Marcos Barraza Gómez, 49, sicólogo y militante comunista desde los 13 años, fue uno de los pocos políticos de carrera en la Convención, lo que facilitó que se instalara como articulador en la izquierda y contrapeso del Frente Amplio, con el que tuvo desencuentros, pese a estar en la misma coalición de gobierno.
-Este martes, un día después de que se disolviera la Convención, el expresidente Ricardo Lagos publicó una carta distanciándose de la opción “apruebo” en el plebiscito sobre el borrador. ¿Cómo la recibió?
Me parece que es una posición del expresidente altamente decepcionante. Intenta equiparar en su argumentación la misma legitimidad para el “apruebo” que para el “rechazo” y claramente la constitución que nos rige actualmente, no obstante las reformas que experimentó, de las cuales también fue protagonista, ninguna ha alterado la esencia, la médula de la constitución pinochetista; que en su origen fue con ausencia de Estado de derecho y en su médula o contenido es claramente contraria a los intereses sociales (…). El veto que estableció la derecha a todo, incluso a la reforma en salud, impidió que tuviese un carácter solidario con las normas vigentes.
-¿Le parece que valida en la centroizquierda optar por el “rechazo”?
No sé si lo valida, pero a quién le hace sentido es a la derecha.
-Pero Lagos no es una figura de derecha. ¿Cómo explica su decisión?
Desconozco cuál es la motivación, sólo me remito a las argumentaciones. Yo hubiese esperado un pronunciamiento que valorara más el carácter democrático y de origen del contenido del texto propuesto (…). Y en ese sentido las opciones no tienen la misma legitimidad. Siempre va a ser mejor una constitución nacida en democracia, indistintamente de los perfeccionamientos que tenga que tener.
-¿Pero es así? Lagos acusa que la propuesta es un texto partisano, lejos de “convocar a la gran mayoría ciudadana”.
Yo creo que es legítimo que tenga aprensiones respecto a contenidos, pero por qué no decir con todas sus letras que la constitución actual es una constitución nacida en la dictadura. Me parece que eso es más categórico y más decidor.
-¿Hace usted una autocrítica del trabajo de la Convención y sus resultados?
Yo creo que evidentemente se ha discutido mucho sobre la falta de solemnidad que se tuvo por parte de algunos constituyentes, pero creo que nada de eso justifica una no-valoración de un texto nacido en democracia. Sumando y restando, es más categórico el carácter contrario a la democracia que tiene el texto actual.
-Pero los reparos de la carta de Lagos no son a la falta de solemnidad de la Convención. Critica el bicameralismo asimétrico, la integración del Consejo de Justicia que nombrará a los jueces, el diseño del estado regional, entre otros.
Es que yo creo que el debate no es si es partisano o no, de ninguna manera. El texto constitucional lo que hace es reequilibrar las relaciones políticas al interior del país. Y eso tiene un valor superior. No comparto la fundamentación para omitirse respecto del “apruebo”; creo que no se pondera correctamente la magnitud de la argumentación.
¿Cuánto daño estima que su carta hará a la campaña del “apruebo”?
No estoy en condiciones de cuantificar el impacto que tenga su declaración. Lo que sí creo, y afirmo, es que es desproporcionado poner en cuestión la legitimidad del “apruebo” y empatar el “apruebo” y el “rechazo” a partir de una negativa hacia la nueva Constitución.
Lagos plantea que, en caso de que se apruebe el texto el 4 de septiembre, habrá que reformarlo posteriormente, idea que ya había manifestado el Presidente Boric. ¿Pone esto una lápida a la idea que usted, entre otros, planteaba de difundir el borrador para concitar apoyos ciudadanos?
Yo creo que las normas constitucionales van a ser divulgadas profusamente, de manera tal que van a ir incrementando su apoyo. Yo hubiese preferido que hubiese contado con el apoyo del expresidente Lagos (…). Yo hubiera esperado una posición más categórica respecto de valorar el mandato social. Esta Constitución nace como fruto de una crisis política severa, que todavía no se extingue y prolongar las definiciones más allá del 4 de septiembre me parece que agudiza la crisis. No es consistente con buscar soluciones para el país.
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