Los 15 títulos que incluye esta preselección tiene como clara favorita a la japonesa Drive My Car (R. Hamaguchi). A su vez, la danesa Flee (en Mubi) no solo ha sido igualmente aclamada sino que además clasificó en Mejor Película Documental. En esa lista compiten A Hero, filme del premiado cineasta iraní Asghar Farhadi (Una Separación, El Viajante) y la última de Paolo Sorrentino (Oscar 2014 por La Gran Belleza): Fue la Mano de Dios.
La más personal de las realizaciones de Sorrentino, Fue la Mano de Dios es autoficción, una suerte de autobiografía filmada, en el que los nombres están cambiados y las situaciones mezclan realidad y ficción, dando espacio a que aparezca el singular sello del cineasta italiano.
El relato se acota a un período muy concreto de la vida de Sorrentino en su Nápoles natal, entre 1984 y 1987, cuando él era un adolescente que iba al colegio, y que se vincula con el nombre del filme.
Fue el período en el que los napolitanos soñaban con que Diego Armando Maradona jugara por el equipo local, lo que se concretó y los llevó a ser campeones del país. Y fue la época en que vieron aquel partido del Mundial, el del mítico gol de Maradona (“la mano de Dios”) que le dio la Copa a Argentina ganándole a Inglaterra.
En ese breve período, la vida de Paolo, aquí llamado Fabietto Schisa (Filippo Scotti), se parte en dos. Y la película también: en su primera hora es una comedieta, con mucho personaje felliniano.
El segundo “tiempo” se corta con una tragedia que marcó su vida y que lo empuja hacia su madurez y a la búsqueda de su vocación. La presencia de Nápoles y el mar envuelven la historia. La naturaleza, los almuerzos campestres con enormes grupos familiares, cada quien con su peculiaridad, las calles de noche, los grandes espacios por donde circulan hacen de la ciudad un personaje relevante.
Toda la película está llena de secuencias memorables.
Quizás las más conmovedoras son aquellas que tienen que ver con la búsqueda del arte: Fabietto pasa por una calle y presencia una filmación y luego irá a ver la película en una sala; sus idas al teatro varias veces, fascinado por la actriz; su encuentro con el director de cine y sus paseos nocturnos por lugares impensados en conversaciones tan zigzagueantes como pueden ser las que se dan entre un chico aún asombrado y un hombre que tiene más para criticar que para motivar.
Si Maradona es la presencia ante la que la ciudad se convierte en un colectivo delirante —ya sea en el estadio o apiñados frente a un televisor, de un balcón a otro de los departamentos— para este chico es también una inspiración.
Fue la Mano de Dios (È stata la mano di Dio)
Aunque viene precedida por muy buena crítica y suma 12 premios y 11 nominaciones, México dio una buena sorpresa al aparecer con Noche de Fuego entre las preseleccionadas a Mejor Filme Internacional. Esta entrañable y dramática película pone su foco en la violencia de la que son víctima las niñas, aquellas cuya infancia está amenazada en los pueblos rurales en que intentan sobrevivir con sus familias.
Si la mujer siempre ha sido botín de guerra a lo largo de la historia, estas preadolescentes son las elegidas por los grupos narcos —el que vaya pasando— que las secuestran para su diversión. Nada de lo anterior es mostrado en la película: aquello está sugerido, porque durante la mayor parte del metraje, el filme toma el punto de vista de Ana, quien, a sus 13 años no entiende del todo lo que sucede.
Su madre, Rita, está sola: su marido se fue hace dos años con la promesa incumplida de enviarles dinero. Rita sabe que debe extremar los cuidados para evitar que su hija sea víctima de aquello que le ha ocurrido a otras chicas de por ahí. Pero también quiere protegerla del horror de la verdad, para que viva su infancia de la manera más normal posible.
Por eso Ana no entiende y se rebela cuando al comienzo la hace cavar una zanja y le enseña a meterse dentro de ella. Como sus amigas, ella también irá a la peluquería para que le corten su linda y larga caballera —una secuencia inolvidable— con el pretexto de evitar los piojos.
Es lo que le dicen Rita y la peluquera, mientras intercambian miradas cómplices.
Ana y sus amigas juegan, van a la escuela donde un profesor da lo mejor de sí y viven muchos momentos alegres. La amenaza las rodea, mientras sus madres intentan mantener sus vidas en un curso normal.
En el pueblo hay grupos militares custodiando, una misión médica llega a atender las necesidades, unos helicópteros rocían pesticidas para cuidar las cosechas donde varios trabajan, aunque el veneno caiga en medio del camino sobre alguna de las niñas que va camino al colegio.
También circulan por los caminos serpenteantes de este luminoso y verde valle caravanas de camionetas negras y se escuchan tiroteos. “Es el nuevo cartel”, susurra alguien mientras se tiran al piso de la peluquería para no ser alcanzadas. Las noticias hablan de corrupción y aunque de pronto oyen ruidos amenazantes cerca de casa, Ana no entiende porqué su madre le dice que no hay que llamar a la policía.
Si hay películas que se quedan adheridas al alma esa es Noche de Fuego.
Noche de Fuego
Una comedia irreverente
Aunque no está claro si No Miren Arriba llega a clasificar en algunos de los premios más sonados, en estas “listas cortas” al menos asomó con dos prenominaciones: mejor música y mejor canción (“Just Look Up”). Con ello suma 7 premios y 30 nominaciones.
Ácida, irreverente y muy crítica, esta comedia de Adam McKay le pisa los callos a la política (y los políticos), al periodismo “polilla”, la TV basura y apunta al torpe uso y abuso de las Redes Sociales que convierte a ciudadanos corrientes en inescrupulosos y agresivos seres, alegres víctimas y victimarios de las fake news.
No Miren Arriba comienza cuando Kate Dibiasky (Jennifer Lawrence), una estudiante de astronomía que está haciendo su doctorado, descubre que un inmenso cometa se acerca a la Tierra y amenaza con colisionar en 6 meses, de acuerdo a sus cálculos. Su profesor, el Dr Randall Mindy (L. DiCaprio), asombrado, corrobora sus cálculos, descartando el más mínimo margen de error.
Hay que avisar a la Casa Blanca. Aunque consiguen comunicarse con alguien que les hace algún caso, una vez allí recién comienzan sus desventuras. La Presidenta (Meryl Streep) y su jefe de gabinete (Jonah Hill) están preocupados, primero de celebrar un cumpleaños (y ella de su aspecto) y luego de un lío de proporciones en que se ha metido el aliado de la Casa Blanca. Y más importante aún, de las próximas elecciones legislativas.
La primera reunión en el Salón Oval es delirante, como casi todo en la película. Kate es el único ser sensato y capaz de poner la pelota en el piso, aunque la Presidenta la fulmine con la mirada. Recurren a la prensa. Primero a un periódico serio. Luego a lo que vendría a ser un matinal, donde la conductora (Cate Blanchett) seduce al Dr Mindy.
Kate sigue siendo la única con los pies en la Tierra (nunca mejor dicho), lo que resulta fatal para ella, de las maneras más impensadas. Se convierte en un meme (literal), porque, obvio, ¡nadie quiere oír tan malas noticias!
A medida que los hechos avanzan el lío crece. Pero ¡oh! por esos enredos de la política, la Presidenta logra lo que más le importa en la vida: subir en las encuestas. El derrotero que va tomando la historia es escalofriantemente real, aunque esté arropado por un ritmo y unos personajes que parecen sacados del varieté.
No miren arriba (Don’t Look Up):
Los hermanos Wachowski (ahora Hermanas Wachowski) revolucionaron el cine de ciencia-ficción con Matrix , una película que se sumergía de lleno en las realidades virtuales de los video juegos e instalaba la inquietud de la incapacidad del ser humano para distinguir la realidad de la ficción.
Las dos secuelas fueron de más a menos y parecía que ahí quedaría la aventura. Sin embargo, esta revisión tiene algunos puntos interesantes.
Lo primero es que se asume la distancia del tiempo y las experiencias que ha adquirido el espectador durante estos años. Lo retro se ve desde el comienzo, en aquellas letras. Luego, hay un perfecto uso del metalenguaje que abre espacio al humor bien instalado (no más detalles para evitar spoiler).
Neo (Keanu Reeves) es un mundialmente famoso diseñador de videojuegos que trabaja en un rascacielos con un jefe con el que se entienden a regañadientes. Asiste regularmente al siquiatra porque (adivinen) se le confunde la realidad con la ficción. De pronto divisa en un café a ¡Trinity! (Carrie-Anne Moss) que en realidad es una señora casada y con hijos.
Toda esta presentación se toma su tiempo (quizás mucho).
Ciertamente luego comienza la acción y los giros y las verdades que no son verdades y así sucesivamente. De todos modos hay un exceso de conversaciones y explicaciones que lastran una historia que puede resultar inquietante.
Matrix Resurrecciones (The Matrix Resurrections)
Para mí, la mejor película navideña es Klaus (nominada al Oscar 2020 mejor largo animado).
Esta original, encantadora y divertida fábula tiene de protagonista a Jasper, un patán que vive a cuerpo de rey, a costillas de su poderoso padre, director de la Real Academia Postal. Para que despabile, el padre lo envía a un remoto y gélido lugar desde donde no podrá regresar hasta haber enviado 6 mil cartas en el plazo de un año.
La travesía hacia tierras polares incluye abordar una embarcación tenebrosa que tras cruzar una densa y grisácea neblina lo deposita en un horrible pueblo: Smeerensburg. Además de abrirnos a los recovecos de un protagonista de honduras insospechadas y finalmente muy querible, la película se prodiga en personajes cuando menos asombrosos y algunos tan inolvidables como la pequeña lapona Márgu.
Con Klaus, su realizador Sergio Pablos decidió imaginar la prehistoria del Viejo Pascuero, pero en lo que se concentra la película es en el singular viaje personal de Jesper.
Un antihéroe por definición, en su afán por alcanzar la meta que lo sacará de allí Jesper consigue, a través de su propia búsqueda de sentido vital, destrabar a una comunidad enredada en rencores infinitos. Todo bajo un lema de improbable resultado en tal contexto: “un acto sincero de bondad siempre provoca otro”.
De exquisita factura y cargada de humor.
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… y de Willem Dafoe, Emma Stone y Jenna Ortega. Hay mucho que ver este finde en cines (en una temporada muy cargada al terror) y en streaming (algo más relajado).
Junto con la evolución de la misma danza en su técnica e interpretación, nuevas versiones han aparecido para deleitarnos o asustarnos.
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Es de esperar que en la discusión en el Congreso se corrija el rumbo de este mal diseño de política pública que genera distorsiones al mercado eléctrico. Para lograr esto, es necesario que el ministro encargado de la billetera fiscal salga de su silencio y tome el liderazgo en esta discusión.