Con la mayoritaria aprobación de la reforma previsional, ¿estamos ante una nueva “democracia de los acuerdos” o esto es solo algo puntual?
Es más bien un hecho episódico que se produjo debido a la urgencia de aumentar las pensiones. No veo que haya espacios, al menos en el contexto de las campañas presidencial y parlamentaria, para otro tipo de consensos de esta envergadura.
¿Quiénes ganan con el acuerdo?
Hay un hecho evidente: este acuerdo apoyado desde la UDI hasta el Partido Comunista legitima el sistema mixto de pensiones y fortalece la capitalización individual. Esto significa un triunfo cultural e ideológico de quienes han defendido el que empresas privadas, con fines de lucro, administren los fondos previsionales. Es decir, la derecha.
Por otra parte, el gobierno obtiene un triunfo político porque logra sacar adelante lo que será la gran reforma de este periodo presidencial.
¿El oficialismo lo podrá aprovechar?
Probablemente sí, al menos en el corto y mediano plazo. Sin embargo, la izquierda va a poder disfrutar poco tiempo de este logro porque inevitablemente, sobre todo en un contexto de campaña presidencial y parlamentaria, va a tener que volver con sus críticas al sistema de AFPs y demandar la creación de un administrador estatal. Tiene que hacerlo, ya que estas demandas son parte de sus ideas matrices.
¿Y quiénes serían los perdedores?
La izquierda, que ha sufrido una derrota ideológica, lo que tendrá consecuencias. Esta reforma demoró muchísimo tiempo en consensuarse y requerirá de 10 años para entrar en vigor. Por lo tanto, es muy improbable que nuevamente se logre un consenso político tan amplio que permita hacer cambios a lo que recientemente se aprobó. Aquí no se ha abierto la puerta para un sistema de reparto, más bien al contrario, se la ha cerrado por mucho tiempo.
Sin embargo, el tema previsional estará muy presente en la discusión presidencial, especialmente para la izquierda.
José Antonio Kast y el Partido Republicano también han dicho que, si llegan al gobierno, van a modificar lo consensuado.
Para hacer cambios se va a requerir una gran mayoría parlamentaria y los republicanos no tienen esos votos.
Pero pese a este “triunfo cultural” de la derecha, las oposiciones hoy están profundamente divididas.
Ese es el gran triunfo político del gobierno, ya que se logró abrir un abismo en las distintas oposiciones, las que quedaron tensionadas y en posiciones muy antagónicas. Esto será difícil de superar y tendrá efectos en las elecciones presidencial y parlamentaria. Es más, esta división podría a ayudar a que la izquierda continúe en el poder.
Algunos analistas han sostenido que Evelyn Matthei tuvo una posición zigzagueante frente a la reforma. ¿Afectará a su candidatura?
Matthei ha tenido que hacerse cargo de la dificultad de tener a su sector muy quebrado y crispado; pero finalmente tuvo que apoyar la posición ampliamente mayoritaria de los partidos que la respaldan. Finalmente, lo que queda es la convicción de que las modificaciones que se han hecho al sistema garantizan la capitalización individual y benefician al mercado de capitales. Por eso, ahora ella sale valorando la victoria cultural de su sector.
¿El electorado de derecha valora esta reforma?
No. Y también está profundamente dividido, lo que hace más difícil para el sector poder competir unidos en las elecciones que vienen. Si no hay esfuerzos sustantivos por recomponer las relaciones ni por aminorar los efectos de este quiebre, las posibilidades de la derecha de ganar la presidencial se hacen más difíciles.
¿Johannes Kaiser se beneficiará con las críticas a la reforma?
Efectivamente, su cuestionamiento al acuerdo lo va a fortalecer en términos electorales y probablemente suba en las encuestas. Pero esto hace más difícil que la derecha triunfe electoralmente, salvo que el deterioro de la seguridad durante este año sea tan profundo, que mueva a la ciudadanía a posiciones más radicales.
¿Y por qué es Kaiser y no Kast quien capitaliza este rechazo?
Después del fracaso del segundo proceso constituyente, él y los republicanos no han podido recomponerse. El fenómeno Kaiser es justamente expresión de eso.
Hablando de la centroizquierda, ¿tiene futuro una posible candidatura presidencial de la ministra Jeannette Jara?
Ella también va a capitalizar el éxito de haber logrado este acuerdo. Sin embargo, es muy improbable que la candidata del oficialismo sea una militante comunista ni que tenga opciones reales de ganar la presidencial.
¿Y Mario Marcel?
Hasta ahora no lo veo posible. No tiene el perfil ni la empatía política para ser presidenciable.
¿Michelle Bachelet definitivamente no será candidata?
Es improbable, pero no lo descarto. Puede ocurrir que, ante una situación de riesgo real de la izquierda de perder el poder, puedan convencerla de que es la única alternativa.
¿Y Carolina Tohá, que marca el 2% en las encuestas?
Tohá es hoy la mejor candidata del oficialismo y posee la fortaleza de representar al Socialismo Democrático, más que al Frente Amplio y al PC. La ministra del Interior tiene chances reales de ganar, ya que la izquierda y la centroizquierda cuentan con un piso de no menos de 40% de apoyo ciudadano. Así se vio en la última elección municipal. Ella sería muy buena candidata y con gran capacidad de instalar temas.
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Mientras, un 45% no votaría por Matthei y un 49% no lo haría por Bachelet. Además, un 60% no sufragaría por José Antonio Kast, un 61% no lo haría por Johannes Kaiser, un 63% no lo haría por Tomás Vodanovic y un 70% no lo haría por Carolina Tohá.