-¿Han cambiado las demandas que existían durante el estallido?
-Bastante poco. Que no haya gente protestando en las calles no significa que los problemas se hayan resuelto. Todo lo contrario, los problemas siguen ahí. Estamos escondiendo la basura debajo de la alfombra. La elevada desigualdad en términos de ingresos, la concentración del poder político, económico, mediático, territorial en términos de áreas verdes, en educación, en salud, etc.
Es un lastre que tiene que ser resuelto alguna vez y mientras más nos demoremos, más complejo, más caro, más difícil, menos viable va a ser resolver el problema.
-Tras el estallido señalaste que viste a una clase política asustada, y que eso la hizo comenzar a ceder. ¿Ese susto ya se les pasó?
-Absolutamente. Este temor y miedo que estaba instalado en la élite política, no tanto en la la élite económica, ya que estos rápidamente sacan sus recursos de Chile, o deciden invertir en otros países. Pero la élite política vio el problema, la gravedad y la magnitud de la situación, y reaccionó cediendo, por ejemplo, con un proceso constituyente.
Este fue un fracaso, pero más allá del fracaso del proceso, tenemos que reconocer que la clase política estuvo disponible para avanzar. Ese temor que impulsó esa apertura, ya pasó.
-¿Qué está sucediendo?
-En los últimos dos años hemos visto la instalación de un relato completamente distinto al que había en ese minuto. El estallido se cambia por octubrismo, políticas y reformas sociales se transforman en refundaciones, y se instala un relato que es súper peligroso, porque mientras no se afronten los problemas, la situación de desigualdad va a seguir presente.
Mientras no se resuelva, estamos básicamente en la misma posición que antes del estallido.
-¿Eso ha significado que no exista diálogo a nivel político?
-El diálogo lo perdimos hace tiempo.
Cuando uno evalúa la reforma de pensiones es una reforma que está en discusión desde el año 2003, no fue en el estallido, fue mucho antes, en el estallido aparecieron las pancartas con no más AFP, cambio en el sistema previsional y demanda por mejor pensiones, pero es una discusión antigua.
La falta de diálogo impide llegar a acuerdos que sean término medio. La falta de diálogo hace que no se avance, y eso hace que la mejora en las pensiones sea marginal e insuficiente para una gran fracción de la población.
-S&P advertía que uno de los problemas de Chile era la falta de consenso para llevar adelante reformas estructurales y eso nos está afectando como sociedad.
-Exactamente. Es la falta de acuerdo, la falta de diálogo, y la falta de un nuevo contrato social. Si no nos ponemos de acuerdo no hacemos reformas. Por ejemplo, ves la discusión empantanada en pensiones, pero también ves a un grupo de diputados, ex ministras y personeros del gobierno anterior que están anunciando una contrarreforma en educación.
Cuando escucho, digo “veamos si es que la evidencia lo acompaña”, y eso no es evidente, y en segundo lugar, veamos si es que una contrarreforma sería productiva. Al final si un gobierno va a empujar hacia A y otro gobierno empujará hacia B, y se van alternando en el poder, al final vamos a quedar donde estamos. Ese tipo de actitud no contribuye.
-¿Sigue siendo la desigualdad la piedra de tope para avanzar hacia el desarrollo?
-Para que las economías crezcan se requiere de una clase de media fuerte y sólida, de instituciones estables, una estabilidad sociopolítica, y todo ello son ingredientes que alimentan a una sociedad más justa. Cuando das educación de calidad, no solamente se mejoran los niveles de equidad, sino que también se mejoran los niveles de eficiencia y de crecimiento futuro.
Pensar en educación en términos de inversión. Al parecer todo el mundo entiende la relevancia de este punto, pero a la hora de discusión política, pero no se llega a consenso, porque si bien hay diagnóstico común, posteriormente las soluciones son distintas y se termina en un diálogo de sordo en el que no se llega a ningún punto.
-Según algunos expertos, la educación es la que logra que muchos superen su condición actual. Pero cuando se dijo que había que sacarle las ruedas a los patines de los colegios privados, se entendió que había que emparejar para abajo.
-Lo que yo entendí al menos, era una señal de competencia pareja. Una parte clave de la reforma de educación de inclusión fue la eliminación de la selección, eso no era quitarle libertad a la familia, al revés, era darle libertad a la familia. Lo que tú le estabas quitando era la opción de discriminar por parte de las escuelas. La pregunta era ¿de qué lado te ponías, del lado de la familia o del lado de los sostenedores?
Mucha gente, desde la DC para la derecha se alinearon con los sostenedores de las escuelas. Curiosamente, son personas que tienen establecimientos educacionales. Era fácil entender por qué opinaban desde esa métrica. Si tú te pones a defender la libertad de la familia a elegir, entonces era una reforma que deberías haber apoyado, no haber tratado ni haber puesto palos en el camino.
-¿Por qué?
-Que los alumnos que estaban yendo al liceo emblemático y dejaron de ir se fueron a otros liceos y desde ahí siguen entrando a la universidad. En otras palabras, los liceos emblemáticos lo que hacían era concentrar a buenos alumnos y alumnas. Sin embargo, cuando esos alumnos emigraron a otro establecimiento lograron llegar a la universidad desde esos liceos.
Esos dos antecedentes demuestran que la reforma no afectó a los alumnos más vulnerables o a los alumnos que antes accedían a los liceos emblemáticos. Es importante hablar con evidencia y menos con consignas.
-¿Cuánto crees que afecta la desconfianza que las personas tienen de las instituciones?
-Es un tema clave. Cuando uno no tiene confianza en las instituciones lo único que se va a lograr es un debilitamiento de estas instituciones, su degradación. No es posible construir una sociedad próspera, equitativa, inclusiva y generosa con instituciones débiles o con la gente desconfiando del poder político, de su gobierno, de los carabineros, de los bomberos, de la Justicia. Esa situación no es sostenible.
-¿Cuál es tu posición con lo que ocurre en la Universidad de Chile y la posición que tomó el decano de la FEN, José de Gregorio, de endurecerse frente al movimiento estudiantil?
-Estoy de acuerdo con el decano José de Gregorio. Me pareció tardía la posición de todos los decanos en la Universidad de Chile. Me parece que todos, me incluyo, deberíamos haber tenido una defensa más fuerte de la institucionalidad y también con el equipo de la rectora Rosa Devés. No corresponde tolerar este tipo de comportamientos.
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