoyó. La gente corrige el pasado para acomodarlo a su posición presente. Al menos Boric no corrige el pasado. Recuerda que a Boric lo interpeló el 18 de octubre. Lo escupieron en la calle Bustamante. A Boric el 18 de octubre lo excluyó, lo arrinconó. Creo que ahí empezó su cambio, su transformación.
-Michael Reid dijo que si no habían acuerdos importantes en temas como sistema político, pensiones, podría haber otro estallido de distintas características.
-Las sociedades estallan, sin duda, cuando crecen las expectativas, pero el país se empieza a estancar y a desacelerarse el crecimiento. El problema de Chile es que las expectativas siguieron creciendo al 10% mientras Chile crecía al 1%, y entonces la capacidad de satisfacer esas expectativas fue disminuyendo brutalmente y eso produce un desajuste.
Se ha hablado poco de esto, pero yo creo que una de las principales explicaciones del estallido es que no hubo un incremento verdadero de la meritocracia. Seguimos siendo una sociedad muy segregada. Tiene que ver con la deslocalización, que se hizo en los 80. Antes los ricos se encontraban con los pobres en la escuela y hoy día nadie se encuentra con nadie en la escuela. Te encuentras con los tuyos. Yo creo que ese es el elemento clave de la explosividad de Chile.
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