¿Cómo interpretas el anunciado plan de intervención en Gaza?
Se puede leer de varias formas: una es que Trump realmente piensa llevar a dos millones de palestinos a Egipto y Jordania. Para luego, me imagino que junto a Israel, reconstruir el área. Esto evidentemente abre una serie de interrogantes sobre cómo se logrará trasladar a un gran número de personas que no quiere dejar sus hogares. ¿Habrá algún tipo de incentivo? ¿Algún compromiso de que volverán a Gaza? Nada de eso está claro.
¿Esto generaría trabas a las actuales negociaciones de paz entre Israel y Hamas?
Sin duda que produce mucho ruido. Incluso, podría poner en peligro el avance de este acuerdo que recién está en su primera etapa y cuando se están iniciando las negociaciones de la segunda parte. Sin embargo, en el contexto actual probablemente lo más difícil será la tercera fase, en la que se decidirá quién va a tomar el control de Gaza.
Está claro que el gobierno de Benjamín Netanyahu jamás aceptará que Hamas recupere el poder ni que tampoco que lo haga la Autoridad Nacional Palestina, que actualmente gobierna parcialmente Cisjordania. Pero el alto al fuego y la paz son cosas muy distintas. Muy diferente también es retomar las negociaciones para concretar la solución de dos Estados, concepto en el que Trump no está muy interesado, a diferencia de que sucedía con Joe Biden y Barack Obama.
Algunos dicen que este anuncio podría ser solo un “volador de luces”.
Efectivamente. Existe la posibilidad de que Trump lance una idea espectacular y provocativa, como lo hizo al declarar que tomará control del Canal de Panamá y de Groenlandia, pero que finalmente no sea algo real, sino que una estrategia para negociar “con el tejo pasado”. Esto, para después lograr un acuerdo menor al que originalmente anunció, pero en el que él igual aparece como ganador. En este sentido, su idea de hacerse cargo de Gaza podría interpretarse como un mensaje a Hamas de que no está en posición de negociar ni de restarse de las próximas etapas del acuerdo con Israel.
No hay que olvidar que el presidente norteamericano tiene una relación muy estrecha con Benjamín Netanyahu, tal como se vio en su anterior mandato cuando cambió la Embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, reconociendo oficialmente a esta como la capital de Israel. Además, desde que Trump volvió al poder, el primer ministro israelí es la primera visita de un jefe de gobierno a la Casa Blanca,
¿Pero hay una posibilidad real de que la reconstrucción y la administración de Gaza quede en manos de Estados Unidos?
Con Trump todas las opciones están abiertas. Pero si se piensa en la logística de todo esto, es muy complejo y es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Quién se hará cargo del orden público y la seguridad en Gaza? ¿Quién se encargará de la entrega de medicinas y alimentos? ¿Quién manejará la demolición de los edificios en ruina y la desactivación de explosivos que no se hayan detonado?
Si efectivamente se establece una presencia estadounidense no militar, ¿dependerá de Israel la seguridad de los contratistas norteamericanos que trabajarán en la demolición, limpieza y reconstrucción? Tampoco se ha especificado cuánto durará esto.
Si este plan se materializa, obligaría al gobierno israelí a detener o a replantear su compromiso de retirada progresiva de Gaza, lo que va a generar reacciones de los palestinos y sus aliados.
¿Qué efectos podría tener en el resto del Medio Oriente?
Esta es una zona particularmente sensible, volátil e impredecible. Ya hemos visto el rechazo generalizado del mundo árabe a la propuesta. Jordania es un país aliado de Estados Unidos, pero que no quiere tomar la responsabilidad de recibir a miles, incluso a millones, de refugiados palestinos. ¿Cómo se les dará seguridad, salud, educación y empleo?
En ningún momento Estados Unidos ha dicho que vaya a financiar los gastos que tendrán para los países que los reciban. Egipto tampoco quiere hacer cargo de ellos, porque históricamente Hamas ha estado muy vinculado con la Hermandad Musulmana, que como movimiento yihadista radical tiene muy mala fama en ese país. Es decir, esto probablemente generaría inestabilidad en la política interna egipcia.
¿Estados Unidos podría presionar a estos países?
El uso de fuerza militar no es una opción real. Ya hemos visto que el arma favorita de Trump es el aumento de aranceles, entonces EE.UU. sí podría apretar a las economías de estas dos naciones. Jordania está en mejor posición económica que Egipto, que es más vulnerable debido a que enfrenta una crisis financiera. La otra opción que no es el garrote, sino que la zanahoria, es decir, algún tipo de incentivo monetario, lo que Estados Unidos ya hizo durante la Guerra del Golfo para lograr una coalición contra Saddam Hussein. De hecho, a Egipto se le condonó su deuda externa.
¿Puede volver la violencia en Gaza?
Perfectamente se podría desatar una guerra de guerrilla para evitar el desplazamiento de palestinos o impedir que Israel mantenga el control de la zona para que Estados Unidos pueda intervenir. También habría una reacción en Cisjordania, la que se “incendiaría”. Igualmente, se desataría la fuerte reacción de movimientos pro-palestinos en otras partes del mundo, como los hutíes en Yemen, grupos en Irak y Hezbollá, que está muy golpeado pero que tiene la capacidad de reactivarse. Es decir, la intervención de EE.UU. en Gaza podría inaugurar una nueva etapa de violencia, traspasar las fronteras y provocar atentados en países occidentales.
¿Qué significa “ganar” para Trump?
Su intención es apoyar completamente a Netanyahu y terminar con los conflictos de la región que desató la invasión de Gaza. Tanto esa guerra como la de Ucrania son distractores de sus verdaderos intereses: impulsar la economía de su país y combatir frontalmente a China.
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