En este mismo medio, la politóloga socialista Javiera Arce señaló sobre el nuevo proceso constituyente: “en este órgano constituyente (el que se elegiría) es altamente probable que gane la derecha… Puede que terminemos añorando la Constitución con la firma del Presidente Lagos”.
Comparto el fondo de las reflexiones de Arce y voy un poco más allá. No veo posibilidad alguna de que haya una nueva Constitución, validada en las urnas, si ésta no es prácticamente idéntica a la actual.
Pero vamos a los datos para justificar el relato. La reciente encuesta Criteria mostró información inquietante respecto del éxito potencial del nuevo proceso. A la mayoría de las personas el acuerdo no les gustó. Y no les gustó por distintas razones. Entre otras, porque fue parido por la institución menos confiable para la ciudadanía según la última CEP: el Congreso.
Tampoco aparece una opinión positiva sobre las especificidades del acuerdo, como por ejemplo el que “la Comisión Experta de 24 personas sea elegida por la Cámara de Diputados y Diputadas y por el Senado” (23% positiva; 54% negativa; 23% neutro) o “que haya temáticas que serán parte de la nueva Constitución que han sido discutidas previamente y que no se pueden modificar durante el proceso”, los famosos bordes. Aquí también prima una óptica mayoritariamente negativa.
Visto así, el nuevo proceso nace vaciado del simbolismo y desprovisto de la energía social que tuvo el anterior en sus inicios, cuando el ánimo constituyente estaba en su apogeo. También nace cuestionado por la ciudadanía y, por lo mismo, es frágil y fácil de impugnar por sus detractores políticos. Pero no sólo eso, es también una oportunidad para que aquellas voces de derecha dura o populista, que no firmaron el acuerdo (Republicanos y PDG), consigan sintonía con la opinión pública, impugnando un proceso que hoy aparece alejado de las subjetividades sociales en curso.
Algo para nada improbable desde el momento en que José Antonio Kast ya refutó el acuerdo alcanzado: “han sido tres años muy difíciles para Chile y ni la paz ni la nueva Constitución llegaron. Hoy Chile es más pobre, inseguro y violento, lo que no se resuelve con una segunda fracasada Convención. No es una nueva oportunidad, sino un nuevo y profundo error”.
Franco Parisi no quiso ser menos y salió a manchar el acuerdo, acusándolo de “cocina política” al tiempo que preguntó en redes sociales ¿estás a favor del acuerdo constitucional? Con más de 10.000 respuestas, su caja de resonancia le respondió en un 75% que no.
Pero Criteria no se queda sólo en mostrar la fragilidad social del reciente acuerdo. Frente a la disyuntiva de tener que elegir entre candidatos de izquierda o derecha, el 63% de las personas optaría por candidatos de derecha y sólo un 37% por los de izquierda.
Otro golpe duro para la izquierda en general y el gobierno en particular, pero nada descabellado si nos atenemos a lo que viene pasando desde el año 2006 donde el castigo a los incumbentes ha sido la norma. Los gobiernos llegan a La Moneda, y casi en ese mismo acto, palpan el frío y la distancia de una sociedad que empieza a mirar para el lado.
Así las cosas, inevitablemente, la nueva elección de consejeros (antes constituyentes) estará marcada por el juicio crítico que la ciudadanía tiene del actual gobierno, al igual que la elección de constituyentes en 2021 estuvo determinada por la tremenda distancia de la población con el gobierno de Piñera.
Pero además de inclinarse hacia la derecha, el nuevo Consejo (antes Convención) tendrá que hacerle espacio a las ideas de republicanos y PDGs, “barriéndolos para adentro”. Esto, a menos que los quieran tener desafiando permanentemente el proceso e, intuyo, algo más profundo, así como “el hecho mismo de tener al mundo político ensimismado en elecciones y temas constitucionales mientras chilenos y chilenas padecen la crisis económica y la de seguridad pública”.
Entonces, si el objetivo central del Presidente Boric y su gobierno sigue siendo arribar pronto a una nueva Constitución, es más que posible que la izquierda, efectivamente, termine añorando la Constitución del Presidente Lagos.
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