Matías Rivas es editor, poeta y columnista, y una voz influyente en el medio cultural chileno. Ejerció como crítico literario en The Clinic durante varios años bajo el seudónimo de Mao Tse Tung y también hizo reseñas en El Mercurio. Méritos de sobra que le permiten analizar la partida del destacado crítico Juan Manuel Vial, quien murió de un cáncer fulminante y además era su amigo. De hecho, está preparando un libro con la obra crítica y las crónicas de viaje de Vial, que será publicado el próximo año. En esta entrevista, Rivas entrega una mirada “desoladora” a la crítica en Chile, asunto que según él, no es trivial, pues “cuando no hay crítica, no hay pensamiento”, advierte.
-De los críticos que quedan, ¿cómo ves el panorama?
-O sea quedan dos. Pedro Gandolfo y Camilo Marks… A los dos hay que cuidarlos. Ojalá aparecieran nuevos. Recuerda que durante un tiempo escritores notables como Alejandro Zambra y Álvaro Bisama hacían crítica. Era más floreciente el panorama y de repente, por razones de economía de los medios, se fueron reduciendo los reseñistas. Hoy uno ve que hay muchos columnistas de política y pocos de cultura, y yo no sé si a la gente le interesa tanto la política y tan poco la cultura. Es desproporcionado.
-Pero también hay una escena femenina importante de crítica literaria…
-Claro. Lorena Amaro, Patricia Espinosa. En estos momentos, voy a ser bien franco contigo, es tal la pobreza, que no me atrevería a condenar a nadie. Me parece que todas las voces, incluso las que me parecen más estridentes, son válidas porque ya no se pueden restar más. Estamos en un nivel de analfabetismo funcional demasiado alto, la gente puede ser profesional pero no entiende nada.
-Al mismo tiempo, han surgido muchas editoriales independientes. ¿No te parece eso un signo positivo?
-Se producen muchos libros, otro dato clave, pero hay muy poco juicio sobre ello. Han aparecido generaciones completas de escritores, que nunca han pasado por el tamiz de la crítica. Es curioso eso. Nunca les tocó que alguien los criticara. Y hoy día ya tienen un lugar ganado. Estoy pensando en la gente que tiene entre 30 y 35 años. Salvo excepciones, muy pocos pasaron por la crítica de los medios tradicionales. Porque había pocos críticos y los pocos que había se concentraban en los libros que estaban teniendo una repercusión en la sociedad. Por otra parte, era interesante el caso de Vial de rescatar a autores que no estaban en ese circuito. Pero lo hacía no de manera maniquea, sino porque creía en alguien.
-¿Hay una crítica feminista?
-Hay un debate feminista en torno a la crítica. Pero creo que no hay una discusión sobre si se pueden criticar ellas y hasta qué punto eso rompe la sororidad. Mira, qué bueno que haya debates intelectuales, y qué bueno que el debate se produzca entre mujeres sobre un tema como la escritura. O sea me parece que es un avance el feminismo, no un retroceso. Estamos en un grado de pobreza que si me dices, mira hay un debate, yo me alegro. Porque casi no hay discusión en cultura. Por ejemplo, no sabemos qué va a pasar con la cultura en la constituyente. ¿Saben los convencionales de cultura? Eso puede ser un desastre.
-El hecho de que Vial se haya retirado de la crítica, ¿es una señal de la decadencia del género?
-Se retiró porque los críticos literarios, como tienen que leer todas las semanas un libro que no les gusta, en general cuestan más plata para el mercado que un columnista habitual. O sea, para Juan Manuel el problema fue económico. Se retiró porque en un momento le pagaban bien, al principio en La Tercera, pero después le empezaron a pagar cada vez más mal hasta que llegó un momento en que se hizo muy difícil para él poder sostener ese trabajo. Además quería hacer otras cosas y no tuvo las oportunidades. Por eso buscó este proyecto online, Cruciales.
-Se transformó en una especie de fenómeno. No pensé que un crítico tan joven pudiera haber generado tanto aprecio.
-Lo despidió una cantidad de gente impresionante. Hasta Cristián Warnken le hizo un programa dedicado a él. Juan Manuel hubiera estado muy sorprendido. Él mismo fue muy duro con Warnken. Seguramente mucha gente se vio conmocionada por el hecho de que haya muerto tan joven. Pero quizá se merecía todo eso y no se lo habían expresado.
-¿Crees que este declive de la crítica es global o local?
-Si ves diarios como el Clarín y Página 12 para no irnos tan lejos, todos tienen críticos de cine y de libros. Lo consideran parte de su staff, más allá de si tienen un suplemento cultural. Y esa cuestión en Chile dejó de correr. Entonces esa figura del crítico se ha perdido.
-¿Cuál es la causa, a tu juicio?
-Porque creo que la sociedad no quiere recibir estas opiniones informadas y prefiere quedarse con la sensación de que cualquiera en tuiter puede ser un crítico. Hay un proceso de demolición de la crítica, que es un arte. Los grandes críticos son gente muy importante: Borges entre otros. Pero la ignorancia pareciera abundar. Cuando la elite empieza a eliminar la crítica, empieza a dejar el territorio cada vez más descampado para que se conviertan en críticos sujetos que se apoderan de ese lugar sin ningún conocimiento anterior.
-¿Qué riesgos tiene la ausencia de críticos?
-Cuando no hay críticos en los diarios, cualquiera pasa por crítico. Y hay una batalla cultural: un sector está interesado en desprestigiar a la crítica. Por ejemplo, me acuerdo de un debate que se dio cuando una crítica de Juan Manuel Vial trató muy mal a los libros de Jorge Baradit. Y él se trataba de desquitar permanentemente.
-¿Qué hizo Baradit?
-A Baradit no le gusta la crítica. A ese nuevo mundo que él representa no le gusta Freud, no le gusta la crítica. No le gusta esa labor porque es una autoridad igual y no quieren reconocer esa autoridad que se adquiere por el conocimiento. Esa autoridad es un papel que se quiere poner en cuestión y por eso está en crisis realmente la crítica. Es un fenómeno mundial, que tiene que ver con lo políticamente correcto, entre otras cosas.
-Chile tiene una tradición de grandes críticos, como Alone, Valente.
-Sí, también Enrique Lihn.
-¿Cómo entronca Vial en esa tradición?
-Muy bien. O sea, es parte de ella. Incluso su temperamento, es muy parecido, esto de vivir fuera de Santiago, en Pirque, no tener muchos vínculos con el medio literario, dedicarse a la traducción. Son rasgos que uno podría encontrar en Alone, Lihn, incluso en Valente, que no está en el medio literario pero escribe sobre él. Valente era cura, en cambio Juan Manuel era más bien naturalista, alguien que no quería participar mucho. Tampoco lo invitaban. Alone, eso sí, vivó años en que la cultura era más importante. Incluso en la dictadura la cultura tenía una importancia que después dejó de tener. Yo diría que en 2010 empezó el declive.
-¿No te estás dejando llevar por el pesimismo?
-En algún momento hubo en Chile revistas solo dedicada a los libros. La Época, El Mercurio, Ercilla Qué Pasa, Capital tenían crítica de libros. No es poco. Hoy día estamos hablando de que quedan cuatro personas, así que mejor hay que cuidarlos. Capaz que pasemos a la nada. Hay un panorama y una sensación de desolación. Quiero tener alguna esperanza de que esto se pueda revertir.
-¿Qué hace esencial a un crítico?
-Te hace pensar. Cuando no hay crítica no hay pensamiento.
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