-¿Cómo ves el panorama presidencial en el oficialismo?
-Creo que se están tomando la carrera presidencial con demasiada calma. Impera la errónea idea de que como en la última elección Gabriel Boric apareció por los palos, no hay que apurarse, porque todo se puede resolver en la recta final. Pero eso fue una anomalía. La política chilena no funciona así. Desde el retorno a la democracia siempre han existido candidaturas presidenciales robustas, que se van fortaleciendo a través del tiempo.
Generalmente, quien puntea en las encuestas 18 meses antes de la elección, gana. Boric surgió en un contexto en el que sucedieron cosas excepcionales: hubo un estallido social y las coaliciones tradicionales se desintegraron. Entonces, no se puede confiar que en los últimos meses surja la “solución”, sobre todo si no se ha hecho nada por generar nuevos liderazgos. La política chilena siempre ha sido predecible, especialmente ahora con el voto obligatorio, ya que tendremos un padrón electoral más parecido al de los 90s.
-¿Y qué se puede hacer en este escenario?
-Esa es una pregunta cruel porque la centroizquierda debió haber empezado en 2009 a impulsar figuras alternativas. Sin embargo, durante el gobierno de Sebastián Piñera simplemente se “echaron para atrás” y descansaron mirando cómo los grupos estudiantiles y el movimiento social surgido en Aysén le hacían la vida imposible a la derecha.
Estaban confiados porque sabían que Michelle Bachelet volvería. Luego de su segundo gobierno tampoco hicieron nada y terminaron sucumbiendo frente a la generación de sus hijos, representados por el Frente Amplio. Por eso, me extrañaría que en estos últimos meses hicieran el trabajo que no han hecho.
-¿Es entonces una carrera perdida frente a Evelyn Matthei?
-Todo indica que ella será la próxima presidenta, y sería muy raro que alguien le arrebatara el triunfo en el último momento. A eso hay que sumarle que, a nivel mundial, hay un ciclo “oposicionista” en contra de los gobiernos que han tenido que administrar la inflación post pandemia.
En Chile ya probamos con una nueva generación de izquierda muy rupturista y ese anhelo tan intenso de transformaciones terminó por agotar a todos. Entonces es lógico que ahora tengamos una “resaca retro”, y que la gente quiera volver a algo más conocido, con más tonelaje y estabilidad; algo que nos recuerde el “gen piñerista”. La derecha tendría que cometer errores muy estúpidos para no llegar al poder en la próxima presidencial.
-¿Cómo ves la irrupción de Johannes Kaiser?
-Él no es una amenaza para Matthei, sino que para José Antonio Kast porque pelean por los mismos votos. Distinto sería si la llegada de Kaiser significara un aumento en la votación tradicional de la derecha, y que ahora alcance al 60%.
Yo más bien tengo la impresión de que su apoyo se debe a que Kast se está desinflando. Ya no es una novedad. Al líder de los republicanos nunca le ha salido muy natural el denunciar a las élites. Su discurso rupturista, anti corrección política y anti globalización, Kaiser lo perfeccionó y suena más auténtico. Con su perfil contestario y rebelde, se parece mucho más a la derecha populista radical que hoy triunfa en varios países.
Sin embargo, el votante de derecha es muy pragmático, por lo que sería muy raro que se opte por él si sabe que Matthei tiene muchísimas más posibilidades de ganar.
-¿Crees que deberían invitarlo a una primaria?
-Es una decisión compleja, porque si suman a Kaiser, todo el electorado de Kast va a participar, lo que hará que mucha gente vote, aunque no creo que supere a la ex alcaldesa. La pregunta es cuánto le suma a ella competir con él.
Hay muchos en RN y Evópoli que prefieren que Kaiser vaya a primera vuelta, para que en ese momento se destruyan con Kast y se dividan los votos. Así, Matthei quedaría como líder exclusiva del sector.
-¿Qué le conviene a Kaiser?
-Hace una semana, yo le habría recomendado que sí o sí participara en la primaria, porque habría atraído a ese votante que se identifica con la “derecha sin complejos”, como ellos mismos se llaman. Y, al día siguiente, el actual diputado podría decir “ahora tengo un liderazgo nacional” y ser senador por donde quiera, y hacer lo mismo que Felipe Kast cuando compitió con Piñera en la primaria.
Sin embargo, hoy, después de su subida en las encuestas, podría optar por ir a una primera vuelta, sacar un voto más que José Antonio Kast, y jubilarlo.
-¿Es posible?
-Difícil porque una cosa es la intención de voto y otra el efecto de contar con una estructura nacional y desplegarse por todo Chile. El Partido Republicano tiene parlamentarios, alcaldes y concejales que mueven votos.
-¿Esta derecha más extrema tiene alguna posibilidad real de dar vuelta el escenario político y llegar al poder como lo hicieron Javier Millei y Donald Trump?
-No me quiero casar con una respuesta, porque después las cosas pueden resultar de otra manera. Dicho eso, creo que nuestra política tiene algunas características que hacen más difícil que suceda algo así. La centroderecha tradicional ha resistido de manera más o menos digna y alcanzó a reaccionar a tiempo al embate de esta derecha populista radical. El resultado de la elección municipal demostró que ha aguantado bien el chaparrón.
También ayudó el fracaso del Partido Republicano en el segundo plebiscito constituyente y la trágica muerte de Sebastián Piñera. Esto agrandó la figura del ex presidente, quien era capaz de negociar y llegar a acuerdos. Es decir, lo contrario a lo que representa la derecha radical.
-Pero esos son casos puntuales que se podrían olvidar pronto. ¿Chile está inmune a un presidente estilo Bolsonaro?
-Claramente no, así como tampoco está inmune a que la marea cambie y que, desde la izquierda, aparezca un líder más radical que Boric. Sin embargo, no creo eso suceda en este ciclo electoral.
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Mientras, un 45% no votaría por Matthei y un 49% no lo haría por Bachelet. Además, un 60% no sufragaría por José Antonio Kast, un 61% no lo haría por Johannes Kaiser, un 63% no lo haría por Tomás Vodanovic y un 70% no lo haría por Carolina Tohá.
Para Boric es fundamental que el candidato del oficialismo concite la unidad del sector, represente una continuidad de su discurso y rinda en lo electoral. A juicio de analistas, Bachelet es quien cumple con esas tres condiciones. Pero, además, el Mandatario estaría aspirando a mantener su liderazgo en la izquierda, pavimentando el camino para un […]