Algo es algo: Platos limpios

Por Juan Diego Santa Cruz, cronista gastronómico y fotógrafo

Al final, lo que queda en la memoria son las comidas, la conversa y la diversión nocturna junto a los amigos y platos sucios, o mejor aún, limpios de tanto lengüetazo que les dimos. Algo es algo.


De tanto en tanto me toca cocinar tallarines con salsa de tomate para un lote grande y hambriento, que necesita toda la energía que puedan absorber el viernes en la noche para gastarla en el partido del día sábado. La situación impone algunos elementos logísticos fáciles de sortear como una olla muy grande y un par de coladores que den el ancho. El resto es hacer todo lo más simple posible porque el objetivo es claro: que un grupo de amigos lo pase bien y goce la más simple de las pastas, no tanto por lo buena, sino porque se come en inmejorable compañía.

La pieza más importante de la cadena logística del ágape es la máquina lavadora de platos, también conocida por el cacofónico nombre de lavavajillas. La maquinita, pieza fundamental de celebraciones numerosas, se la tenemos que agradecer a una vieja de mierda llamada Josephine Cochrane que creció en Valparaíso, el limpio, que está en Indiana, Estados Unidos.

A la inventora le gustaba atender a sus invitados con la mesa impecable y gracias al amistoso de su marido, tenía que hacerlo con frecuencia. Supervisaba con ojo de lince que todo estuviera impecable hasta que invariablemente llegaba el momento donde encontraba alguna fuente o vaso saltado. Doña Josephine explotaba al instante y terminaba empapelando a sus sirvientes de adjetivos poco amables, acusándolos de ser unos inútiles incapaces de lavar un sólo plato sin romperlo. Llegó el buen día en que la cólera pudo más y la señora Cochrane creó, a punta de ñeque e ingenio, la lavavajilla.

Me imagino que las comidas en su casa deben haber sido muy limpias pero también muy fomes y estiradas gracias a la tensión que de seguro aportaba su anfitriona. Porque si se trata de pasarlo bien alimentando a una horda de adolescentes o a sus mejores amigos, vale la pena enfrentar hasta una ruma de platos sucios a la mañana siguiente. Eso sí, es mejor la existencia humana con menos esfuerzo innecesario y la gringa gritona y maltratadora nos ha ahorrado trillones de horas con las manos debajo del agua caliente. Gracias Josephine.

Los que encontraron rumas de platos sucios fueron los empleados del desaparecido restaurant bonaerense “Río Bamba”. En alguna mañana de los años 30, al abrir el local no entendían por qué la cocina estaba patas para arriba, llena de ollas, sartenes y platos usados pero sin ningún resto. La noche anterior, justo antes del cierre, el dueño del local dejó entrar a sus clientes habituales, los señores Gramajo, para que terminaran la farra en compañía de sus amigos. Como una cosa lleva a la otra, se tomó vino y vino el hambre. En la cocina encontraron todo para freír unas papas, saltear jamón y revolver huevos que juntaron en una sola preparación y que devoraron junto a su comparsa. Los Gramajo eran unos tipos elegantes, vividores y buenos para la juerga que sin querer queriendo inventaron el revuelto que llevará su apellido tal vez para siempre.

Al parecer ensuciando se hacen los nombres porque de la señora Cochrane quedan solo rastros en Wikipedia. Los que parten la vida ensuciando poco y comiendo tallarines con sus compinches de seguro evolucionarán, con o sin lavavajilla, a noches más largas y preparaciones más grasientas. Al final, lo que queda en la memoria son las comidas, la conversa y la diversión nocturna junto a los amigos y platos sucios, o mejor aún, limpios de tanto lengüetazo que les dimos. Algo es algo.

Receta para el domingo

Revuelto Gramajo

  • para 6
  • 1 kilo de papas cortas finas (paille) (papas fritas flacas)

  • 1/2 kilo de jamón en julianas

  • 12 huevos

Fría las papas dos veces hasta que estén doradas. Agregar sal y reservar

A continuación dorar el jamón en mantequilla y cuando esté dorado agregar los huevos y cocinar a fuego muy bajo retirando cada 15 segundos el sartén de la llama para que queden muy cremosos. Una vez listos los huevos con jamón poner sobre las papas fritas y revolver. Servir de inmediato y ¡a gozar!

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