La semana pasada, la Comisión Nacional de Evaluación y Productividad (CNEP) publicó su reporte anual (2024). En él se da cuenta de un país que se encuentra estancado en términos de productividad hace casi dos décadas. Esto significa que no hemos logrado ser más eficientes, dados los recursos. Específicamente, la CNEP informa que hay una reducción de la Productividad Total de Factores -a decir, capital y trabajo- (PTF) desde el año 2020. Con una variación interanual promedio de entre -0,9% y -0,8%.
Elevar la productividad es una condición determinante para crecer. Finalmente significa encontrar mejores formas de emplear con más eficiencia la mano de obra, el capital físico y el capital humano. Paul Krugman dijo: “La productividad no lo es todo, pero en el largo plazo, es casi todo. La capacidad de un país para mejorar su nivel de vida en el tiempo depende casi en su totalidad de su capacidad para aumentar la producción por trabajador”.
De esta manera, es la mayor productividad la que debiese llevarnos a acceder a mayores salarios, o a jornadas laborales más cortas, o a períodos de vacaciones más largos. No al revés. Un lento avance de productividad debiese condecirse con un lento avance de los salarios.
En Chile, precisamente, está sucediendo todo lo contrario. Están aumentando los salarios, pero con una productividad estancada. ¿Qué dicen los datos? Para el 2024 la CNEP estimó que la economía chilena habría crecido un 2,3%, impulsada casi completamente por un aumento de los factores de producción, con cero aportes de la productividad propiamente tal. Si tomamos en cuenta la parte laboral, en el mismo reporte de la CNEP se calcula que la productividad laboral creció solo un 1% en 2024.
¿Cómo está la otra cara de la moneda, los salarios? Según información del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), a noviembre 2024, el índice de real de remuneraciones creció, en términos anuales, un 4,1% (8,5% en términos nominales). Muy por sobre el aumento de la productividad de 1%.
Además de esto, el Informe de Política Monetaria (IPoM) publicado en diciembre 2024 por el Banco Central de Chile (BCCh) advirtió que el principal ajuste -a la baja- a su escenario central de proyecciones se debía a la mayor presión de los costos. Dentro de ellos menciona, específicamente, los mayores costos laborales derivados principalmente de cambios regulatorios (como el aumento del salario mínimo).
Con todo, se da cuenta de una masa salarial que, si bien se encuentra en línea con niveles históricos, ha cambiado su ritmo de crecimiento y su composición: menos empleo y más remuneraciones. Es decir, trabajan menos personas y esas ganan más. Pero las perspectivas de empleo para los que están fuera del mercado laboral -o en la informalidad- son malas, con muy baja creación de empleo. Así, estamos frente a un mercado laboral con holguras, pero más caro, lo que es del todo inconsistente.
Son esas holguras las que dan cuenta de malas perspectivas de empleo, que estarían influyendo en el poco dinamismo del consumo privado. No es casualidad que distintos Índices de Percepción de los Consumidores permanezcan en territorio negativo.
Este fue uno de los argumentos principales que se esgrimió en el IPoM para reducir las proyecciones de consumo privado para 2025 y 2026, que se estiman actualmente en 1,6% y 2% anual, respectivamente. (Considere que, el consumo privado creció en promedio, un 4,9% entre el año 2000 y el 2018).
Esto se suma a la reducción en las proyecciones de Inversión, donde se da cuenta que esta ha sido y continuaría siendo al menos este año, principalmente impulsada por la minería, en un ambiente donde predomina la heterogeneidad de desempeño entre distintos sectores económicos. Sin embargo, aquellos sectores que emplean más personas seguirán débiles (como la construcción). Esto también impacta en el consumo…que seguirá débil en relación con su desempeño histórico, en línea con una demanda interna poco dinámica que nos llevará a crecer en torno al 2% anual este y el próximo año.
¿No debiésemos ver una recuperación del consumo vía menores tasas de interés tras los recortes de tasa de Política Monetaria y, por lo tanto, mejores condiciones crediticias en los meses que vienen? ¿No debería esto también impulsar la inversión y, por lo tanto, el empleo? Debería, pero en el escenario actual no será suficiente. De hecho, gran parte del recorte de tasas de política monetaria ya se materializó y no se ve repunte del mercado laboral.
Piense usted el caso de un importador de bienes de consumo. Las ventas han estado malas, le han aumentado los costos vía tipo de cambio, cuentas de la luz, costos laborales, costos indexados a UF. No ha tenido mayor ocasión de traspasar a precio estos mayores costos, puesto que no vende lo suficiente. Como resultado, sus márgenes están muy comprimidos.
Una vez que pasen los aumentos de costos transitorios (como lo sería el de la energía), probablemente tendrá un espacio para subir precios… y lo hará. Esto da luces de una mayor persistencia en la inflación, lo que podría retrasar el recorte de tasas por parte de la autoridad monetaria. No es casualidad que actualmente las curvas de mercado financiero estén incorporando menos recortes (y más tardíos) que hace unos pocos meses atrás.
Es decir, el recorte de tasas llegará más tarde, pero más allá de este factor hay que tener en cuenta que sin recuperación del empleo (o de las perspectivas de empleo), no habrá recuperación del consumo. Y es el empleo precisamente el que incorpora una distorsión en su precio.
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