El Presidente Boric es reconocido a nivel mundial por su propuesta de avanzar en la integración regional. La frase sobre la necesidad de que América Latina “vuelva tener una sola voz en el mundo” marcó su primera presentación ante el mundo. El escenario que enfrenta el Presidente es desafiante. Por una parte puede ser la oportunidad de liderar un proceso de integración, pero en el contexto del peor escenario económico mundial.
La actual contracción económica es una secuencia de las anteriores comenzando con la crisis de los años 2008 -2009, la denominada crisis financiera. La siguiente se registró en 2016 y fue el resultado de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Es imposible olvidar la pandemia que afectó, y sigue afectando, al mundo en el 2020. Esta crisis impactó al comercio internacional, especialmente al interrumpir las cadenas de suministros con importantes repercusiones en la organización de la geometría económico-comercial. Finalmente, el surgimiento del conflicto bélico frena abruptamente los esfuerzos para la recuperación implementados tras la pandemia, y su impacto secuencial causa la actual crisis que conlleva el fin de la globalización, la restructuración del comercio en tormo a la geopolítica, deterioro generalizado en las expectativas de crecimiento de la economía global, el resurgimiento de la política industrial con el reimpulso para el desarrollo de industrias estratégicas, entre otros.
Es en este contexto donde surge la oportunidad para el Presidente Boric de liderar una respuesta colectiva regional para enfrenar la crisis. En ausencia de coordinación, nuestras economías continuarán con una matriz productiva concentrada principalmente en nuestros recursos naturales, impidiendo avanzar en el desarrollo de productos de mayor valor agregado y profundizando el problema de la no diversificación de las exportaciones. La ausencia de coordinación regional constituye, sin lugar a dudas, el mejor escenario para que el mundo desarrollado siga abasteciéndose de materias primas, alimentos y productos primarios a bajos costos.
Lo anterior supone que ya se está trabajando de acuerdo con un plan estratégico en integración regional comercial (entre varias líneas de acción) orientado para el gran desafío que enfrenta el presidente. Sin embargo, la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei) no ha anunciado el diseño de una estrategia específica para avanzar en la integración regional. El subsecretario Ahumada ha señalado en diversas oportunidades que se debe avanzar a través de encadenamientos productivos e inversión extranjera directa, pero no ha dicho cómo lo va a hacer, deduciéndose que no hay una nueva aproximación y se seguirá con el modelo del gobierno anterior.
La ausencia de una estrategia en la Subrei para apoyar el liderazgo del Presidente Boric en integración regional comercial es un problema serio que el Jefe de Estado no ha podido ver. No solo es relevante porque esta es una propuesta distintiva del Presidente Boric, sino que también para que nuestro país pueda enfrentar de mejor manera la crisis.
Se requiere con urgencia establecer un programa en las relaciones económicas regionales que sea coherente, consistente, sin improvisaciones. La ausencia de una estrategia regional profundizará los problemas de los países latinoamericanos que ya registran empeoramiento en los indicadores sociales que dejó la pandemia: aumento en la tasa de desempleo, menor crecimiento económico, aumento de la pobreza, retroceso en la participación de las mujeres en la economía, aumento de la inequidad. Un retroceso inédito en todos los aspectos del desarrollo sostenible.
Por ejemplo, se puede acordar una hoja de ruta regional de urgencia, breve y simple, con un enfoque económico colaborativo (evitando la negociación de un acuerdo de comercio e integración económica que podría durar años y que corre el riesgo de que no se concrete). Esta hoja de ruta no debe entenderse como una negociación de disposiciones vinculantes, sino que es una línea de acción transitoria y dirigida específicamente para enfrentar la crisis económica global.
La hoja de ruta regional de urgencia podría por ejemplo establecer un acuerdo entre los países para incentivar la inversión privada y pública en el desarrollo de la industria de fertilizantes que la región necesita. La inversión debe concentrarse en el desarrollo de la cadena regional de valor para una producción que satisfaga la demanda regional. Esta línea de acción apunta a la seguridad alimentaria de nuestros países, al aumento del comercio intrarregional, y podría fomentar el desarrollo de productos con mayor valor agregado en el mediano plazo. Otras áreas relevantes para la región son autonomía sanitaria (innovación, investigación y desarrollo), tecnología digital (desarrollo productivo), acciones de mitigación y adaptación al cambio climático (energías limpias).
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