Mayo 14, 2021

Opinión: Los dos tercios están en el centro. Por Kenneth Bunker

Kenneth Bunker
Crédito: Agencia Uno.

Lo que pasó con el plebiscito volverá a ocurrir con la elección de constituyentes. Hasta momentos antes de conocer los resultados regirá la tensión. Pero una vez asignados los escaños, comenzará una nueva fase. En esa fase, los dos tercios seguirán siendo importantes, pero más importante serán las alianzas que se formen en el centro, entre los moderados. Esas alianzas tendrán el futuro del país en sus manos.

La importancia de los dos tercios. Probablemente el tema más comentado durante el proceso constitucional, hasta ahora, ha sido el quórum de los dos tercios. Interpretable de distintas maneras, dependiendo de la perspectiva del observador, ha estado en el centro del debate desde la firma del acuerdo del 15 de noviembre en adelante. Mientras que algunos lo han leído como la garantía de una hoja en blanco, otros lo han interpretado como una forma más de asegurar el statu-quo.

  • Los dos tercios marcarán cada uno de los debates constitucionales. Pues, como punto de inflexión, umbral de cambio y continuidad, todos estarán observando quiénes formarán mayorías y quiénes se quedarán abajo. Hasta ahora, se ha especulado que, si alguien consigue los dos tercios, sería la oposición, y como tal, serían ese sector el motor del cambio.
  • Por lo anterior se considera tan importantes el balance en los resultados de la elección de constituyentes. Pues, hasta ahora, la premisa ha sido que si la oposición obtiene dos tercios de los escaños (104), y en su defecto la derecha obtiene menos de un tercio (51), podrán unilateralmente hacer cambios a la Constitución. La idea es que, si la derecha cae bajo el tercio, la oposición podrá incluir los artículos que quiera en el texto.

¿Cuánto importan los dos tercios?  Si bien es correcto que los dos tercios son importantes, y que no da lo mismo si la oposición alcanza el umbral o no, hay que leer los resultados en su contexto más amplio. Pues, nada asegura que, si la oposición efectivamente alcanza ese margen, actuará como una coalición disciplinada. De hecho, es improbable que lo haga: en el último año el sector completo ha dejado en claro que lo único que los une es su oposición al gobierno.

  • En el improbable caso en que la derecha no obtenga más de un tercio, todas las preguntas serán sobre la unidad de la oposición. Y hay buenas razones para pensar que no actuarán unidos. Para empezar, son demasiados partidos con demasiados intereses divergentes. Si se toman en cuenta las coaliciones y no los partidos, las diferencias son notorias. Hay más distancia entre la Lista del Apruebo y Apruebo Dignidad que entre el PS y la DC o entre RD y el PC.
  • Mientras no exista una convergencia mínima en la oposición, no habrá una coalición constituyente consolidada que pueda usar los dos tercios a su favor. Mientras la izquierda moderada (Unidad Constituyente) y la izquierda extrema (PC/FA) insistan en llevar sus propios candidatos presidenciales, no actuarán coordinadamente. Lo quieran o no, la coyuntura los llevará a adoptar agendas rivales, y aquello se reflejará en su comportamiento constituyente.

Temas importantes. A diferencia de lo que se propone popularmente, las mayorías legislativas no siempre se formarán de izquierda a derecha. No es el caso que todos los proyectos se originarán en la izquierda y se irá buscando apoyo hacia el centro hasta llegar a los dos tercios. Obviamente en algunos artículos sí ocurrirá, pero no tiene por qué ser la norma. Es más razonable pensar que la formación de coaliciones dependerá del tipo de materia que se legisle.

  • Cuando se trate de derechos sociales sí tiene sentido el modelo de izquierda-a-derecha, o el “modelo del pirquineo”, donde la izquierda promocionará las ideas e irá a buscar el voto número 104 para aprobar sus proyectos. Esto regirá en muchos de los temas que nacieron del estallido social, desde los más “duros”, como el rol del Estado en educación, salud y vivienda, a los más “blandos”, como las nociones de dignidad y perspectiva de género.
  • Pero qué pasará en temas de organización política (como tipo de régimen o descentralización) o temas que tienen que ver con la estructura fiscal (como la autonomía del Banco Central o derechos de propiedad). En estos casos podría ocurrir algo contra intuitivo, donde los dos tercios no se busquen construir desde los extremos (modelo del pirquineo), más bien, muy por el contrario, desde el centro (modelo transitorio).

El modelo transitorio. La diferencia entre temas de derechos sociales y temas de organización política o estructura fiscal es que los primeros concentran la mayor parte de las demandas sociales. Mientras que muchos protestaban por mejor educación o derecho a la vivienda, nadie o casi nadie protestaba para derrocar el presidencialismo o revocar la autonomía del Banco Central. Por lo mismo, debiese haber mucho más consenso y acuerdo en los dos segundos temas que en el primero.

  • Cuando se trate de decidir si Chile transitará a otro tipo de sistema de gobierno, o si incluirá disposiciones de impuestos dentro de la Constitución, es más factible que las mayorías se generen en sectores céntricos de la Convención Constitucional que en los extremos. Es más probable que los moderados quieran ser los protagonistas de esos debates basados en evidencia que lo quieran hacer los extremos.
  • El modelo transitorio, a diferencia del modelo del pirquinero, es un modelo flexible, donde las coaliciones legislativas mutarán dependiendo de los proyectos. No siempre serán los mismos constituyentes votando a favor de los mismos temas. Las coaliciones dependerán de las materias a legislar. Los independientes y los pueblos originarios no siempre votarán con la oposición y la derecha no siempre votará en línea.

El riesgo de falta de consenso. Hasta ahora, se ha considerado poco este segundo tipo de modelo, donde las fuerzas moderadas son las dominantes. En su lugar ha dominado la idea de que, si la oposición se impone con más de dos tercios, vendrán cambios estructurales inevitables. Si bien hay algo de verdad en lo segundo, es solo la mitad de la película, pues los temas que deberán entrar en la constitución van mucho más allá que los relativos a los derechos sociales.

  • El problema de los dos tercios no es que un sector pueda dominar total y absolutamente la dirección de la legislación, sino que en muchos temas quizás no exista un consenso de dos tercios. En esos casos, se abre una tremenda disyuntiva: ¿qué pasará con la legislación que no logrará alcanzar el quórum? ¿Quedará para el periodo de legislación ordinaria (de senadores y diputados)? o ¿simplemente se descartará y se olvidará?
  • Un riesgo desprendido de la regla de los dos tercios es que pueda resultar una Constitución inconsistente (por la diversidad de coaliciones transitorias que puedan surgir) e incompleta (por la incapacidad de llegar a acuerdos amplios). Ese peligro pareciera mucho más real que el peligro de tener una sola coalición dominando absolutamente todo. El costo también es más alto, pues una constitución de este carácter podría bien ser rechazada en el plebiscito de salida.

Paños fríos. Los resultados de la elección son importantes, pero no son todo. Por sobre los resultados importarán las coaliciones que se formarán, y la frecuencia en que se repetirán. Las líneas partidarias que rigen en el Congreso no necesariamente se replicarán en la Convención Constitucional, sobre todo en la medida que los independientes entren con fuerza y puedan generar sus propias agendas.

  • Si bien los extremos jugarán un rol importante lo serán más en la teoría que en la práctica. En sencillo, ni los constituyentes vinculados a Renovación Nacional ni los constituyentes vinculados a la Democracia Cristiana actuarán en sincronía con los del Partido Republicano o los del Partido Comunista, respectivamente. Por el contrario, en una plétora de temas tendrán más en común entre ellos que con sus extremos.
  • Lo que pasó con el plebiscito volverá a ocurrir con la elección de constituyentes. Hasta momentos antes de conocer los resultados regirá la tensión. Pero una vez asignados los escaños, comenzará una nueva fase. En esa fase, los dos tercios seguirán siendo importantes, pero más importante serán las alianzas que se formen en el centro, entre los moderados. Esas alianzas tendrán el futuro del país en sus manos.

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