Una opinión mayoritaria y bastante estable en el tiempo en favor de las restricciones sanitarias que, a la luz de otros datos de la investigación, pareciera un juicio débil, posiblemente afirmado en el deber ser y la falsa dicotomía entre salud y mercado, pero que no se refleja en las conductas, como observamos el reciente fin de semana largo.
Baile de máscaras. Cuenta la leyenda que, durante la transición, las autoridades encargadas de la relación con las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública, enfrentadas a las críticas por la autonomía con que actuaban señalaban medio en broma, medio en serio: “nosotros hacemos como que mandamos, ellos hacen como que obedecen”.
Pandemia y polarización. Para entender esta dinámica debemos remontarnos a los inicios de la pandemia, cuando la clase política, buscando un argumento más para polarizar, decidió confrontarse instalando una dicotomía artificial entre la protección de la salud o el resguardo de la economía.
Respuestas contradictorias. El estudio de Criteria muestra que, por ejemplo, la mitad de la población encuestada (50%) frente a una pregunta proyectiva – hechas para que hablemos de nosotros apelando a las conductas de otros- responde que “quienes respetan las cuarentenas lo hacen más por temor al control de los carabineros que por temor al Covid”. Y, entre la mayoría promotora de las cuarentenas, el 44% proyecta lo mismo.
Aspirar a desarrollarnos aprovechando nuestras posibilidades debiera ser parte de la oferta de las próximas candidaturas. No hay desarrollo económico, crecimiento y prosperidad sin sueños que convoquen.
Para hacer frente a los US$45 mil millones de pago de intereses de la deuda pública de la próxima década, el país enfrentará presiones sobre la recaudación y crecimiento económico que se prevén difíciles de abordar en las condiciones actuales, a menos que haya un giro en la discusión y decidamos avanzar en propuestas concretas […]
Para la oposición, el impulso decidido al crecimiento y al progreso (y desde ya, porque apremia), sobre la base de reafirmar la convicción en la libertad de las personas, puede ser la clave para volver a unir a un sector que quedó dividido y mal herido tras el debatible acuerdo en pensiones que se alcanzó.
Los países más corruptos son presa fácil del autoritarismo y populismo, pero también tienen peores indicadores de desarrollo humano, inversión extranjera y crecimiento económico, además de ser más inseguros. Es decir, por todos lados la lucha real y efectiva contra la corrupción es una inversión.
Hay al menos tres normativas que serán cruciales para que esta reforma no desencadene una serie de consecuencias de segundo y tercer orden imprevistas. El debate de pensiones, lejos de haber terminado, inicia una nueva etapa, en la cual los distintos actores que participamos de éste podemos colaborar.