Se acabó enero. Para algunos fue un “¡al fin!” liberador, para otros un “ojalá no termine nunca” porque se esfuma el descanso estival. Pero el calendario no se detiene y, con la llegada de febrero, entramos en esa suerte de letargo previo al verdadero reinicio del año: marzo. Ese mes que siempre parece más largo de lo que debería, cargado de obligaciones, retornos y, por supuesto, certezas políticas y económicas que comenzarán a despejarse después de semanas de debates inconclusos. Vamos con ellas.
Primera gran incógnita: ¿qué ocurrirá en la izquierda con la carrera presidencial? Nombres sobran, pero la realidad es tozuda: muchos de esos nombres tienen más entusiasmo que viabilidad. Solo un puñado tiene opciones reales de ofrecer una performance competitiva para un sector que, pese a sus vaivenes, ha producido cuatro presidentes cuyo legado hoy se revalora con una mirada menos crítica y más nostálgica.
Marzo será clave para ver si ese abanico de partidos, desde el PDC hasta el PC, decide concurrir a una primaria amplia, el mejor de los escenarios por su eficiencia electoral y capacidad de ordenamiento. Además, se despejarán dudas: ¿Las ministras Carolina Tohá y Jeannette Jara darán el salto hacia La Moneda? ¿El alcalde Vodanovic se convertirá en la carta competitiva que el Frente Amplio tanto anhela? ¿O será Michelle Bachelet quien, fiel a su estilo, regrese con un “se les apareció marzo con Michelle”, dejando en suspenso cualquier otra aspiración presidencial?
La otra gran discusión será la configuración para las elecciones parlamentarias. La amplitud del arco progresista no cabe en una sola lista, eso está claro. Pero atención: más de dos listas podrían ser letales debido a la dispersión del voto. Ojalá la incertidumbre no se extienda hasta el último minuto, porque si hay algo que irrita a la ciudadanía es la política que no decide a tiempo.
En la vereda de enfrente, la derecha comienza marzo con menos incógnitas. La primera: no habrá primarias. Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser juegan en ligas distintas, con intereses que difícilmente convergen en un mismo proyecto electoral. Matthei está a un paso de reposicionar a Chile Vamos en La Moneda; solo falta que su propia coalición no se deje consumir por las ansias de poder mal administradas.
Kast, por su parte, enfrenta un desgaste inesperado. Su figura, que alguna vez encarnó la rebeldía antisistema, se ha “sobreinstitucionalizado” y eso le pasa factura. A diferencia del diputado Kaiser, que sin filtro ni matices dispara de chincol a jote, abriendo un nicho radical-populista que Kast nunca exploró del todo, confiado en su éxito en el Consejo Constitucional. La gran pregunta: ¿Kaiser seguirá consolidando su liderazgo al punto de eclipsar a los republicanos?
En cuanto a la elección parlamentaria, el dilema es claro: ¿unidad o caminos propios? La experiencia muestra que, para una candidatura fuerte como la de Matthei, lo más estratégico es rodearse de un bloque leal y disciplinado, algo que no siempre garantiza una alianza con los republicanos.
Por último, marzo marcará el inicio del último año efectivo de gestión del presidente Gabriel Boric, ese periodo en el que las administraciones suelen enfrentar el dilema entre consolidar un legado o quedar atrapadas en el cortoplacismo, buscando resultados rápidos para mantener la relevancia política. Con la Reforma Previsional ya despachada, el gobierno entra en una fase en la que cada decisión será evaluada no solo por su impacto legislativo, sino por su capacidad de influir en el escenario electoral de 2025.
Las preguntas clave son evidentes: ¿insistirá el Ejecutivo en la Reforma al Sistema Político, una apuesta compleja en un Congreso fragmentado y con una oposición que ha demostrado capacidad de veto? ¿Habrá margen para reactivar la agenda tributaria, considerando las resistencias no solo en la derecha, sino también en sectores de centro que temen el costo político de nuevas reformas fiscales? ¿O el gobierno optará por una estrategia más pragmática, enfocándose en ajustes al financiamiento de la educación superior, un tema sensible pero que podría generar consensos parciales?
El desafío para Boric y su equipo radica en la gestión de las expectativas. Un gobierno que no quiere soltar el protagonismo en la carrera presidencial buscará, como dicta el manual, tensionar a la oposición en temas incómodos, forzándola a definirse en debates que generen costos.
Si Boric prioriza su legado, y piensa en cuatro años más, el enfoque debería estar en consolidar políticas públicas con impacto tangible y sostenible. Esto implica abandonar la tentación de grandes reformas, que difícilmente tendrán viabilidad en el actual contexto político, y concentrarse en proyectos que puedan completarse durante su mandato
Además, no se puede ignorar el factor económico. Las restricciones fiscales limitan la capacidad del Ejecutivo para implementar políticas expansivas. En este contexto, la gestión de la economía será crucial no solo para la estabilidad del gobierno, sino también para la proyección del bloque oficialista en 2025. Si el crecimiento económico mantiene su mejora que mostró el último IMACEC, el gobierno podrá presentarlo como un logro propio.
Pues, nos quedan unas semanas para que comience marzo, mientras tanto quienes tengan la fortuna del descanso, aprovechen y disfruten de la vida contemplativa en lenguaje de Byung-Chul Han.
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