En la reciente elección presidencial en Estados Unidos, Donald Trump ha resultado ganador, lo que ha desencadenado un análisis profundo sobre las repercusiones económicas y geopolíticas de su regreso al poder. Para evaluar la complejidad de estas consecuencias, sin duda debemos considerarse la composición del Congreso. Como ya se conoce el Senado norteamericano estará en control de los Republicanos de Trump y la Casa de Representantes está siendo muy disputada, existiendo una alta posibilidad de que pudiese también quedar en manos Trumpistas.
Por lo tanto, el control del Congreso en ambas cámaras, evento que tiene una alta probabilidad de que ocurra, podría impactar de manera decisiva en la implementación de las políticas económicas propuestas por el hoy Presidente electo de Estados Unidos.
Economía interna: prioridades renovadas
El retorno de Trump a la Casa Blanca significa la reactivación de su agenda “Make America Great Again”. Sus propuestas incluyen la reducción de regulaciones, eliminando diez por cada nueva implementada, y una baja en el impuesto corporativo del 21% al 15%. Además, se espera un refuerzo del proteccionismo comercial con la imposición de aranceles que podrían variar entre el 20% y el 100%, dependiendo del tipo de producto y del país de origen. Estas medidas podrían incentivar la producción interna y beneficiar a ciertas industrias en el corto plazo, pero también provocar un aumento en el déficit fiscal, pérdida de competitividad y afectar las relaciones comerciales globales, erosionando los beneficios en el largo plazo.
Este enfoque contrasta con lo que habría sido una administración de Kamala Harris, centrada en la redistribución de la riqueza mediante un incremento del impuesto corporativo al 28% y la promoción de programas sociales e inversiones en energías renovables. Si bien ambas miradas generarían un aumento en el déficit fiscal, las políticas de Trump dependen más de los ingresos provenientes de aranceles y acuerdos comerciales, una estrategia que no se ha visto desde la gran liberalización de los años 70.
Comercio internacional: un retorno al proteccionismo
Trump ha reafirmado su postura proteccionista, con un enfoque en renegociar acuerdos de libre comercio y aplicar aranceles a productos extranjeros para proteger la industria americana. Un foco de este tipo de políticas es China, lo que podría reactivar la guerra comercial, algo que ya hemos visto que afecta a la economía global y, en particular, a economías abiertas, pequeñas y emergentes, como es el caso de Chile.
Aunque se ha constatado que estas guerras comerciales impactan menos de lo esperado las cadenas de suministro globales, en un mundo con inestabilidades geopolíticas claves, no se puede asegurar que los efectos en esta oportunidad no sean más significativos. El precio de las materias primas podría retroceder y la economía global desacelerarse, ambas cuestiones que impactarían directamente a Chile. Nuestra dependencia del cobre en términos de ingresos y la relevancia de su precio en el tipo de cambio podrían seguir erosionando el valor del peso chileno.
En contraste, Harris habría apostado por un multilateralismo moderado, enfocándose en fortalecer las alianzas con la Unión Europea y Asia-Pacífico, promoviendo la colaboración en temas globales como el cambio climático.
Sin embargo, Trump priorizará acuerdos bilaterales que favorezcan a Estados Unidos y se alejará de pactos multilaterales, con las consecuencias que esto tendría para temas tan relevantes como el cambio climático, donde Trump ha mostrado en múltiples ocasiones su escepticismo. Escepticismo que no se basa en la discusión científica, pues la evidencia sugiere firmemente que el cambio climático existe y ha sido causado por el hombre durante el último siglo.
Repercusiones geopolíticas
El enfoque aislacionista de Trump podría llevar a un distanciamiento de organismos como la OTAN y la ONU, reforzando la idea de que Estados Unidos debe proteger sus intereses sin la intervención de terceros. Este alejamiento podría debilitar las alianzas tradicionales y aumentar la inestabilidad en el ámbito internacional, dejando vacíos de poder que otras potencias no dudarán en llenar.
En América Latina, el regreso de Trump podría significar una política más estricta en cuanto a la migración y la seguridad fronteriza, generando tensiones con países como México y Centroamérica. En el caso de Chile y otras economías sudamericanas, se encuentran relativamente protegidas por los acuerdos comerciales existentes, pero los riesgos jamás son cero, pues todo se puede renegociar y la economía global es muy relevante para esta región. Por lo que el impacto de la administración Trump sobre el crecimiento económico de Sudamérica es algo que está por verse.
Finalmente, el programa de Visa Waiver con Chile podría estar en riesgo si se percibe que eliminarlo traería beneficios electorales en algunas regiones de Estados Unidos. Vale la pena mencionar que esta es una política cuya eliminación tiene un costo muy limitado o nulo para la administración Trump.
Efectos y consecuencias
La reelección de Donald Trump representa una continuidad de sus políticas proteccionistas y un enfoque de “Estados Unidos Primero” que podría tener repercusiones tanto positivas como negativas para su país y el resto del mundo. Si bien podría estimular la economía a corto plazo y fortalecer sectores tradicionales estadounidenses, también se corre el riesgo de aumentar el déficit fiscal de la economía más importante del mundo y crear conflictos comerciales y políticos en la comunidad internacional.
En un mundo interconectado, las decisiones que tome durante su mandato influirán no solo en Estados Unidos, sino en el orden global. Como dijo John Maynard Keynes: “En el largo plazo, estamos todos muertos”, y los resultados electorales en el país del norte, muestran que sus ciudadanos privilegiaron los beneficios del corto plazo por sobre los costos del largo plazo. Algo sumamente comprensible y que Chile también ha hecho: para muestra de aquello, los retiros del 10% de las AFP.
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— Ex-Ante (@exantecl) November 2, 2024
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