-El quinto retiro fue aprobado para ser analizado en la Cámara de Diputados, pese a que el gobierno ha dicho que está en contra. ¿Cuál es tu pronóstico?
– Yo he estado siempre en contra de los retiros desde el primero. Cuando empezó todo esto, dije que generaba un precedente extraordinariamente nefasto para el futuro. Y así ha sucedido. No tengo dudas de la popularidad de la medida pero creo que desde el punto doctrinario es la peor forma de enfrentar la crisis. Para la industria fue un gran negocio.
-¿Por qué?
-Porque descremó y se quedó solamente con aquellas cuentas que le son más interesantes desde el punto de vista de los montos que administra. O sea, las AFP terminaron haciendo un gran negocio con los retiros, paradojalmente. Los que pretendían afectar a la industria no solo no lo han hecho sino que además la industria se liberó de todos aquellos cotizantes que tenían muy poca plata, en cuyos casos era más el gasto administrativo que la rentabilidad que generaban sus escasos recursos.
-El propio Boric votó a favor de los retiros cuando era diputado. ¿Qué cambió?
-El quinto retiro sigue la misma línea: es un abuso recurrir a los fondos de los propios trabajadores y no a los ahorros del país cuando hay vacas flacas. Creo que si en algún momento hubo una justificación para recurrir a los retiros, en un momento de alta cesantía por la pandemia, esas condiciones hoy día no existen. En consecuencia, en el contexto económico no tiene ninguna justificación.
Más aún, son muchos más los trabajadores que no tienen fondos que retirar que los que tienen. Como política social tampoco tiene mucho sentido. No agrego a esto las razones económicas que el ministro Marcel ha sido reiterativo en alertar, en materia de inflación, de sobre calentamiento, etc.
-¿Hay un problema del manejo de la agenda de La Moneda?
-Es algo básico para cualquier gobierno. Los gobiernos, voy a decir una perogrullada, son elegidos para gobernar. Y gobernar significa tener control de la agenda política, económica, nacional, internacional, en todos los planos. El control de la agenda es una cuestión básica para mostrar gobernabilidad.
-¿Y en este caso no ha funcionado?
-El gran riesgo que está corriendo en el poco tiempo que tiene el gobierno del Presidente Boric es que el control de la agenda está difuso. Por una parte tiene esta relación rara, como de siameses, con la convención constitucional. El presidente trata de orientarla, pero a pesar de que Boric claramente tiene una mayoría que lo respalda en la Convención, es un factor de permanente inestabilidad y de noticias que generan ruido y que le provocan problemas en la agenda del presidente.
A eso tienes que agregar una relación con el parlamento que se ha tensionado. Es evidente que no hay control de la agenda cuando los propios adherentes del gobierno de Boric son los que impulsan el quinto retiro. Va en contra de la orientación política y programática del propio presidente. El ministro de Hacienda dice que es una pésima idea, la ministra del Trabajo dice lo mismo.
Pero los adherentes del presidente en la cámara dicen otra cosa. Hay un problema en el manejo de la agenda que puede transformarse en un punto crítico si no se aborda adecuadamente. Creo que la expresión del quinto retiro da cuenta de un problema de agenda complejo.
-La ministra del Trabajo dijo que estaba en contra del retiro porque necesitan esos fondos para hacer la reforma previsional…
-No fue para nada afortunada la frase. Al margen de la frase, nadie duda de hay que hacer una reforma al sistema de pensiones. Es muy difícil hacer un sistema de pensiones cuya base sea solidaria y al mismo tiempo le estás diciendo a la gente que los fondos son suyos y que haga lo que quiera con ellos, que los saque cuando quiera. La gente dice: “Si esto es mío por qué voy a ser solidario con esto”.
No es casual la campaña de las AFP apelando a la libertad de elegir, porque es mi plata. Es una estrategia muy efectiva. Lo que ha hecho este sistema de los retiros es generar una opinión política mayoritaria completamente distinta al principio ordenador de la futura reforma de pensiones, que es la solidaridad. Es contradictorio. Y ahí veo nuevamente un problema de agenda.
El tema básico es que hay una distancia entre el gobierno y el oficialismo en el parlamento, porque no hay control de agenda. Piensa que es el círculo más cercano del presidente, es decir el PC y FA, los que están impulsando esto del quinto retiro.
-A la vez, el gobierno está planteando las 40 horas y subir el sueldo mínimo. ¿El quinto retiro puede complicar o empañar estas promesas de campaña?
-El tema de las 40 horas es ineludible. Es de toda justicia y legitimidad. Fui parte de la comisión que instaló el presidente Piñera para ver las 40 horas. Estuvimos todos de acuerdo en que había que hacerlo, de buena manera, para que no impactara el mercado del trabajo en forma muy brutal. Por eso planteamos la gradualidad, que la ministra y el gobierno han señalado.
Jornadas superiores a las 48, provocan daños en los trabajadores en su salud mental. Creo que hay condiciones para transformar el tema de las 40 horas en un desafío para que las empresas mejoren su productividad. Pero hay un riesgo: como en Chile la mitad gana menos de 450 lucas, puede haber un incentivo a que los trabajadores agreguen otra jornada más allá de las 40 horas. Que los viejos trabajen 40 horas y después hagan otra jornada manejando un Uber. Por eso es tan importante que las 40 horas vayan acompañadas de una mejoría de salario.
-¿La dificultad de manejar la agenda se debe a que los diputados están inmanejables o ha sido un problema del ministro Jackson que no ha podido conseguir aliados?
-Sucede algo bien importante. Después del estallido, la agenda se trasladó al Parlamento, el gobierno de Piñera no tuvo capacidad de controlar la agenda, salvo en la vacunación, porque al principio fue un desmadre. La agenda la tuvo el Parlamento y se instaló la idea de que el parlamento tiene mucha iniciativa. Y entonces eso puede ser un problema cuando hay un nuevo gobierno, como el de Boric, que no tiene mayoría nítida en el Parlamento. En el Senado hay un empate; en la Cámara puede haber mayoría oficialista pero la diversidad de expresiones va a ser siempre un riesgo de ingobernabilidad.
Hay un problema allí que va a requerir de mucho talento y de mucha persistencia de parte de las autoridades del gobierno que tengan que relacionarse con el Congreso. Y me preocupa porque hasta ahora se ha visto, por lo menos en el Senado, una confrontación entre el ministro Jackson y los diversos grupos de senadores. Fue claro a propósito de la ley de indulto. No se ve con claridad que haya una noción o una preocupación efectiva respecto a cómo se maneja la agenda de gobierno en el Parlamento. Allí hay un problema que hay que resolver rápidamente.
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