Una película de producción exquisita y detallista, ¡de Primer Mundo!, un encomiable trabajo de dirección de arte y de fotografía, con la exigencia adicional de una recreación de época. Esta laboriosa perfección, no obstante, carece de la intensidad emocional y la potente tensión dramática de los anteriores trabajos de Alberdi, que han conmovido a espectadores de diversas latitudes.
Basada en hechos reales, la película organiza su relato en torno a lo que sucedió tras el crimen cometido por María Carolina Geel en 1955, en Santiago. La escritora (cuyo verdadero nombre era Georgina Silva Jiménez) asesinó a su amante, Roberto Pumarino, de un certero tiro en un repleto salón de té del Hotel Crillón, lugar favorito de la aristocracia de la época.
El Lugar de la Otra es narrada desde el punto de vista de Mercedes (Elisa Zulueta), secretaria del Juzgado a donde llega el caso, relegando a un plano muy secundario a Geel (Francisca Lewin), al punto que sus escasas intervenciones no alcanzan para delinear al personaje, ni su relevancia en cualquier sentido; tampoco el insinuado efecto “espejo” entre ambas.
Lo más interesante que desarrolla el filme es la fascinación y asombro de Mercedes cuando, enviada por su jefe al gran y luminoso departamento de Geel, descubre la belleza y la elegancia de una forma de vida desconocida para ella, donde la cultura tiene espacio. Un contraste fuerte con su grisáceo cotidiano de mujer de clase media, que además de trabajar como secretaria, al regresar por las tardes a su estrecha casa debe hacerse cargo de la cocina, lavar platos, limpiar, planchar, mientras su marido, un buen hombre (Pablo Macaya) y sus dos hijos ya grandecitos no mueven un dedo. Porque “las labores del hogar” son cosa de mujeres.
Alberdi se inspiró en uno de los relatos contenidos en “Las Homicidas”, de Alia Trabucco, y hace suya una tesis algo forzada de que las acusadas, en aquella época, fueron indultadas —o declaradas locas— por el hecho de ser mujeres, lo que sería una manera de “invisibilizarlas”. En el filme, si bien el juez postula que se trata de “una loca” (una posibilidad cierta), a la vez le preocupa que la sociedad y los periódicos se le lanzarán encima por descartar la cárcel como pena y pensar más bien en un manicomio. De hecho, así reaccionan. Solo que a María Carolina, que dice “¡no quiero ir a un manicomio!”, la envían a una austera pero cómoda “celda” en un convento de monjas, espacioso y con jardines, donde ya se quisieran haber estado aquellas mujeres que entregan su testimonio en el documental “Malqueridas” (Tania Gilbert, 2023).
Es allí, a instancias de Alone, que Geel escribe su novela más conocida, “Cárcel de Mujeres” (bien poco feminista, en todo caso). Muy pronto vendría la petición de indulto al Presidente Ibáñez del Campo en una carta escrita por Gabriela Mistral (y firmada por otras intelectuales).
En Mercedes, el cambio que provoca este “hallazgo” de un mundo tan diferente al suyo es superficial: no desestructura nada de su vida laboral ni familiar. Más bien, como “Pretty Woman”, ello pasa por vestirse más elegante (con la ropa de María Carolina), maquillarse y peinarse y sí, también leer. Cuando su marido descubre dónde es que Mercedes pasa su tiempo libre demasiado a menudo, la “discusión” es tan fina y comedida que parece extraída de “Downton Abbey”.
Hay aciertos también en el montaje, como el desfile de testigos, que dinamizan el relato, así como ciertas precisas gotas de humor.
El lugar de la otra
Dirección: Maite Alberdi
Guion: Inés Bortagaray, Paloma Salas
Chile, 2024
Duración: 1 hora 29 min.
Tokio, finales de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico. Mahito, un niño de 11 años, pierde a su madre en un incendio y se refugia con su padre en el pueblo natal de ella. Allí enfrenta sus complejos sentimientos hacia su padre y su madrastra, Natsuko, que es la hermana pequeña de su madre, y su difícil adaptación en su nuevo colegio.
El Niño y la Garza es una historia mágica sobre la pérdida de la madre y lo que significa, además, dejar atrás aquellos lugares donde se ha crecido y generado vínculos.
De tono fantástico, el relato sigue la estructura de los sueños.
Estrenada en enero en cines, la última película de Hayao Miyazaki se quedó este año con el Oscar a Mejor Largo Animado, cuando todo las apuestas apuntaban a que se lo llevaría Spider-Man: Across The Spider-verse.
Hayao Miyazaki (83 años) no asistió a la ceremonia pero se encargó de difundir sus agradecimientos por la Redes Sociales. En realidad, quien posteó fue el cofundador de Studios Ghibli, Toshio Suzuki, quien afirmaría que Miyazaki estaba feliz pero avergonzado por haber anunciado su retiro y luego filmar esta película.
Si bien para algunos esta película no es la mejor de la extraordinaria filmografía de Miyazaki, su factura mantiene su inconfundible calidad. De hecho, ya había recibido el Oscar por la entrañable El Viaje de Chihiro en 2003 (también en Netflix).
Kimitachi wa dô ikiru ka
Dirección y guion: Hayao Miyazaki
Animación
Japón, 2023
Duración: 124 min.
Este documental es especialmente interesante porque aborda desde el lugar menos pensado y desprovisto totalmente de intenciones aleccionadoras la realidad de la transición de género.
El actor y comediante Will Ferrell, que se hizo inmensamente popular por su participación en Saturday Night Live, ha gozado de una carrera muy exitosa aunque preferentemente en TV. Sí ha hecho cine, pero habitualmente en un tipo de comedias más bien olvidables (tuvo un brevísimo rol en Barbie, que le venía como anillo al dedo).
Ferrell protagoniza este documental que se siente tan sincero como sorprendente, precisamente porque no viene de alguna estrella de Hollywood de esas que cuando se ven desocupados encuentran una causa de moda para reaparecer.
Simplemente se sienta frente a la cámara y relata lo que ocurrió cuando, pandemia mediante, dejó de ver a su amigo Andrew Steele, guionista del famoso programa desde casi sus inicios. Ambos casados y con hijos, habían departido una vida entera.
Un día Will recibe un mail en el que su amigo le relata, con mucha simpleza y afecto, que en este tiempo que se han dejado de ver, ha hecho una transición de género, que ahora se llama Harper (en honor a Harper Lee) y que si, sabiendo esto, él aún quiere ser su amigo.
De allí en adelante, Ferrell no solo le responde afirmativamente sino que le propone emprender aquello que Andrew le gustaba hacer: recorrer el país por carretera y parar en aquellos lugares que ahora, como mujer, a Harper se le podrían hacer más difíciles.
De manera que este documental es una road-movie en la que dos personas corrientes se ponen al día, conversan con mucha honestidad acerca de lo que significa este rotundo cambio y cómo (de verdad) lo percibe Will. El actor, a su vez, le pregunta a Harper, con genuina y afectuosa curiosidad, qué le resulta difícil, qué palabras o actitudes son “incorrectas” o le chocan.
Porque, al fin de cuentas, Andrew/Harper es la única persona trans que él conoce.
Will & Harper
Dirección: Josh Greenbaum
Documental
EE.UU., 2024
Duración: 114 min.
Roma, años 70. Los Borghettise son lo que se conoce como una familia “normal”: Felice trabaja y le va lo suficientemente bien como para que vivan en un amplio y luminoso departamento. Clara (Penélope Cruz), su mujer, se dedica a la casa. Tienen tres hijos: Adri (en algún momento fue Andrea), un pre adolescente siempre ceñudo, con disforia de género (que va al colegio vestido de mujer), un hermano más pequeño y una chiquitita que hace muchas preguntas.
Hay una relación muy fluida y cercana entre esta madre ocurrente, divertida y de una sensibilidad “fuera de lugar” para los cánones del entorno y su hijo con disforia de género. Más que Adri, Clara es una total extrañeza en este medio y época.
Pero la “normalidad” es un estado frágil en general y también lo es en los Borghettise. Si bien Felice no dice nada sobre Adri y pasan veranos y navidades con una extensa familia y grupos de amigos, pronto sus infidelidades pasan el límite que Clara puede tolerar.
La tensión contenida termina por explotar y se suceden hechos de violencia intrafamiliar. Clara pasa un período en “un lugar especial para descansar”, cosa que ella acepta, y luego regresa y se reintegra a la familia.
Todo ello se entreteje con alegres fiestas y ritos, ensoñaciones que se mezclan con la música y las canciones que ven en la televisión.
Los sueños como una posibilidad de entender la vida y sobrellevar la incomprensión, algo que une a Clara y Adri.
L’Immensità
Dirección: Emanuele Crialese
Francia/ Italia, 2022
Duración: 1 hora 39 min.
Salas: Cinépolis, Cinemark, Cineplanet, El Biógrafo, Cine Arte Viña y Normandie
Para seguir leyendo recomendaciones fílmicas, clic aquí.
Ver esta publicación en Instagram
Publicaciones relacionadas
La baja natalidad no es solo un dato estadístico: es un síntoma de una sociedad que ha hecho cada vez más difícil elegir ser madre. Urge repensar nuestras prioridades como sociedad y apostar por medidas que hagan de la crianza una opción viable, de lo contrario, la celebración del Día de la Madre va camino […]
Si llegan las viviendas y no llegan los servicios mínimos para dotar de vida de barrio, estamos frente a uno de nuestros mayores traumas; construir un nuevo Bajos de Mena, una nueva Parinacota u otra Villa Pucara, donde se repetirán los “Guatón Mutema” que correrán balas y serán príncipes de un Estado paralelo.
El Gobierno está perplejo e inmóvil. Mientras el presidente se encuentra en una gira internacional para construir puentes en un escenario global inestable, debe ocupar tiempo en abordar crisis nacionales (…) Seguimos observando una crisis ética-política, por lo tanto, se erosiona aún más la legitimidad escasa de la institucionalidad. Estamos al frente de una democracia […]
El caso Convenios ha implicado un duro golpe a instituciones públicas, a la sociedad civil y, principalmente, a la alicaída confianza ciudadana en nuestras instituciones (…) Esperemos que este nuevo caso que golpea en la opinión pública vaya de la mano de una voluntad política clara y decidida para el fortalecimiento de las instituciones y […]
Se podrían escribir páginas y páginas sobre este hombre que siempre prefirió invertir desde Omaha (lo más lejos posible de los analistas de Wall Street). Por años mantuvo su auto y nunca ha abandonado su gusto por la cherry coke y la comida chatarra. Quienes más lo extrañarán son sus miles de fieles seguidores que […]
