Opinión: Andrew Cuomo, auge y caída del Titán. Por Ricardo Brodsky

Detrás de la renuncia del gobernador de Nueva York, tras ser acusado de acoso sexual por 11 mujeres, está la historia de un político que se convirtió en héroe durante la crisis del covid y después la arrogancia y la desmesura le pasaron la cuenta. La historia de un macho mediterráneo que la sociedad aplaudió en tiempos de crisis pero que no estuvo dispuesta a tolerarlo en tiempos de normalidad.

El auge. Andrew Cuomo el gobernador de Nueva York que plantó cara al entonces presidente Donald Trump para ejecutar una estrategia activa de enfrentamiento a la pandemia del Covid 19, pasó de ser el héroe americano, ejemplo para otros estados de la unión, al villano detestable en solo unos pocos meses.

• Cuomo, al igual que su padre, gobernador por tres períodos de Nueva York, a partir de marzo 2020 cuando el covid producía un promedio de 800 muertes cada día y los hospitales de la ciudad se colapsaban y las sirenas de las ambulancias eran la única música en la ciudad que nunca duerme, le habló claro a sus habitantes: frente a un Trump negacionista, confuso y contradictorio, levantó la consigna “New York’s Tough”, algo así como Nueva York es Dura o un poco al estilo de las películas de acción que tanto gustan a los americanos, los neoyorkinos somos duros de matar. 
• Su llamado fue a derrotar el virus e inició algo que para nosotros los chilenos puede no ser novedoso, pero en un país donde el presidente negaba el peligro, la acción y voz de Cuomo se volvió estentórea, poderosa.
• Reportes diarios sobre la evolución de los casos, muertes, situación de las camas críticas, entre otros informes fueron construyendo al líder que el país reclamaba en ese momento, encontrando émulos en diferentes estados que iniciaron sus propias medidas para enfrentar la pandemia, declarándose en “estado de directorio”.
• Trump, acorralado, se designó a si mismo como el Rey de América: los estados debían obedecerlo. Cuomo lo invitó a leer la Constitución. El país elige presidentes, no reyezuelos le dijo. Adelantando lo que sería más tarde su estrategia insurreccional frente a los resultados electorales, Trump llamó a “liberar” los estados que estaban imponiendo medidas sanitarias, bajo el influjo de Cuomo.

La caída. Sin embargo, recientemente, y ya pasado el momento de mayor angustia frente al minúsculo enemigo desconocido, la imagen de héroe COVID de Cuomo se ha derrumbado, obligándolo a renunciar al cargo de Gobernador y, por cierto, a las pretensiones presidenciales que muchos le auguraban. Un caso parecido al de Dominique Strauss-Kahn, director del FMI y futuro candidato del partidos socialista francés a la presidencia del país, quien intentó abusar de una empleada del hotel en que se alojaba, pero con ribetes propios.

• La caída de Andrew Cuomo se explica por su éxito. Según el periodista del New Yorker, Nick Paumgarten, Cuomo “rápidamente se dio cuenta de los comentarios y creo que escuchó mucho, probablemente demasiado sobre el gran trabajo que estaba haciendo”. Eligió el papel y construyó la narrativa del héroe de la pandemia. Quizás llegó a creer que su poder no tenía límites, que como en las películas donde el héroe salva al mundo, él era capaz de todo.
• El pecado de la hybris, de la desmesura y la arrogancia. Así lo tienen que haber visto los familiares de los residentes de los hogares de ancianos cuyas cifras de muerte fueron alteradas, así lo vivían diariamente los empleados de la gobernación que se quejaban de las exigencias y mal trato que imponía la autoridad, así lo tienen que haber vivido con rabia e impotencia las mujeres de su oficina que reclaman haber sido acosadas sexualmente. Así las cosas, justo o no, y habiendo pasado ya el peligro, el héroe de ayer se convirtió en el villano de hoy. 
• Ciertamente Cuomo estará sorprendido y frustrado. Su final tiene algo del patetismo de quien no se percata que los tiempos cambiaron: seguía ofreciendo sus conferencias diarias hasta el final entregando cifras de recuperados y sobrevivientes, pero los periodistas le preguntaban por las mujeres que lo denunciaban. Según Paumgarten, “sigue diciendo: “Soy abogado”. Es como, “Bueno, podemos decirlo”. Y esa es la cara pública que vemos. Lo imagino cuando está fuera de cámara, lo imagino con el ceño fruncido, comprometido e intrigante, nubes oscuras reuniéndose a su alrededor, relámpagos, murciélagos, autos explotando en la calle como Carrie o algo así. Es difícil para mí imaginar lo que está pasando mientras intenta pensar y luchar para salir de este lío”.
• El tiro final lo dio el presidente Biden al pedirle la renuncia al cargo. Fue víctima de su propio éxito, la desmesura le pasó la cuenta animando a sus adversarios políticos a sacar lustre de sus errores, azuzando a sus empleados y espoleando a las mujeres acosadas por este hijo de inmigrantes italianos que creía estar haciendo lo correcto en su rol de macho mediterráneo, en una sociedad que en su momento demandó un héroe, pero que no estaba dispuesta a soportarlo en tiempos de normalidad.