Con Evan Peters y Richard Jenkins en los protagónicos, su cocreador Ryan Murphy le dedicó 10 episodios a este serial killer conocido como “el carnicero de Milwaukee” (nunca mejor dicho), que asesinó a 17 adolescentes y jóvenes. Mega producción, con música de Nick Cave (y Warren Ellis).
MONSTRUO: LA HISTORIA DE JEFFREY DAHMER (En Netflix)
Si aun no la han visto, algunas advertencias: es derechamente sórdida No solo cruda (canibalismo, mutilación, necrofilia). Hay escenas realmente repugnantes, nivel gore, que uno quisiera saltárselas (o no haberlas visto nunca). Esto es violencia real, representada, pero real.
No hay reflexiones muy profundas ni espacio para ello (por ahí, la desidia de la policía). Cualquier historia de esta índole apela a nuestro natural morbo (nuestro lado sado-masoquista). Este es un producto comercial exitosísimo porque corrió todas las barreras posibles para satisfacer aquello. (Quizás por aquí va la más relevante reflexión que hacerse)
Tal vez para atenuar los reclamos de cercanos a las víctimas por el shock que significó esta producción, la plataforma respondió con Las Cintas de Jeffrey Dahmer, la docuserie de 3 episodios, que reúne testimonios de abogados, periodistas, fiscales, forenses. Y por cierto: las declaraciones del verdadero Dahmer. Aunque sea solo al escuchar el veredicto final, hay aquí más empatía hacia las víctimas.
Si quieren verla, bajo su responsabilidad: yo no se las recomiendo. Sí les recomiendo estos títulos europeos que se alejan mucho de esta fórmula y que solo tienen en común estar basadas en hechos reales.
Sobre todo esta magnífica serie política inspirada en la mítica Sissi:
LA EMPERATRIZ (En Netflix)
Imprescindible y ¡adictiva! Más que desmitificar la edulcorada visión que nos dejó la saga de Sissi Emperatriz —con la bellísima Rommy Schneider como protagonista—, el gran valor de esta serie es que es un potente y rico relato político-histórico.
Justo cuando presenciamos online el cruento ataque de Putin contra Ucrania, todo aquello que vamos viendo en La Emperatriz nos recuerda cuán conectada está la historia de occidente (y del orbe). Porque la historia es un continuo.
El entonces poderoso Imperio Austro-Húngaro, como todos, decía defender su status de tal. El mismo que terminó en Sarajevo en ese episodio que dio pie a la Gran Guerra, la que fue “solucionada” tan mal (Tratado de Versalles) que no tardó en explotar la Segunda Guerra Mundial. Y si todo ello “reordenó” el mundo, la sangrienta Guerra de los Balcanes (por nombrar una) se encargaría de hacernos ver que los “arreglos” no fueron tal, justamente en aquella parte del mundo.
Aunque ha sido profusamente alabada por su Dirección de Arte —y con mucha razón— hay al menos un par de “detalles” en La Emperatriz que hacen ruido en peinado o vestuario. Pero son detalles. Lo que sí sobra es el sexo de película noventera, que tampoco es que sea excesivo.
La serie alemana ficciona con la historia de Isabel de Baviera (Devrim Lingnau), posteriormente de Austria, desde 1853, cuando conoce al emperador Francisco José I de Austria y se casa con él. En Francia la Revolución Francesa había concluido con Bonaparte como Emperador.
La madre de Francisco José, la archiduquesa Sofía, es un águila de garras poderosas: aguda, diestra y decidida, es pieza clave en esta partida de ajedrez. Pero Isabel, con su carácter desconcertante y espíritu libre, tiene lo suyo y no solo por su sensibilidad y carisma.
En este tablero difícil y cambiante hay mucho rey, reina, caballos y alfiles. (Y a no descuidar a los peones). Las intrigas, las luchas de poder, las traiciones ocultas, los giros no se detienen. Y son del todo verosímiles y sorprendentes. Muy lejos de lo telenovelesco, durante “la boda”, en relatos paralelos se suceden trascendentes hechos y situaciones que están lejos del clásico desfile de vestuario y bailes.
La T2 se espera para el próximo año.
La Emperatriz ( Die Kaiserin )
LA GRAN INUNDACIÓN. (En Netflix)
La serie construye una ficción a partir de un hecho histórico, también de alcances políticos, menos conocido mundialmente: el desastre natural que afectó a ciudades de Polonia, Alemania y la República Checa en 1997.
El relato transcurre en una Polonia que recién venía saliendo del dominio soviético (y antes, de Hitler) y se muestra como lo que era: un país más bien pobre, desestructurado, a medio “rearmar”.
La serie sigue a una científica, Jasmina Tremer, especialista en hidrología, que vive en pleno campo con su pareja. Midiendo los niveles de arroyos cercanos, se da cuenta que algo se está gestando.
Cuando la amenaza de inundaciones se aproxima a la capital de la Baja Silesia, el gobierno la requiere, pero allí se encontrará con un científico refractario a sus análisis y con un político que intenta apoyarla. De carácter rudo, Jasmina sabe lo que hay que hacer y no cederá. Pero las decisiones que hay que tomar afectan a poblaciones de campesinos provocando graves conflictos.
Ya desde el comienza Jasmina se da cuenta que no solo todo funciona más o menos al lote sino que los mapas que le facilitan durante las reuniones están totalmente desactualizados.
Mientras estos hechos se van sucediendo, corre en paralelo la historia de la protagonista, con un pasado turbulento y una madre con una compleja enfermedad a la que no ha visitado en años. También hay un drama que ella ha esquivado por mucho tiempo y que la relacionan con la autoridad local.
La gran inundación (Wielka woda)
DESAPARECIDA EN LORENSKOG (En Netflix)
Este true crime europeo es un misterio sin resolver. En contraste con el caso anterior, en estos hechos policiales ocurridos en Noruega en 2018, la acuciosidad, la pulcra organización, los recursos precisos y muy bien empleados marcan la investigación. Ese año, Anne-Elisabeth Hagen, de 69 años, esposa de un rico empresario, desapareció de su casa, una mansión ubicada en un suburbio de Oslo.
La serie, que ficciona los hechos, sobre todo la vida personal de algunos protagonistas, sigue a los oficiales de la Policía a cargo del caso, luego a periodistas que se dedicaron a investigar y también a ciertos informantes. Allí se detiene, por ejemplo, en la labor periodística, su empeño y sus limitaciones, encarnadas principalmente en una joven reportera, la editora y un profesional que sufre las consecuencias de encontrarse con personajes siniestros.
Las posibles pistas se movían entre Noruega, Suecia e incluso personajes de Polonia. En un momento, el marido de la secuestrada, Tom Hagen, fue sindicado como el principal sospechoso. Y también apareció una carta de rescate solicitando 10 millones en criptomoneda Monero (imposibles de rastrear).
Hubo arrestos, datos que al final no condujeron a nada. Desde 2021, este es un caso abierto. Incluso en estas historias, el espectador está acostumbrado a un “happy end”. Aquí se irá de bruces contra la realidad: la serie es tan fascinante como desconcertante.
Desaparecida en Lorenskog (Forsvinningen på Lørenskog)
Para saber qué ver en cines y por streaming, no te pierdas el recomendado semanal de Ana Josefa Silva en Ex-Ante.
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