Julio 14, 2024

Fernando Atria: “El surgimiento del Frente Amplio dejó muchas heridas”

Manuel Izquierdo P.
Imagen: Agencia Uno

Desde Londres, el académico de la Universidad de Chile y exconvencional constituyente asegura que el Frente Amplio debe ser un partido “definido por un proyecto político que le hable al país completo” y que incluya “las reivindicaciones de grupos que han sido discriminados”. El abogado, que compite por un cupo en el comité central, reconoce que la tienda “no tuvo el espacio y el tiempo que tuvieron los otros partidos para ir construyéndose. Y eso crea déficits y limitaciones”.


-Usted ha dicho que la clave para que el Frente Amplio deje una marca en la izquierda es salir de su identidad más generacional. ¿Por qué?

-Es una condición evidente. Para convertirse en un partido político que marque, tiene que apelar a todos los chilenos y chilenas. No puede entenderse como algo generacionalmente definido. Parte del proceso de transformación de lo que fue un movimiento que surgió del movimiento estudiantil de 2011, en un partido político importante en el futuro de Chile, es superar esa definición generacional.

-¿Y cómo se sale de esa lógica?

-Si asumen posiciones significativas quienes pertenecen a otras generaciones. Esa transformación va a ir ocurriendo, y va a seguir pasando, yo soy optimista. No es algo asegurado, pero tampoco imposible.

-Lo generacional va de la mano de agendas, preocupaciones y lenguajes distintos. ¿Cómo lo interpreta?

-Hay una crítica demasiado rápida a lo que se descalifica como agenda woke. Es difícil pensar un proyecto político que no se haga cargo de injusticias que han sufrido grupos discriminados. La idea de que tienen que estar fuera de la política reivindicaciones de grupos como los indígenas o la diversidad sexual es absurda.

Esto exige formular un proyecto con pretensiones nacionales donde encuentren lugar esas reivindicaciones. Nuestro proyecto -que se tiene que construir reflexivamente- no puede pensarse como una suma de demandas de grupos discriminados. Debe ir más allá.

-A su juicio, ¿las agendas que le importan al Frente Amplio son woke?

-No. La idea original del Frente Amplio eran los derechos sociales universales. ¿Eso por qué sería woke? Todas estas demandas buscan preservar su integridad y se resisten a ser integradas en un proyecto nacional. Esa es la tendencia que hay que enfrentar. Este partido tiene que estar definido por un proyecto político que le hable al país completo.

-El miércoles, en un almuerzo con líderes del oficialismo y la DC, la expresidenta Michelle Bachelet llamó a volver a hablar a la “emoción” y dejar atrás el lenguaje más “complejo” que ha ido copando la comunicación en la izquierda. ¿Cree que en el FA ha habido un exceso de hablar “en difícil”?

-No. Han emergido nuevas perspectivas con distintas formas de expresarse. Es importante que un partido hable de un modo que interpele y se deje interpelar por la sociedad. Es fundamental para el éxito de este partido el conectar con las emociones, pero sobre todo con la experiencia vital de las personas, y que en esa conexión sea capaz de mostrar la necesidad de una transformación.

En 2022, Giorgio Jackson apuntó que en la generación gobernante existía una cierta “superioridad moral”. Menos de un año después se conocieron los convenios, que involucraban a militantes del FA. ¿Cuál es su análisis al respecto? ¿Hubo soberbia?

-Hubo un esfuerzo por distorsionar el significado de esa pretensión, presentándolo como si fuera una cuestión de superioridad moral.

-Pero eso fue lo que dijo Jackson: “Nuestra escala de valores y principios en torno a la política no solo dista del Gobierno anterior, sino también frente a una generación que nos antecedió”.

-Quienes criticaban la superioridad moral reclamaban estar libres de eso. Cuando surgió el caso Convenios, nadie decía “soy igual de corrupto, pero los critico”. Todo el que critica la corrupción reclama, usualmente de modo explícito, que no es corrupto.

El discurso de que el Frente Amplio se definiría por pretender una superioridad moral es un esfuerzo por privar de contenido a esta fuerza, y reducirlo a la idea tonta de que hay quienes se creen mejores que los demás. Es natural en la política presentarse diciendo que uno es mejor que otros, pero lo que hace la diferencia son los proyectos políticos.

-Es importante la letra de lo que se dijo, pero también lo que se genera en la opinión pública…

-Eso es un punto muy agudo. Un problema que ha tenido sistemáticamente el Frente Amplio es que acepta los términos de la discusión como los ponen sus adversarios, y trata de disputar en esos términos. Ante esta acusación, en vez de enfrentarla como una ridiculización, o de impugnarla, la acepta y pide disculpas. “No vamos a tener más superioridad moral”, dicen.

-¿A qué atribuye eso? ¿A su poca experiencia?

-Muchas limitaciones del Frente Amplio están dadas porque el surgimiento de un partido es algo que toma tiempo. La articulación de un proyecto y la superación de la definición generacional ocurre lentamente. Menos de 10 años después de surgir, el Frente Amplio asumió la Presidencia. No tuvo el espacio que tuvieron otros partidos para ir construyéndose. Eso crea déficits que hay que enfrentar.

-¿Cuál es la identidad que debiese proyectar el Frente Amplio?

-El Frente Amplio debe definirse en términos de derechos sociales universales, profundización democrática y nuevo modelo de desarrollo económico. Un proyecto de ese tipo vincula al Frente Amplio a la tradición de la izquierda. El partido tiene que entenderse como parte de la tradición socialista chilena, y debe preguntarse qué significa ser socialista hoy.

Ese proyecto tiene que ser motor de unificación de las fuerzas transformadoras, creando su propia mayoría política y social. Esto es un poco más difícil, porque el surgimiento del Frente Amplio dejó muchas heridas, pero eso ya no importa. En este momento, lo que se exige es la condonación recíproca de todas las deudas.

-¿Por qué los demás deberían condonar esas deudas?

-La construcción de una mayoría que respalde un proyecto transformador es mucho más importante que esas deudas. El FA debería asumir un proyecto que sirva como una manera de abrirse a una fuerza que exceda al Frente Amplio, y que construya, con los demás partidos y movimientos, esa mayoría política y social.

-¿Se puede a aspirar a ser mayoría sin una alianza con el PC?

-Con el Partido Comunista o sin él, no hay mayoría. La historia muestra que ni la sola izquierda es mayoría en Chile. Es necesario construir con otros sectores -algunos que no son de izquierda, pero tienen orientación transformadora- esa mayoría.

-¿Con quiénes? ¿Socialismo Democrático? ¿DC?

-Totalmente. Eso depende de definiciones que ellos vayan tomando. Pero como están las cosas, eso significa mirar al Socialismo Democrático y la DC, que a veces sí y a veces no.

-Las encuestas muestran que Bachelet es la candidata mejor aspectada en la izquierda. Si se mantiene, ¿el Frente Amplio debiera apoyarla?

-Eso no puede estar excluido de antemano. Hay que preguntarse qué es lo que ayuda más a construir una mayoría. Si eso es apoyar a un candidato que no es del Frente Amplio, será. Eso tiene que ser una posibilidad.

-¿Diría que Boric es un socialdemócrata o mantiene una visión más de izquierda, como la que exhibió en su campaña?

-Es que si ser socialdemócrata es empujar por derechos sociales universales, eso en Chile es calificado como izquierda radical. El Presidente Boric, en las circunstancias que le han tocado y no eligió, está avanzando en un proyecto transformador. Pero esa transformación no puede ser pensada como que se abole lo que existe y se crea algo enteramente distinto. Si se piensa así, no va a haber transformación.

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