El cura jesuita Hubert Cieslik miró la huerta de la parroquia y vio que los zapallos, todavía en la mata, estaban cocinados. Tomó uno, lo partió y le dio una mascada. Estaba delicioso y perfectamente hecho. Luego escarbó la tierra con sus manos y sacó papas asadas. Era la tarde del 6 de agosto de 1945.
Unas horas antes, a las 8:15 de la mañana, había caído Little Boy sobre la ciudad de Hiroshima matando instantáneamente a más de 70 mil personas. Con el calor que produjo el estallido nuclear, se cocinó hasta el asfalto de las calles. Los sobrevivientes, entre ellos cuatro sacerdotes misioneros en Japón, se refugiaron en la ribera de alguno de los siete ríos que cruzan la ciudad. Escapaban de los incendios que había por todas partes.
Amparados por el agua del río y luego de haber soportado la lluvia ácida que provocó el hongo nuclear, vino lo inevitable, el hambre. Cieslik, partió a la misión jesuita a buscar comida. Al poco rato volvió al río a ayudar a los heridos más graves y alimentó a los que eran capaces de tragar, con zapallos y papas. No podían creer que estuvieran comiendo algo tan rico y aunque las circunstancias eran apocalípticas, la comida caliente les dio algo de consuelo.
Acá en nuestro país, alejados de la amenaza atómica, nunca nos ha pasado algo ni cercano al horno nuclear. Enhorabuena. Con tanto loco con ojivas dando vuelta por el medio oriente, es hasta tranquilizador estar bien lejos de donde se cuecen habas. Además, por acá nos gusta preocuparnos de lo inmediato y los asuntos nucleares no están y probablemente no estarán en las conversaciones alrededor de la mesa. Por ahora queremos que nos devuelvan la luz, y rápido.
En días sin energía eléctrica, el horno (a gas obviamente) es al mismo tiempo calefacción y excelente aparato para preparar comida. Se lo recomiendo. Si es cocinero novato y le teme, este domingo puede ser un buen día para empezar a usarlo. Parta con papas y zapallo que son fáciles y bonitos, y si los quema, su bolsillo saldrá levemente lastimado. Sólo fíjese que después de dar el gas se encienda la llama inmediatamente. No están los días para estallidos.
A propósito de evitar explosiones, al asar papas debe hacerle unos hoyos con un tenedor para que escapen los gases y así no termine la papa esparcida por todo el horno. Porque asar papas es de lo mejor y más fácil que regala la cocina. Las papas con cáscara cocinadas en el horno, también conocidas como papas pelúas o papas con chaqueta, reciben con los brazos abiertos a la reina mantequilla, con sal y pimienta. En ese instante ya hay un plato terminado. También quedan ricas con crema ácida o con aceite de oliva pero ni le digo lo rica de la papa asada que se le hace un corte al centro y que después de un apretón con los dedos se le pone encima una mezcla de mantequilla y mostaza antigua (la con granos). Llega a dar la sensación que es el bistec que acompaña a la papa.
La papa, versátil y variada, elegantemente simple, puede usarse en cualquier ocasión ya sea campestre, cotidiana, festiva o incluso puede prepararse cocida para alimentar a los enfermos. Sirve de acompañamiento para casi todo y si se la fríe, muele o saltea se logran resultados espectacularmente distintos. Pero asada tiene una humildad y simpleza inigualable.
Para el zapallo sólo caben los más sinceros elogios. De una sola pepa salen kilos de comida, sus flores se pueden comer fritas y rellenas de ricota, su carne amarilla es ingrediente fundamental de las sopaipillas, hace maravillosas sopas y al horno es un acompañamiento fiel y levemente dulce que con chancho, la mejor de las carnes, es para chuparse más de un dedo.
Quién sabe que pasará en el futuro pero si nos da por volver a asar al enemigo con una bomba atómica no quedará otra que ponerle el acelerador a la conquista de un nuevo planeta. Como se ha visto en las películas de astronautas sólo cultivando papas y zapallos colonizaremos el universo. Eso sí, estaría bueno exigir que por mientras nunca más nos dejen la comida caliente mientras está en la mata. Algo es algo.
Para asar bien una papa se debe tener el horno bien fuerte y seguir algunos pasos indispensables. Primero lavarlas y no secarlas, luego hacerle hoyos con un tenedor y embetunarlas con harta sal. Finalmente hay que ponerlas al horno entre 45 minutos y 1 hora dependiendo del tamaño de las papas. Si quiere la cáscara más crujiente puede agregar aceite de oliva. La gracia es que queden crocantes por fuera y esponjosas adentro.
En cuanto a los zapallos mi favorito es el butternut, que se encuentra con facilidad en el supermercado verde y también en el azul. Cuesta 3 lucas y cunde muchísimo.
6 papas asadas
300 grs. de pescado en lata: sardinas, jurel, atún o el que prefiera
50 g. de alcaparras
200 ml de crema
Sal y pimienta
Mientras se asan las papas pique el pescado y póngalo en un bol grande. Agregue las alcaparras y la crema, sal y pimienta y mezcle bien.
Retire las papas asadas y pártalas por la mitad a lo largo. Con una cuchara sáquele la carne a las papas y póngala en el mismo bol del pescado. Evite que se rompan las cáscaras y resérvelas.
Cuando haya terminado de vaciar las papas, revuelva bien los ingredientes sin que se muela demasiado la papa. Rellene las papas con la mezcla y devuélvalas al horno por 10 minutos.
Estas papas se pueden hacer con anchoas y quedan espectaculares, sólo use menos cantidad que con otros pescados para que el plato no quede muy salado. Si las prepara como acompañamiento una papa alcanza para dos personas.
Ingredientes:
500 g. de zapallo Butternut cortado en dados de 2 cms. por lado
2 cdas. de aceite de oliva
100 g. de mantequilla
1 cda. de vinagre de manzana
Sal y pimienta
Corte el zapallo y póngalo en una lata que pueda ir al horno. Agregue el aceite de oliva y mezcle bien. Lleve al horno por 15 min. a 180º o hasta que el zapallo se pueda atravesar con un tenedor pero aun esté firme. Retire del horno y reserve.
En un sartén grande ponga la mantequilla a fuego medio y revuelva hasta que se ponga café. En ese instante agregue el zapallo y saltéelo hasta que se dore y tenga la consistencia correcta. Agregue el vinagre, sal, abundante pimienta y sirva de inmediato.
¡A gozar!
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