- Corresponde a un tipo de planeta que, además de encontrarse fuera del sistema solar, no tiene análogos cerca de la Tierra.
- K2-18b tiene dos veces y media el tamaño de la Tierra y está a 124 años luz, una distancia mucho mayor de la que cualquier ser humano podría recorrer en su vida. Tiene 8,6 veces la masa de la Tierra.
- Corresponde a un tipo de planeta conocido como subneptuno: es mucho más grande que los planetas rocosos de nuestro sistema solar interior, pero más pequeño que Neptuno y los otros planetas gaseosos del sistema solar exterior.
- Orbita en la llamada “zona habitable” -donde el agua líquida puede existir en la superficie planetaria-, alrededor de una estrella enana roja más pequeña y menos luminosa que el Sol.
- En 2021, Madhusudhan y su equipo plantearon que los planetas subneptunianos estaban cubiertos por océanos de agua cálida y envueltos en atmósferas que contenían hidrógeno, metano y otros compuestos. Para describir estos planetas, plantearon el término “hicéano”, compuesto por la combinación de las palabras “hidrógeno” y “océano”.
Nuevos descubrimientos. El lanzamiento del Telescopio Espacial James Webb en 2021 permitió a los astrónomos observar con detalle a los subneptunianos y otros planetas distantes. La NASA construyó estos telescopios precisamente para buscar indicios de habitabilidad en planetas muy lejanos como K2-18b.
- De acuerdo con lo descrito por The New York Times, cuando un exoplaneta pasa frente a su estrella, su atmósfera, si es que la tiene, se ilumina. Sus gases cambian entonces el color de la luz estelar, que llega hasta el telescopio James Webb.
- El equipo de Madhusudhan descubrió que K2-18b contenía muchas de las moléculas que habían predicho que poseería un planeta hicéano.
- En 2023, dieron a conocer que detectaron indicios de sulfuro de dimetilo (DMS), compuesto de azufre, carbono e hidrógeno, cuya única fuente conocida en la tierra son organismos vivos.
- El año pasado, los científicos observaron una señal aún más intensa de sulfuro de dimetilo, junto con una molécula similar llamada disulfuro de dimetilo (DMDS). En la Tierra, estos gases son producidos por el fitoplancton marino y bacterias.
- En el océano, por ejemplo, ciertas formas de algas producen este compuesto, que se dispersa en el aire y contribuye al olor distintivo del mar.
- Concluyeron entonces que K2-18b podría, de hecho, albergar una enorme cantidad de sulfuro de dimetilo en su atmósfera y que sus mares tienen vida.
- “La cantidad que estimamos de este gas en la atmósfera es miles de veces mayor que la que tenemos en la Tierra”, dijo el investigador a BBC.
- Sin embargo, persiste la duda en torno a si K2-18b es un mundo hicéano habitable. Según The New York Times, los científicos necesitarán realizar experimentos de laboratorio para recrear, por ejemplo, las posibles condiciones en planetas subneptunianos y ver si el sulfuro de dimetilo se comporta allí como lo hace en la Tierra.
Qué dice la comunidad científica. Los investigadores prefieren esperar a ver qué descubre el telescopio Webb mientras continúa examinando K2-18b.
- “Es una pista. Pero aún no podemos concluir que sea habitable”, dice, por ejemplo, Stephen Schmidt, científico planetario de la Universidad Johns Hopkins.
- De hecho, existen dudas sobre si K2-18 b contiene agua, o una superficie donde pudiera vivir algo. Estudios de modelado de este planeta y de planetas similares sugieren que probablemente sean estériles.
- Hay científico que incluso han señalado que K2-18b podría ser un enorme trozo de roca con un océano de magma y una atmósfera densa y abrasadora de hidrógeno, poco propicia para la vida tal como la conocemos.
- También está la duda, según un artículo de la revista Nature, de si el sulfuro de dimetilo y el disulfuro de dimetilo están realmente presente o si se trata de una señal falsa.
- La medición reportada por el equipo de Cambridge “realmente supera los límites de lo que el Telescopio Espacial James Webb puede hacer”, señala Laura Kreidberg, astrónoma del Instituto Max Planck de Astronomía en Heidelberg, Alemania.
- Schmidt y sus colegas analizaron recientemente la estimación de 2023 del equipo de Cambridge y no encontraron evidencia de moléculas de biofirma en esos datos.
- Los investigadores de Cambridge indican, por su parte, que sólo hay un 0,3% de probabilidades de que la señal pueda deberse al azar.
- “El contexto planetario es lo que importa”, dice Edward Schweiterman, astrobiólogo de la Universidad de California en Riverside. Si las moléculas realmente se encuentran en la atmósfera del planeta, añade, “tenemos que buscar nuevas maneras de producirlas en gran medida mediante medios abióticos y evaluar esas posibilidades antes de aceptarlas como evidencia de vida”.
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