Pero, por muy noticioso que esté nuestro país, estamos todos (o casi) mirando al Palacio de Buckingham ¿cierto? Por eso les dejo el comentario de una docuserie a la que nadie parece haberle prestado mayor atención y que incluye mucha información histórica sobre la familia Windsor.
LA CASA REAL DE WINDSOR
(En Netflix hasta el 29 de septiembre)
En seis capítulos, esta docuserie de 2017 recorre 100 años de la familia real británica, desde principios del siglo XX, cuando Londres fue inmisericordemente bombardeado en la Primera Guerra Mundial (lo que se repetiría en la WWII).
La historia es reconstruida acudiendo a archivos privados de la reina, archivos personales de la familia, cartas y documentos que hasta ese momento no habían visto la luz. E incluye, además de imágenes de todo ese largo período, muchas entrevistas, entre otros, a varios historiadores —hombres y mujeres—y una princesa rusa, descendiente de una familia de los llamados “rusos blancos”, que alcanzaron a escapar antes de la revolución bolchevique. Algo que no pudo hacer Nicolás II (y su larga prole), primo hermano del entonces Rey de Inglaterra, con quien eran muy unidos, según da testimonio y prueba una pariente de ambos.
Es que en esos momentos las casas reales eran una sola familia: tras la caída del Zar y la Primera Guerra Mundial, desparecieron las coronas de Rusia, Alemania y Austria (el imperio austro-húngaro, ese que todos recordamos por “Sissi”, murió en Sarajevo, cuando fue asesinado el archiduque Francisco Fernando en junio de 1914 y que precisamente gatilló, como piezas de dominó, la Primera Guerra Mundial).
Estos parentescos estrechos significaron una preocupación y un trabajo de relojería de cortesanos astutos muy cercanas al rey: el pueblo británico detestaba todo lo que pareciera alemán (lo que padeció una aristócrata, de origen germano, que relata cómo con su familia fue objeto de ataques de la muchedumbre).
Entonces había que buscar un nombre que no tuviera que ver con los muy germanos apellidos y linajes de la realeza británica. Del hermoso castillo de Windsor surgió el nombre: así quedó bautizada la Casa Real a partir de entones. Sobrevivir. Adaptarse o morir. Ese ha sido el lema de la Casa Real, según afirman estos investigadores. “Pragmática, realista, un poco despiadada”, como la define uno de los conductores.
Y así ha sido: si el rey dejó que su primo y amigo, el zar Nicolás II y su familia fueran asesinados pudiendo haberles dado asilo, es porque la revolución bolchevique hizo cuestionarse, en la misma Gran Bretaña, la existencia de la realeza.
Tras el fin de la Primera Guerra, Inglaterra vivió serios aprietos económicos en medio de un crudo invierno. Jorge VI decide entonces viajar a Sudáfrica con su familia y dejar ver imágenes cercanas y relajadas con sus hijas y la tripulación del barco.
También se conocen las desenfadadas aventuras con mujeres casadas de los herederos (algo que luego veremos en el flamante actual rey).
En la serie se le atribuye a Felipe, príncipe consorte de la recién fallecida reina Isabel II, la decisión de dar un giro radical modernizando la corona con simples y variados gestos.
El episodio que aborda el matrimonio de Carlos con Lady Di es el más polémico y el que desató un fuerte rechazo del público (sobre todo británico) por esta docuserie: siempre conduciendo la mirada desde la Casa Windsor, el retrato que se hace de la Princesa de Gales no es nada halagüeño.
Contrario a lo que suele creerse, los documentales no son imparciales. Y este es definitivamente parcial. El gran valor que tiene es la perspectiva que otorga y la cantidad de documentos y expertos que arrojan luces sobre la más popular —para bien o para mal— de las casas reales.
LA CASA REAL DE WINDSOR (The Royal House of Windsor)
THE CROWN
(En Netflix)
Desde que se estrenó en 2016 y en las 4 temporadas que han llegado a Netflix, ha sido una de las series más populares y también premiadas de la era del streaming.
Abrir las puertas de la Casa de Windsor, con esa exquisita, cuidada y detallista dirección de arte, vestuario, decoración más un elenco de lujo, ya bastaban para arrasar. Pero lo más importante: sus guionistas y creadores sabían lo que hacían.
La serie fue creada por Peter Morgan, autor de la premiada obra de teatro “The Audience”, protagonizada primero por Helen Mirren y luego por Kristin Scott Thomas, como Isabel II. Morgan fue el guionista de la película The Queen (Stephen Frears, 2006, con Helen Mirren). También está en este equipo el director Stephen Daldry (Billy Elliot, The Hours).
Cuando partió, se calcula que el costo de la serie alcanzaba a los 121 millones de dólares. Desde 2020 eso ha subido a los US$220 millones.
La Temporada 1 (entre 1947 y 1955), abre a días de celebrarse la boda de Isabel II, de 21 años, con Felipe: el 20 de noviembre de 1947, solo dos años después del término de la II Guerra Mundial. El rey Jorge VI (Jared Harris) ya está muy enfermo: moriría en 1952, de cáncer al pulmón.
Así, de súbito, cuando recién iniciaba su vida de casada —habían nacido Carlos y Ana—, Isabel se encuentra con que debe calzarse la corona del imperio. Tenía 25 años. Churchill (John Lithgow) había sido reelecto como Primer Ministro a sus 83.
En esta temporada y en la siguiente Claire Foy encarna a la reina Isabel; Matt Smith al Príncipe Felipe y Vanessa Kirby (Fragmentos de una Mujer), a la Princesa Margarita.
En los primeros episodios, el origen del Príncipe Felipe es un problema, similar al que plantea la docuserie La Casa Real de Windsor. Hijo y nieto de la exiliada familia real griega (una historia muy trágica) es renombrado Mountbatten. Felipe de Edimburgo descendía de la casa real de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg (! ). Demasiado germano para las sensibilidades del pueblo británico recién terminada la Segunda Guerra Mundial.
Ojo: uno de los mejores episodios de la T 1 es el cuarto, que aborda la gran crisis del smog en Londres, que mató a miles de personas. Una tragedia que, de acuerdo a este relato que mezcla historia y ficción, se descontroló desde su génesis, en una sucesión de desidias, intereses mezquinos, tramas politiqueras, negociaciones personales de todos lados, magistralmente encadenado en un guión de lujo.
THE CROWN
VÉRTIGO
No. No es el clásico de Hitchcock.Pero si a ustedes les entretienen los thrillers de suspenso, esta es su película. Y porque son muy importantes los grandes planos generales —alternados con mucha precisión con los primerísimos primeros planos— es ese tipo de filme que se disfruta (o sufre) mejor en pantalla grande. Es decir, en el cine.
La historia transcurre en el EE.UU. actual y sigue a una joven pareja de recién casados y su íntima amiga, Becky, que se dedican a la escalada, un deporte de alto riesgo. Luego de una tragedia en las Montañas Rocallosas, Hunter deja sus excursiones y se sumerge en una profunda depresión, de bar en bar. Su padre intenta persistente y vanamente sacarla de ese estado.
Hasta que un día reaparece su amiga Becky, desbordando entusiasmo y le habla de retomar la actividad. Pero no de cualquier modo: se trata de emprender una aventura que bordea lo ilegal. Becky planea que ambas suban una enorme torre de comunicaciones abandonada, en medio del desierto, de más de 300 metros de altura. No muy convencida, más bien arrastrada, Hunter la sigue.
El lugar donde se encuentra la torre, que pronto será desmantelada y echada abajo, es no solo inhóspito, sino muestra pequeñas señales de peligro. Becky, muy preocupada de sus redes sociales y de subir videos de sus proezas, se ha preparado.
Comienzan el ascenso: primero las escaleras que están por dentro de la estructura y luego las de fuera. Todo muy oxidado. Y ahí, cuando llevamos unos cuantos minutos, empieza la tensión. Bien graduada, con variados giros y situaciones de peligro real que desafían a Hunter y Becky y también la imaginación del espectador.
Las imágenes ¡epatantes! Sobrevivir es la palabra clave. Tras este infartante thriller, yace también una historia de afecto paterno-filial que circula por detrás del relato que nos tiene ocupados y con los ojos fijos en la pantalla.
Vértigo
(Fall)
MOONAGE DAYDREAM
(Solo el jueves 15 de septiembre. En Cineplanet, Cinemark y CineHoyts )
Más allá de que será un deleite para sus fans, esta sorprendente aproximación al singular genio de David Bowie entrega relevante información sobre quien fuera algo mucho más que un rockero performático.
En un bombardeo lisérgico de imágenes y en un montaje vertiginoso, no solo se recopilan entrevistas y conciertos de Bowie. La pantalla es inundada de grandiosas pinturas, ciertos planos de películas clásicas e icónicas, escenas de teatro, ballet. La pantalla cambia de colores —intensos, tenues, pálidos, blancos y negros— se satura y se intercala con trozos de momentos documentales.
David Bowie fue un artista integral —actuó en Broadway, en dos filmes y pintó numerosos cuadros—, que admite influencias como la del teatro kabuki. El caos y la fragmentación son conceptos con que se define y describe la mente humana y así lo sigue la cámara.
Para él, el arte es acerca de la búsqueda, es decir, no llegar a alguna parte. Por eso, afirma, la suya es una existencia “laberíntica”. Y así evoluciona. De pronto decide ir a Los Angeles, luego estaría en Berlín (Muro mediante), donde recurriría a Brian Eno para seguir evolucionando; luego Nueva York. Y de ahí, no para más.
También va cambiando su mirada inteligente y extremadamente sensible, en coherencia con sus momentos vitales. Muy agudo —se ve en sus respuestas en entrevistas— revela pocos pero relevantes aspectos de su infancia y origen. Como que su medio hermano (ex piloto de la Fuerza Aérea Británica, diagnosticado posteriormente con esquizofrenia) lo introdujo en la escritura de Jack Kerouac y la música de John Coltrane. El director Brett Morgan contó para ello con la colaboración de la familia de Bowie.
Lo suyo fue la permanente búsqueda de nuevas formas de lenguaje. Y la película va también en ese tono. Morgan se tomó cinco años en hacer este vanguardista docubiopic.
Lo que consiguió es un trabajo cinematográfico encomiable, imaginativo y audaz, en un magnífico uso del lenguaje audiovisual que en sí mismo es capaz de dialogar con el artista que lo inspira. Sí. Es para fans de Bowie pero sobre todo para cinéfilos. Esta película es una experiencia. Y es emocionante.
Moonage Daydream
THOR: AMOR Y TRUENO
(acaba de llegar a Disney +)
Thor: Amor y Trueno comienza con una tragedia: por qué el villano se vuelve villano. El dolor de su pérdida se transforma en una rabiosa rebelión contra los dioses que no han escuchado sus súplicas. Gorr (el camaleónico Christian Bale) se convierte entonces en el liquidador de deidades y da lo mismo cuáles porque esto es una mezcolanza de mitologías.
Enseguida el director Taika Waititi (que ya había hecho la de 2017) nos recuerda en un raconto muy gracioso aquella etapa en la que Thor (el espléndido Chris Hemsworth) se dedicó a ahogar su depresión tomando cerveza y consumiendo comida chatarra echado en un sillón, producto de lo cual desarrolló una panza de aquellas. Y luego vamos haciendo ejercicio para recuperar su facha apolínea. Es que hay que volver a la acción y en serio.
Tras destruir planetas con los Guardianes de la Galaxia, el asunto se pone oscuro: una amenaza se cierne sobre aquel pueblo de pescadores, devenido en Parque Turístico, a donde se han refugiado los sobrevivientes de su planeta. Thor ha dejado New Asgard a cargo de Valkyrie (Tessa Thompson) porque tampoco es que tuviese demasiadas ganas de asumir sus tareas de súper héroe.
El reencuentro con Jane Foster (Natalie Portman), su gran amor, lo pone peor (el raconto y las líneas torpes de diálogo son desopilantes).
Waititi juega con los nombres, con las situaciones y también chacotea su poco con dioses como el gran Zeus (Russell Crowe), que, aparte del fastuoso escenario donde lo ubica junto con el resto de las deidades, se muestra con una figura y algunos pasitos muy poco gloriosos. Ya la acción y el suspenso se han desatado y la sátira se mezcla con momentos altamente emotivos y dramáticos.
La película es una comedia de acción épica, con muchos detalles (y chistes) ingeniosos y una banda sonora vibrante (noventera y ochentera). Muy entretenida (y graciosa).
Thor: Amor y Trueno
(Thor: Love and Thunder)
Revise aquí todas las recomendaciones fílmicas de Ana Josefa Silva.
“A lo menos sorprendente. Nada de distopías: esto es magia, como las Mil y Una Noches”, escribe @ana_josefa en su nueva recomendación fílmica que destaca el fabuloso encuentro entre Tilda Swinton y George Miller ➟ https://t.co/FsRwm9DPUL pic.twitter.com/2DvDAtndSp
— Ex-Ante (@exantecl) September 3, 2022
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