-El gobierno termina con un 17% aprobación en la encuesta Criteria. ¿Esto es un cambio respecto a otros gobiernos que al finalizar su mandato repuntan?
-Piñera es el único presidente que no solo termina con la mayor tasa de desaprobación ciudadana, sino también a la baja. De alguna manera, no logró revertir después del estallido social y la pandemia el descrédito de la ciudadanía. De hecho, si no hubiera sido por la buena gestión de las vacunas, el gobierno hubiera tenido un nivel de desaprobación que hubiera superado el 80 %.
-¿La preocupación por la economía ha aumentado?
-Preguntamos a la gente cuáles consideraban las medidas más importantes del programa de Boric. Y un sueldo mínimo de 500 mil pesos salta con fuerza en esta última medición. Sin embargo, las expectativas económicas de la gente van a la baja. Y un cierto pesimismo se ha agudizado. La economía es una preocupación.
La encuesta muestra que la percepción sobre la economía vuelve a estar en zona roja. Lo mismo con la situación económica personal, que no mejora. La gente está notando que el costo de la vida está creciendo.
-¿Boric, sin embargo, aún llega con altas expectativas?
-Hay muchas expectativas depositadas en Boric, pero en su persona, no tanto en el gobierno La agenda económica se va instalar con mucha fuerza en el corto plazo. Y el problema es que Boric tiene más atributos en el largo plazo. Eso puede ser complejo.
La gente está sintiendo el alza del costo de la vida, por la inflación, y también por la falta de liquidez ante el retiro de los estímulos fiscales y ante el término de los retiros de fondos previsionales. Tenemos una urgencia que se va a instalar con mucha fuerza y probablemente el gobierno tendrá que hacerse cargo muy pronto de esta agenda.
-¿La migración será otra prioridad?
-Absolutamente. Eso es relevante. En su programa decía que se establecería una política más restrictiva o selectiva de migración. Ese tema sube mucho en los últimos dos meses.
En un contexto de expectativas estables, lo que llama la atención es el alza del establecimiento del sueldo mínimo de 500 mil pesos. Y la promesa de establecer una política más restrictiva en migraciones.
-¿La Convención sale mal parada?
-Está con niveles de desaprobación mayores que los niveles de aprobación: 48% versus 31%. Hay un nivel mayor de insatisfacción y desinformación importante respecto de la Convención. Incluso, el 47% no ha escuchado o no conoce que haya un plebiscito de salida. Eso es bien notorio. Por más que la Convención invite a informarse, lo que la gente sabe tiene que ver con la dinámica que se da al interior de la Convención más que con los contenidos.
Paradójicamente, la gente se queda con la idea mayoritaria de haber aprobado un plebiscito para reformar la constitución, desconociendo que debe ser votada en un plebiscito de salida. Considero que el principal descubrimiento, frente al plebiscito de salida, es que la mayoría, un 43 %, dice que aún no tiene claro. El 36% aprobaría y el 21% rechazaría.
-¿No hay conocimiento sobre las normas?
-La gente está bastante desorientada, medio perdida, se está quedando con titulares. Quizá no hace distinciones sobre los contenidos en forma positiva o negativa, porque no influyen en su vida concreta. Lo ven como algo muy leguleyo. Aun así, la gente no sabe qué hacer o más bien tendería a aprobar. Rechazar aparece como una decisión poco atractiva, porque no hay otra opción sino volver a la Constitución de 80.
Dicho eso, la foto que uno ve no es positiva para la Convención. Y tampoco es positiva para el plebiscito de salida. Porque se ve una foto que va a terminar muy polarizada. Una elección donde las minorías movilizadas van a hacer una diferencia, pero la mayoría de la población va a quedar al margen, sintiendo que es una Constitución disputada por los poderes políticos. En ningún caso va a terminar como una constitución aplaudida o abrazada por ser una Constitución de todos.
-¿Sería una carta magna de poca estabilidad?
-Puede terminar siendo leída como la Constitución de la izquierda y de los pueblos originarios. Eso no le conviene ni al texto, por la estabilidad del mismo, ni a Boric, porque el próximo gobierno está comprometido con la Constitución. Si el gobierno queda amarrado al plebiscito de salida y ahí se enjuicia más al gobierno que al texto en su mérito, evidentemente Boric va a perder mucho capital político en menos de un año, porque ese plebiscito va a ser muy disputado.
-¿Qué escenarios de salida le quedan?
-Incluso prorrogar el plazo, pero sobre todo buscar un nuevo pacto que apunte a que al menos los sectores que votaron Apruebo, incluso en la derecha, sientan que el texto es de ellos. Y de ese modo terminemos en un plebiscito en que la gente se sienta convocada. Por una Constitución no de izquierda ni indígena, sino de todos.
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