El análisis de los resultados de la última Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES) permite reactivar el alicaído debate educacional, identificar necesidades del sistema que requieren pronta atención y, por esa vía, ordenar las prioridades de un sector que no ha destacado en el último tiempo por la efectividad de sus políticas.
A continuación, algunas lecciones que podemos sacar de este proceso:
El 2020 se inició un camino de importantes modificaciones al sistema de admisión a la educación superior que significó el término de la PSU y la instalación gradual de una nueva prueba que apunta a medir habilidades y competencias, más que sólo conocimientos. Asimismo, con una mirada más amplia, se implementaron otras mejoras pensadas en ampliar las posibilidades de los jóvenes en su ruta de acceso a la educación superior.
A tres años de la primera PAES, las modificaciones al sistema de admisión se han instalado bien en las comunidades escolares: la posibilidad de combinar puntajes de distintos procesos, la flexibilidad que ofrece rendir la prueba en invierno y verano, así como una gama más amplia de instrumentos de medición se traducen en mayores oportunidades para los jóvenes a la hora de postular y mejor información para las instituciones de educación superior.
Un aspecto que siempre preocupa es el hecho que las brechas entre los resultados de alumnos de colegios pagados versus los de establecimientos públicos y subvencionados persisten. Sobre este punto, es fundamental no perder de vista que la forma de cerrarlas no pasa por eliminar el instrumento de medición, como algunos han pretendido en el pasado, sino por poner todo el foco de la política pública en la sala de clases y en la calidad del sistema escolar.
Recuperar los aprendizajes es una cuestión prioritaria y, para ello, se requiere dotar a las escuelas y liceos de las capacidades adecuadas, brindarles autonomía para el desarrollo de sus proyectos educativos y permitir que todos los esfuerzos se concentren en la mejora pedagógica. En esta materia hemos perdido un tiempo valioso, marcado por las reformas que se aprobaron en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet que desviaron el foco de esos aspectos y apuntaron a cambios estructurales que no decían relación con las necesidades reales de la escuela.
Si bien los alumnos de colegios pagados están sobrerrepresentados en el grupo de mejores puntajes, la buena noticia es que, en ese mismo grupo, aumenta el porcentaje de jóvenes que vienen del sistema público y subvencionado, lo que les permite ampliar sus posibilidades de elección para la educación superior.
La baja constante en la prueba de competencia lectora es preocupante. Esto, unido al SIMCE de cuarto básico que muestra que sólo un 43% tiene un nivel adecuado de comprensión lectora obliga a tomar acciones urgentes y fijarse metas exigentes. Todo niño debe leer adecuadamente en segundo básico.
Otro asunto que preocupa es cómo la alta ponderación de las notas de enseñanza media y el ranking de notas incentiva a algunos colegios a subir las notas sin que estas reflejen el rendimiento de sus alumnos. Esto genera expectativas inadecuadas y perjudica a quienes estudian en procesos más exigentes.
Por último, el deterioro que han demostrado los liceos emblemáticos y que, entre otras cosas, se ve reflejado en su descenso en los rankings que se construyen según los resultados de los colegios en la prueba es lamentable.
Es efectivo que la PAES busca predecir el rendimiento futuro de los estudiantes en la educación superior y, por ende, no es una prueba diseñada para medir específicamente la calidad de los establecimientos educacionales, pero eso no quita que los resultados de los alumnos en ésta sea un indicador a considerar. En efecto, los jóvenes que buscan seguir estudios superiores deben encontrar en su establecimiento las herramientas efectivas para lograr ese propósito.
Cada vez que nuevos antecedentes salen a la luz, como la PAES, el Simce o la prueba PISA, van quedando en evidencia las urgencias de las cuales tenemos que hacernos cargo en Chile. Es de esperar que, en su último año de gobierno, la actual administración de una señal contundente y concentre todos sus esfuerzos en facilitar y reforzar la esencia de todo sistema educativo: el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Un complicado mercado laboral para 2025. Por Benjamín Villena. https://t.co/80yEyAClqr
— Ex-Ante (@exantecl) January 4, 2025
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