Tiene motivos el PC para celebrar la victoria de Jeannette Jara en la primaria, pero se engañarían completamente si la interpretaran como un paso hacia su hegemonía ideológica y política en la coalición oficialista. Tendrá, más bien, el carácter de una bomba de fragmentación, que acelerará la crisis de un pacto que fue desde sus inicios un matrimonio por conveniencia. La primaria sirvió para apreciar las diferencias irreconciliables que existen entre los exconcertacionistas y el eje PC/ Frente Amplio.
En el exterior, se dirá, no sin razón, que el gobierno de Boric le abonó el camino al PC, y que ahora viene la radicalización de las fuerzas que están gobernando en Chile, con los efectos de incertidumbre que ello conlleva en todos los ámbitos, en primer lugar, la economía. ¿Qué podría esperarse de una izquierda con liderazgo comunista? No hay misterio: un plan político como el que se condensaba en el proyecto de Constitución que avalaron Boric y Bachelet en 2022. Si, además, se tiene en cuenta el perfil del PC de Chile, su adhesión incondicional a la dictadura cubana y al régimen de Maduro, los analistas internacionales deducirán que a nuestro país le esperan tiempos tormentosos.
Históricamente, el PC ha preferido estar siempre en segundo plano, protegido por los frentes unitarios. Esta vez, en cambio, las circunstancias lo empujaron al centro del escenario, donde se concentran los focos de iluminación y no hay posibilidad de esconderse. Los ataques vendrán de todos lados. Sus dirigentes han sido hábiles para pedir cuentas desde el pedestal de fiscales de la historia; ahora tendrán que rendirlas. Les espera un camino pedregoso y que no conduce a la Presidencia. Los datos muestran que el mundo izquierdista constituye hoy una minoría.
El PC aparenta tener una fuerza que en realidad no tiene. Y en esa apariencia, ha influido la maestría de sus dirigentes en las técnicas para meter miedo: “ya viene otro estallido”. Es altamente probable que ahora se exacerben los recelos que provoca el PC, cosa que debería preocupar al grupo de Carmona pues, al final, pueden volverse insoportables los efectos de lo que parecía un triunfo.
El programa del PC en la primaria, seguramente base de la campaña de Jara para la primera vuelta, representa el arcaísmo químicamente puro, la gastada receta estatista que ha fracasado una y otra vez en América Latina. Propone supeditar la actividad económica a “la demanda interna”, o sea, la vía del anacronismo con todas sus letras, como si Chile estuviera en los tiempos del Frente de Acción Popular (1958) o de la Unidad Popular (1970), cuando la izquierda proponía construir una cosa que llamaba socialismo.
Jara trató de disimular su militancia en la primaria y hasta usó la palabra centroizquierda para aludir a su propia representación. ¿Significa que ella podría acentuar una cierta autonomía en la nueva campaña? De ninguna manera. El partido leninista/castrista no lo permitirá. El grupo de Carmona y Jadue no aceptará, por ejemplo, que Jara cruce la línea roja, que no es otra que la unión inquebrantable con los regímenes de Cuba y Venezuela. Ese es el primer mandamiento. ¿Cuál es la razón? Los terribles secretos compartidos. A nada le teme tanto el grupo dirigente como a la posibilidad de que una mínima crítica que surja desde sus filas provoque la irritación de los jerarcas cubanos y venezolanos y que, como consecuencia, ellos revelen los compromisos inconfesables y los dejen a la intemperie.
Tenía que llegar el momento en el que los partidos de la antigua Concertación recibieran la cuenta por sus incongruencias y flaquezas, por la actitud vergonzante que asumieron respecto de los gobiernos concertacionistas, por las veleidades frente al populismo y los complejos ante los jóvenes que supuestamente traían la luz y la verdad. En algún momento, iban a tener que pagar el costo del oportunismo con el que buscaron demostrar que también eran “progresistas”, lo que llegó al extremo de la obscena condescendencia con el “golpismo revolucionario” de 2019 y la frivolidad refundacional de 2022. Bueno, llegó ese momento.
La victoria comunista en la primaria obligará a los dirigentes del PS, el PPD, el PR y también de la DC a hacerse muchas preguntas acerca de lo caro que resultó la “unidad sin exclusiones”, política que, más allá de cualquier lirismo, estuvo siempre dictada por el negocio electoral. Los exconcertacionistas tendrían que recordar todo lo que hicieron para facilitarle las cosas al PC desde 2009, cuando le ayudaron a elegir a sus primeros 3 diputados. Creyeron siempre que estaban haciendo un negocio electoral redondo, pero, finalmente, fueron los grandes perdedores.
No se entiende el agudo debilitamiento de la DC sin el costo político que este partido pagó por haber aceptado participar junto al PC en el gobierno de la Nueva Mayoría. Ya no hace falta probar que la unidad entendida como mescolanza dio frutos tóxicos. El PC se opuso siempre al camino abierto en 1990 por el primer gobierno democrático y cuestionó “los 30 años” del modo que vimos en 2019. Hoy, brinda por el éxito.
Jeannette Jara no será presidenta de la República. No solo eso. Su triunfo en la primaria desarticulará definitivamente a la coalición que ha gobernado con Boric. El apoyo de los perdedores de la primaria solo guardará las apariencias. Y no se puede descartar que se levante por fuera del oficialismo un candidato de centro o centroizquierda que busque ser la vía de expresión de mucha gente que no quiere votar ni por el PC ni por la derecha. El triunfo comunista tendrá un efecto demoledor en el actual oficialismo. O sea, de demolición.
El resultado de la primaria tiene que haber sido recibido con júbilo por Michelle Bachelet. Es también su triunfo personal. Ella buscó, desde que incorporó al PC a su segundo gobierno, que las cosas evolucionaran tal como lo han hecho. Hoy, es más claro su verdadero pensamiento, sus reales afinidades ideológicas, culturales, políticas y sentimentales. Qué papel tan deplorable.
A Boric se le hará muy largo el tiempo que le resta en la Presidencia. Agobiadoramente largo. Se agravará el clima de rencores y deslealtades que ya existe en La Moneda, en los ministerios y en los servicios públicos. Es el inocultable signo de que se acerca el final.
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— Ex-Ante (@exantecl) June 30, 2025
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