Marzo 20, 2023

Boric y los buenos del relato. Por Patricio Dussaillant

Abogado y Doctor en Comunicación
Crédito: Agencia Uno.

El relato victimista consiguió resultados electorales y ahora ha permitido avanzar en ciertos aspectos de su programa de gobierno, incluso cometiendo errores de gestión y, así todo, a la vez ir aumentado la aprobación ciudadana. Ya se va conociendo cuál será el encuadre de los 50 años del golpe. En seguridad y orden público, a pesar que los dos subsecretarios del Ministerio del Interior lo han intentado, responsabilizando a los privados de la falta de medidas de seguridad, el gran desafío seguirá estando en dar con un relato aplicado a la crisis de delincuencia, terrorismo, inmigración y orden público, para el cual el encuadre no está siendo fácil de encontrar, tal vez por razones ideológica o históricas recientes.


Con cada gobierno surge el debate acerca de si tiene o no relato. No es novedad entonces que algunos sostengan una supuesta falta de relato del actual gobierno.

El relato no tiene que ver, necesariamente, con temas ni agenda. El relato es funcional a un objetivo claro y no precisamente debe apuntar a toda la opinión pública, basta que apunte al público necesario que permita alcanzar el objetivo propuesto. Los relatos no son un objetivo en sí mismo, sino que están al servicio de alcanzar unos objetivos.

De ahí que, luego del plebiscito del 4 de septiembre, claramente el gobierno tuvo un relato que le permitió, a pesar de la dura derrota, avanzar en su objetivo de reactivar el proceso constitucional, incluso contra la norma expresa que establecía un camino diferente según fuera el resultado. Dicho relato, en ese caso, no buscaba persuadir a la opinión pública, que continuó aumentando su desaprobación de la gestión del gobierno, pero fue suficiente para embarcar a los partidos de Chile Vamos en el nuevo proceso constitucional y sacarlo del ámbito del Congreso. A estas alturas, nadie podría hablar de que era urgente sentarse a negociar la semana siguiente al 4/9, pero lo cierto es que el gobierno logró instalar esa urgencia y que era una “mala política” no obedecerla.

Quienes hoy día nos gobiernan edificaron su vida política a partir de distintos relatos, pero siempre a partir del mismo encuadre, muy básico, pero comunicacionalmente muy efectivo. Todo su discurso político ha sido elaborado con un encuadre de buenos y malos, débiles y poderosos, explotados y abusadores, víctimas y victimarios. Cualquiera sea el tema, lo importante es establecerlo en ese encuadre. Llevado al extremo, dicho encuadre persigue señalar un “enemigo” (en su versión hitleriana/estalinista un “enemigo interno” cuyo relato buscaba justificar/legitimar su eliminación, con la aprobación de la opinión pública o, al menos, con su silencio). Un relato que en definitiva genera y usufructúa de la polarización y cuyo objetivo político es que los ciudadanos se vean obligados a tomar una opción, naturalmente, del lado de la víctima, sea real, presunta o ficticia.

Así fue como un relato convocó, en octubre de 2019, una manifestación masiva y, por un tiempo, legitimó la violencia política, el terrorismo, la delincuencia y la destrucción vivida esos días. Los más extremos se dieron el gusto de llamar, públicamente, a quemarlo todo, amparados en ese relato. De igual forma se aplicó en la elección de convencionales, a partir de un relato de “causas” y, por lo mismo, de dividir y polarizar: “No es sequía es saqueo”. Y funcionó muy bien en la segunda vuelta presidencial del 2021 planteando un “enemigo” de las mujeres y los jóvenes.

Se ha utilizado este encuadre, aunque sea a costa de destruir el debate serio y las bases de instituciones fundamentales para el país, como, por ejemplo, con la educación: gratuidad versus lucro; con las pensiones y No + AFP; etc.. Así será con cualquier actividad privada en que exista un problema y no se sepa cómo resolverlo.

Los incendios aparecieron en el momento preciso en que el gobierno, por problemas de gestión, indultos y falta de proactividad en temas de seguridad e inmigración, caía rápidamente en su aprobación. Y surgió entonces la opción de donde ubicarse comunicacionalmente frente a los incendios y situarse en el lado “correcto” del encuadre.

Una posibilidad era desde la prevención y combate de los incendios, pero esta, comunicacionalmente, rinde poco, aumentan los niveles de conocimiento de las autoridades a cargo, pero no su aprobación porque aparecen vinculados a hechos catastróficos. Hechos negativos y temas de gestión. Un encuadre poco emocional y empático, sin víctimas, lo que no permite un relato dramático.

La otra opción, adoptada por el gobierno, fue la de construir el relato desde el lado de las víctimas vulnerables, damnificados (los dueños de los bosques son víctimas, pero no del perfil que requiere el relato) y mejor aún si se inventa un victimario, en este caso “las forestales”.

Siguiendo este encuadre de relato para el Gobierno era mejor que la reforma tributaria se rechazara. De aprobarse su tramitación sería larga y su meta de recaudación esperada sería después de terminar el período presidencial. Considerando sólo un criterio comunicacional, el relato funcionaba mejor con el rechazo y culpar a la derecha de todos los males que eso podía significar, pero llevar al extremo el encuadre acusando a Piñera, casi como el “enemigo del pueblo”, impidió que esta vez funcionará ese discurso.

El relato victimista consiguió resultados electorales y ahora ha permitido avanzar en ciertos aspectos de su programa de gobierno, incluso cometiendo errores de gestión y, así todo, a la vez ir aumentado la aprobación ciudadana. Ya se va conociendo cuál será el encuadre de los 50 años del golpe. En seguridad y orden público, a pesar que los dos subsecretarios del Ministerio del Interior lo han intentado, responsabilizando a los privados de la falta de medidas de seguridad, el gran desafío seguirá estando en dar con un relato aplicado a la crisis de delincuencia, terrorismo, inmigración y orden público, para el cual el encuadre no está siendo fácil de encontrar, tal vez por razones ideológica o históricas recientes.

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