Este fin de semana, Chile vivió una nueva jornada electoral para elegir gobernadores, alcaldes, consejeros regionales y concejales. En el proceso, muchas caras conocidas fueron reelectas y surgieron otras nuevas, algunas de ellas provenientes del sector privado. Esta tendencia de ejecutivos que migran hacia el sector público no es nueva, y vale la pena ser mirada. ¿Qué motiva a estos profesionales, que ocupan roles destacados y disfrutan de estabilidad en el sector privado, a tomar un giro radical en sus carreras? ¿Qué riesgos y oportunidades enfrentan en esta transición?
Una de las razones más citadas para transitar de lo privado a lo público es la vocación de servicio. Muchos profesionales sienten que pueden generar un impacto más significativo en la sociedad, tomando decisiones que afectan a miles o millones de personas. Sin embargo, esta satisfacción puede venir acompañada de ciertos costos. Los más evidentes resultan ser los económicos: según un estudio de Mercer (2021), los altos directivos en el sector privado en Chile ganan entre un 40% y 50% más que altos cargos en el sector público, como ministros y subsecretarios.
Además de esta diferencia salarial, el escrutinio público y la pérdida de privacidad son desafíos importantes. Profesionales que vienen del mundo corporativo no siempre están acostumbrados a la exposición pública ni a las críticas intensas. Asimismo, el sector público se caracteriza por su burocracia y procesos más lentos, lo que puede frustrar a quienes están acostumbrados a un ritmo de decisiones más ágil y con mayor autonomía.
¿Y cuáles serían las ganancias y aprendizajes? Además de cumplir con el genuino deseo de generar impacto social, quienes pasan por el sector público adquieren competencias que a veces son difíciles de desarrollar en el mundo corporativo. Por ejemplo, un estudio de la MIT Sloan School of Management indica que los ejecutivos con experiencia en el sector público tienen un 25% más de probabilidades de haber manejado crisis complejas, siendo la gestión de crisis una habilidad muy valorada en el sector privado. Podemos recordar por ejemplo, el tremendo aprendizaje que debe haber significado para quienes estuvieron a cargo de gestionar la crisis producida por el Covid – 19 en nuestro país.
El Global Leadership Forecast (2021) también destaca que los líderes con experiencia en el sector público son percibidos como más resilientes y mejor preparados para liderar en entornos volátiles. Además, habilidades como la gestión de múltiples stakeholders, además del desarrollo de redes de contacto de alto nivel, tienden a ser muy apreciadas.
Sin embargo, la transición de vuelta al sector privado puede no ser sencilla. Un estudio de PwC señala que el 45% de los ejecutivos que salen del sector público tardan más de un año en reintegrarse al sector privado, en parte por la percepción de que su estilo de liderazgo es menos orientado a resultados inmediatos, o a que han estado alejados de las nuevas tendencias y tecnologías, o han perdido “ritmo”.
Aun así, existen áreas donde esta experiencia es altamente valorada, especialmente hoy en día, cuando la alta dirección de las empresas no puede enfocarse únicamente en los resultados financieros. En Chile, aquellos que regresan con experiencia política encuentran oportunidades en roles como relaciones institucionales, compliance, asuntos corporativos o sostenibilidad, donde su conocimiento del marco regulatorio y su red de contactos se convierten en activos estratégicos clave.
La reincorporación de este tipo de profesionales al sector privado es un desafío y a la vez una oportunidad. Las empresas se pueden ver beneficias por las habilidades y experiencias únicas que estos profesionales traen consigo. Pero, además, facilitar la reintegración de profesionales del sector público al privado podría incentivar a más personas talentosas a participar en la política, además de enriquecer el talento en el sector privado, promoviendo un ciclo virtuoso de colaboración y aprendizaje entre ambos sectores.
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Esta es una oportunidad histórica para Chile, tanto por la provisión de los minerales necesarios mundialmente, como por el apoyo que puede ser para el cambio climático. La minería, lejos de ser un villano ambiental, puede ser un motor de sostenibilidad, junto a ser uno de los motores de crecimiento económico para el país.
Hay una verdad económica que conviene recordar: no se puede recaudar sobre lo que no se genera. Y si algo ha quedado claro en la experiencia reciente, es que más impuestos no necesariamente significan más recursos. A veces, ocurre exactamente lo contrario.
Incrementar la asignación a Activos Alternativos al 20% en los próximos años podría añadir un 1% anual a las rentabilidades, elevando las pensiones autofinanciadas hasta un 25% más. Esto crearía un círculo virtuoso: mayores ahorros financian el desarrollo, generando empleos y fortaleciendo el sistema.
Seguir generando puentes de confianza es uno de los elementos clave para que avancemos en una dirección más positiva de mayor crecimiento, empleos formales, aumento de salarios y mejores políticas públicas en materias tan fundamentales como la seguridad, educación, salud, entre otras.
La gran norma anticorrupción (FCPA) no está muerta y la gran noticia es que se ha retomado su aplicación. Aunque la ruta es algo distinta, será importante estar especialmente atentos a su aplicación en los próximos meses.