El mecanismo de incentivo en una economía de mercado son los precios y tener precios congelados genera distorsiones. Al existir estas distorsiones, las señales que envían los precios son erróneas para quienes deben tomar decisiones.
Algo de aquello es lo que se ha observado con el congelamiento y posterior descongelamiento de los precios de las tarifas eléctricas. Veamos por qué.
El mes de octubre arrojó un incremento de un 1% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), una variación bastante más elevada que la peor de las expectativas. Una de las explicaciones que hay en esa alza en el nivel de precios se debe a que, precisamente, ya se ve reflejado el descongelamiento de las tarifas eléctricas, lo que, sabemos, provocó un alza importante en las cuentas de la luz.
Adicionalmente, y eso es lo relevante del dato, la electricidad es considerada insumo en la producción de otros bienes, lo que se llama inflación de segunda vuelta; que en los hechos es un aumento en los costos para ciertos sectores productivos.
Entender esto es relevante para constatar luego por qué los productores, a su vez, traspasan las alzas de los insumos, como la luz, a precios, lo que encarece el valor de bienes y servicios.
Aunque gradualmente este efecto irá disminuyendo durante los meses de noviembre hasta enero, posiblemente, el dato que es conveniente revisar es el anuncio de un segundo incremento en las tarifas eléctricas a partir del primer mes de 2025. Esto, como se supone, provocará un escenario similar al que acabamos de ver en octubre, es decir, se verá un incremento en las tarifas de los consumidores residenciales. Esto, desde luego y como ya hemos advertido, afecta a los productores de bienes y servicios.
¿Qué sucederá entonces?
Seguramente, a partir de febrero y durante algunos meses observaremos el traspaso de las tarifas nuevamente a los bienes y servicios que usan la luz como insumo.
Esto es bastante relevante porque históricamente la variación del IPC durante febrero, que es explicada por la estacionalidad, es nula o negativa. Entonces, en este nuevo escenario es probable que en 2025 tengamos un indicador positivo. La explicación, una vez más, será la luz.
Más allá del antecedente macroeconómico, estos incrementos no son poca cosa porque, en términos generales, el consumo eléctrico en los hogares representa un 2,3% del gasto, entonces es bastante importante el peso del consumo de energía eléctrica.
El Banco Central ha dicho que las alzas de la electricidad representarán entre un 1,4 y un 1,5% de la inflación anualizada en los próximos meses.
A todas luces, podríamos concluir que ciertamente el incremento en el IPC genera efectos negativos sobre las familias, principalmente, en las de menores ingresos, pues se reduce su poder adquisitivo y, en concreto, tienen menos posibilidad de cubrirse de la inflación, aun cuando todas las familias se ven afectadas en mayor o menor medida.
La cosa es que una vez más el remedio resultó peor que la enfermedad, y el costo, al transparentar los precios, lo terminan pagando los mismos de siempre.
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