Agosto 16, 2024

Huelga en Escondida: doble clic. Por Marcos Lima

Profesor MBA para la Industria Minera, Ingeniería Industrial - U. de Chile, y socio de CIS Consultores

Resulta increíble que el secretario general de la CUT, Eric Campos (PC), se haya permitido decir: “No puede ser que la gran minería someta a la precarización a sus trabajadores”. ¿De qué precarización está hablando? La minería es la industria de mayor tasa de sindicalización y quienes trabajan en las grandes empresas deben estar en el 10% de las personas de mayores ingresos del país.


Hace un par de días se concretó la huelga legal en Minera Escondida Limitada (MEL), lo que provocó inquietud tanto en esferas de Gobierno, en el mundo de los negocios y también en la ciudadanía en general, especialmente en Antofagasta. Es que la relevancia de dicha faena minera -la mayor mina de cobre del mundo- es innegable. Así lo reflejaron múltiples  artículos de prensa, sobre todo recordando lo ocurrido en 2017, donde 44 días de paro “restó entre 0,4 y 0,5 puntos al crecimiento del PIB de ese año”. Afortunadamente, hoy se ha logrado un acuerdo suspendiendo el movimiento.

La primera reacción que tuve a la actitud de los trabajadores y sus dirigentes al aprobar la huelga fue de rechazo y así lo hice ver en la prensa. Llevarla adelante, con los costos económicos y sociales que acarrea, cuando la empresa ha ofrecido un bono equivalente a $27 millones (US$28,900) por trabajador me pareció una insensatez, cifra inalcanzable para la mayoría de los trabajadores chilenos y no muy lejana de la planteada en el propio pliego de los trabajadores (US$ 36.000).

En los años 90, época que me correspondió el honor de dirigir Codelco, con un precio del cobre entre 70 y 90 centavos por libra, estos montos no existían ni nadie se hubiera atrevido a solicitarlos. Era un período en el cual no se auguraba un precio superior al dólar por mucho tiempo, ni siquiera en la mente del más optimista de los expertos de la industria.

Esta columna me permite reflexionar con más calma sobre lo que ha  ocurrido, hacer un doble clic y abordar temas que son importantes, no sólo en  este caso, sino para la minería en su conjunto, la principal actividad económica de nuestro país.

En primer lugar, resulta increíble que el secretario general de la CUT, Eric Campos (PC), se haya permitido decir: “No puede ser que la gran minería someta a la precarización a sus trabajadores”. ¿De qué precarización está hablando? La minería es la industria de mayor tasa de sindicalización y quienes trabajan en las grandes empresas deben estar en el 10% de las personas de mayores ingresos del país.

A esa insólita declaración se sumó Barbara Figueroa, expresidenta de la CUT (PC), quien, además de apoyar la huelga, pidió “avanzar en el debate de la negociación por rama”, iniciativa que no considera la realidad y peculiaridades de cada faena minera, donde la ley del mineral, no sólo distinta sino que normalmente decreciente, condiciona absolutamente los resultados económicos de las mismas.

¿Qué se pretende con estas declaraciones? ¿El  PC sigue levantando la bandera de la lucha de clases, en pleno siglo XXI? ¿O busca que “pase piola” su apoyo a Maduro, promoviendo enfrentamientos que tarde o temprano afectarán al Gobierno del Presidente Boric?

Un segundo tema que devela este conflicto tiene que ver con la calidad de vida de los trabajadores. Resulta decidor que se haya incorporado en el petitorio: aumentar el tiempo de descanso -aunque no sabemos la importancia que éstos le asignan-, cuando está en marcha la disminución de la jornada laboral a 40 horas.

¿Qué efecto están teniendo sobre las personas el sistema de turnos y la tendencia creciente a vivir muy lejos de las  faenas mineras?

Al respecto, recuerdo la impresión del Gerente de Operaciones de MEL -después de sufrir la primera huelga el año 2006-, al enterarse que muchos de sus subordinados viajaban 12 horas y  más, en  buses sin aire acondicionado, para llegar a La Serena u otras ciudades de la IV Región donde vivían sus familias, con el consiguiente desgaste personal y familiar. Y hace un par de semanas fui testigo involuntario del desastre de los vuelos desde Antofagasta que el temporal de viento en Santiago provocó, con  miles de personas tratando de subirnos al primer avión disponible.

¿Qué pensarán los trabajadores del sindicato Nº1 de sus colegas profesionales que trabajan en jornada 4×3, llegando en el avión del lunes en la mañana y volviendo a sus casas el jueves en la tarde (¡que más parece jornada 3×4!)? ¿Afectará las relaciones internas? ¿Y qué decir del impacto sobre la productividad, otro indicador al debe?

La tercera reflexión se refiere a  las áreas de Recursos Humanos (o de Personas como se acostumbra llamar ahora) y el rol que las jefaturas deben jugar para conducir la empresa y generar un ambiente de cercanía y colaboración entre todos quienes laboran en MEL. En palabras de Larry Fink, CEO de BlackRock, el principal fondo de inversión global (accionista de Antofagasta Minerals), en una de sus  cartas a los accionistas señala: “Sin un sentido de propósito, ninguna empresa, pública o privada, puede alcanzar su máximo potencial. En última instancia, perderá la licencia para operar de los principales stakeholders”.

BHP, controladora de MEL, ha definido su propósito como reunir a las personas y los recursos para construir un mundo mejor”. Es evidente que la huelga, a pesar de lo breve, fue un fracaso que deja mal parado tanto a ejecutivos como a trabajadores de MEL. Más aún en Chile donde -como recoge el último informe de Desarrollo Humano del PNUD- el individualismo o falta de interés por lo común es la principal debilidad de la ciudadanía para  conducir los cambios que el país puede necesitar.

Conociendo a quienes dirigen la compañía, estoy seguro que se han preguntado si las relaciones laborales son el talón de Aquiles de una empresa exitosa. Y si efectivamente están cumpliendo con lo que su CEO pide: “BHP debe ser un lugar donde las personas se sientan seguras y libres de aportar lo mejor de sí. Pero eso requerirá que cada uno de nosotros se convierta en un espectador activo, tenga conversaciones difíciles, reflexione sobre sus propios prejuicios y siempre denuncie los malos comportamientos”.

Por el resultado, tuvieron éxito en sus reflexiones y sacaron adelante la negociación. Es de esperar que ésta sea la última huelga de MEL.

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