Un drama sicológico, familiar y político que entreteje y profundiza de manera muy efectiva cada una de estas dimensiones es lo que se despliega en esta peculiar miniserie. Que, por cierto, consigue capturar el interés de un espectador pendiente de las complejidades que hay tras la historia central, en los relatos secundarios y más aún en sus insondables personajes.
Esto transcurre en el Nueva York de los ’80, en barrios llenos de homeless y vagabundos, muchos de ellos semi escondidos en subterráneos y oscuros callejones cerca del Metro.
En la superficie, un estudio de TV, una familia a punto de disgregarse, políticos inescrupulosos, corrupción y un Departamento de policía tensionado por luchas de poder.
Desde la estación televisiva que los alberga hace años, Vincent (Benedict Cumberbacht) y un grupo de compañeros transmiten un muy famoso y venerado programa infantil de títeres. Vincent, el artista genio tras la idea original, puede ser amable y cariñoso, pero es un hombre autodestructivo, cercano al conflicto y algo impredecible. Su hijo Edgar (9 años) está con él, observando todo, y juntos recorren las cuadras que los llevan a casa, un apartamento en un barrio donde se amontonan boliches, hombres desocupados charlando y fumando sobre las estrechas escaleras de los descuidados edificios, y basura. Allí los espera Cassie, mientras corrige pruebas. Ella está agotada con su trabajo de profesora y sobre todo con su matrimonio con Vincent: la alterada discusión que mantienen de noche despierta a Edgar.
El niño se ha ido a acostar, no sin antes pedir que revisen si no hay un monstruo bajo su cama. Su habitación está llena de dibujos, entre ellos, un gran “mono” azul: Eric.
A la mañana siguiente, Edgar termina yéndose solo a su colegio, mientras sus padres siguen enfrascados en desacuerdos domésticos. Vincent se va al canal de TV, donde también abundan las tensiones y problemas.
Recién cuando regresa a su casa de noche se entera que Edgar nunca llegó a su colegio en la mañana y nadie sabe de él.
Ciertamente que uno, junto con Vincent y Cassie, sigue con desesperación la búsqueda del niño. Pero esto es solo el hilo central. Desde allí se desgranan las historias de Vincent, un artista con una infancia de dolores no procesados, que no quiere saber nada de sus padres millonarios, y que de pronto se verá siempre acompañado por el monstruoso Eric que cobra vida; la del policía acucioso (el detective Ledroit) que en los años 80 enfrenta sus propias dificultades de convivencia en una sociedad a la que le falta mucho por evolucionar; la de su jefe, un tipo turbio, más interesado en ascender que en complicarse la vida con investigar; la de ciertos políticos que van con el viento; y la de la “sociedad” aparte que hay en los subterráneos. Y luego las revueltas que se producen en la ciudad por decisiones “mal calculadas”.
La frase que Vincent ha repetido tanto que su hijo Edgar también la dice una y otra vez describe muy bien estos procesos vitales, donde hay monstruos por doquier: “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo” (Tolstoi).
Ese es el viaje íntimo que hará Vincent, acosado por el dolor y la culpa, que va perdiendo su ya frágil estabilidad emocional, acompañado siempre por el azuloso Eric. Con desconcierto, verá cómo su vida personal y profesional se irá descalabrando: hay demasiados asuntos importantes a su alrededor a los que no ha prestado la debida atención.
Esta es una serie muy atingente, crítica del sistema (algo que, ya sabemos, solo se puede ser en países liberales), con un penúltimo capítulo muy oscuro, pero que finalmente sí cree en la democracia, esa que ha de saber afrontar los difíciles intersticios de la Historia. Sin lugar para maniqueísmos.
Ojo con esas últimas líneas de guion, en la escena final, que transcurre en la placidez en ese bello lugar de Nueva York que es el Central Park.
Eric
Dirección: Lucy Forbes
Guion: Abi Morgan (creadora)
Reino Unido/EE.UU., 2024
Seis episodios
Un misterioso supervillano cubre la selva con una espuma rosa tóxica que se propaga al contacto con el agua. ¡Y están a menos de un mes de que empiece la temporada de lluvias!
La Pandilla de la Jungla, un grupo de animales justicieros, se une a otro grupo para ir tras quien puede tener el antídoto. Juntos atraviesan mares, desiertos, bosques y hasta cruzarán por un pueblo de pendencieros de mucho cuidado. También se internarán por túneles bajo tierra.
Mucha aventura, acción y misterios que resolver (estilo Indiana Jones). También hay una buena cantidad de personajes que identificar y las relaciones entre ellos.
No es para niños muy pequeños.
Les As de la Jungle 2
Directores: Laurent Bru, Yannick Moulin y Benoît Somville
Animación
Francia, 2023
Duración: 1 hora 25 min.
Hace una semana, Sean Baker (New Jersey, EE.UU., 53 años) ganó la Palma de Oro a la Mejor Película del Festival de Cannes 2024 con Anora.
La película tiene como protagonista a una trabajadora sexual, Ani (Mikey Madison), que se casa en Las Vegas con un ruso, Iván (Mark Eydelshteyn), joven heredero de un oligarca de ese país. Apenas los padres de Iván se enteran parten a EE.UU, para intentar conseguir la anulación del matrimonio.
Esta es una joyita.
Una película filmada íntegramente con celulares.
Y en lo que será su marca personal, Sean Baker pone su atención en seres que se ubican en los márgenes de una sociedad del Primer Mundo. En este caso, dos prostitutas transgénero que circulan por los barrios menos glamorosos de Hollywood.
La historia es aparentemente sencilla y transcurre en vísperas de Navidad.
Sin-Dee Rella acaba de salir de prisión y se entera por su amiga Alexandra que su novio la ha engañado. Es un diálogo cómico: en primer lugar porque la revelación no es sencilla, pero sobre todo porque las protagonistas tienen una peculiar manera de desenvolverse en la vida.
Y es que contrariamente a lo que podría pensarse, la película está lejos de ser una historia triste o truculenta. Tangerine es una comedia dramática que exuda humanidad.
Ello tiene que ver principalmente con el trato que Sean Baker le da a sus personajes: su mirada no es ni condescendiente ni compasiva. Es mucho más que respetuosa: lo que hace el ojo de la cámara es descubrir en ambas una admirable manera de abordar su realidad, en una vida que ciertamente no es fácil.
Porque al fin de cuentas lo que pone es escena Tangerine es el más conmovedor y emocionante relato sobre lo que es una amistad.
Tangerine
Dirección: Sean Baker
Guion: Sean Baker y Chris Bergoch
EE.UU., 2015
Duración: 1 hora 28 min.
Una pequeña pandilla de niños chicos juega en la planta baja de los edificios donde viven, que son como el patio trasero de Disney (Orange World, en Orlando).
Moonee (Brooklyn Prince), un torbellino vivaracho y escurridizo de pelo largo, que no pasa los 6 años, es la líder.
Esta es una zona en la que confluyen carreteras y por donde se dispersan varios blocs de edificios que albergan moteles decadentes, alguna construcción abandonada, inmensos locales de comida rápida, strip centers, estacionamientos.
Bobby (Willem Dafoe), el administrador, hace malabares para que Moonee y su madre, Halley —una joven sola e inmadura, sin trabajo fijo— puedan seguir viviendo allí, aunque vaya contra las reglas. Ellas no tienen a dónde ir.
Los habitantes de estos edificios son gente pobre, con trabajos precarios; familias sin padre a la vista, amontonados en las habitaciones con sus pocas y gastadas pertenencias.
Bobby es el verdadero padre que cuida de los peligros a los que se expone esta pandilla de niños y niñas.
Sean Baker filma en su estilo suelto, de falso documental, en que sus personajes parecen ser sorprendidos en su cotidiano, saliendo a pasear, trabajando, holgazaneando.
Una belleza de película. Los tonos rosados y celestes contrastan con las vidas grises y sin destino de sus personajes.
Willem Dafoe fue nominado al Oscar a Mejor Actor de Reparto.
The Florida Project
Director: Sean Baker
Guion: Sean Baker y Chris Bergoch
EE.UU., 2017
Duración: 1 hora 50 min.
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