Abril 15, 2022

No se hagan ilusiones: la izquierda (Lagos incluido) responderá al llamado de la tribu y jamás votará Rechazo. Por Jorge Schaulsohn

Ex-Ante

Hay razones más que suficientes para que una mayoría de la ciudadanía opte por el mal menor votando por el rechazo de la constitución en el plebiscito de salida. Pero la abrumadora mayoría de la izquierda cree que la nueva constitución es una oportunidad histórica, única e irrepetible para cambiar las reglas del juego a su favor y no la van a dejar pasar porque el texto sea malo, imperfecto o defectuoso.


La convención atraviesa por su peor momento; surgen voces críticas, nadie esta contento con el resultado de su trabajo. Se puede afirmar sin temor a equivocarse que las quejas son transversales. Por desgracia Los convencionales de la centro izquierda son los grandes responsables ya que durante un largo tiempo renunciaron a su rol moderador sumándose a las tesis de la extrema izquierda en comisiones.

La crisis del momento tiene que ver con la aprobación por el pleno de la norma que crea la Cámara Regional y el rechazo de la que establecía el Congreso de los Diputados y Diputadas; lo que significa que por ahora tenemos un sistema de gobierno sin Congreso.

El rechazo al Congreso de Diputados y Diputadas fue una represalia por parte de aquellos convencionales que no querían que desapareciera el Senado y que, además, estimaban que la Cámara Regional que lo reemplaza carecía de atribuciones suficientes.

Sin embargo la centro izquierda había aceptado esta fórmula, suscribiendo lo que se denominó como “el gran acuerdo” que posteriormente fue cuestionado por parlamentarios socialistas que le quitaron el piso a sus convencionales,. Pero cuando ya era demasiado tarde para salvar al senado.

Desde un primer momento el Senado se transformó en el símbolo del “ancien regime” y su eliminación en un “trofeo”; una obsesión ideológica de la extrema izquierda propiciada por el Partido Comunista y el Frente Amplio que lo estigmatiz´, sin fundamento alguno, como un ente elitista que ha sido el gran obstáculo para los cambios económicos y sociales a los que ellos aspiran. Lo que es absolutamente falso.

El Senado es un órgano tan democrático como la actual Cámara de Diputados, cuyos miembros son 100% elegidos por votación popular. Su composición ideológica suele ser un espejo de la Cámara y al igual que ésta muchas veces en nuestra historia reciente y pasada ha estado dominada por la izquierda; siendo la última vez durante el primer gobierno de Michele Bachelet.

En realidad, lo que estos sectores, buscan es concentrar el poder radicándolo en el “Congreso de Diputados y Diputadas donde todo se resolverá por la simple mayoría de los presentes en la sala. Las leyes de quorum especial desaparecen.

Ahora la batalla se radica en la Cámara de Las Regiones que reemplazara al Senado que ya forma parte del borrador de la nueva constitución pues fue aprobada por 103 votos; lo que está en disputa son sus atribuciones.

La centro izquierda, que cambió de opinión ahora trata que la cámara de las regiones se parezca lo más posible al senado que en su momento no supieron o quisieron defender, de modo que el cambio sea más bien cosmético y que se pueda hablar en propiedad de un sistema bicameral.

En este momento, por primera vez desde el inicio de la convención hay un sisma entre los convencionales y dirigentes de la centro izquierda por una parte y del Partido Comunista y el Frente Amplio por la otra. Pero sería un error dramatizar el impasse; el agua no llegará al río, habrá un acuerdo más o menos satisfactorio y en definitiva se aprobará el nuevo sistema de gobierno.

La abrumadora mayoría de la izquierda cree que la nueva constitución es una oportunidad histórica, única e irrepetible para cambiar las reglas del juego a su favor y no la van a dejar pasar porque el texto sea malo, imperfecto o defectuoso; tienen muchísimas más coincidencias que discrepancias; hacer fracasar la convención es una línea roja que no cruzarán nunca.

La idea que todas la leyes son iguales en importancia y jerarquía y que por lo tanto no deben existir quórum especiales es aceptada por la unanimidad de los convencionales de izquierda; pese a que es una aberración; ¿cómo se va a requerir el mismo quórum para aprobar un feriado que para modificar el sistema de justicia o educativo?

La izquierda también está de acuerdo en que en todos los organismos de representación popular haya cupos reservados para los “pueblos originarios”, afrodescendientes y diversidades sexuales porque les conviene, ya que contribuye a configurar la mayoría simple a la que aspiran.

La importancia decisiva de los cupos reservados quedo demostrada en la Convención ya que, gracias a los votos de los Mapuche, Aymara, Rapa Nui, Quechuavc, Lican Antay , Atacameño, Diaguita, Colla, Kawashkar, Yagán o Yámana, y Chango se están alcanzando los dos tercios, que fueron claves para la eliminación del Senado.

Todo eso pese a que es una distorsión de las mayorías, pues se les dan escaños a personas que muchas veces se representa a sí mismas, a pueblos extintos o en vías de extinción.

La izquierda también está de acuerdo con el talante estatista y paternalista (Cepaleano) de la nueva constitución y la creación de un estado de bienestar, que por lo demás son pilares del programa de gobierno de Gabriel Boric.

No hay que olvidar que la centro izquierda está en el gobierno y que un triunfo de rechazo sería una debacle para Boric y una derrota política y cultural para el conjunto de la izquierda solo comparable a la sufrida en 1973.

No quiero decir con esto que el triunfo del apruebo esté asegurado. Todo lo contrario, si no hay correcciones de fondo el texto estará muy por debajo de los mínimos exigibles para una democracia en materia política y en el ámbito económico empujaría al país al subdesarrollo.

La precarización del Poder Judicial, la colectivización del Ministerio Público con peligro de politización, las ambigüedades sobre el ámbito de competencia de la justicia indígena que podría extenderse a materias penales, la eliminación de derecho de propiedad sobre las concesiones mineras , los derechos de agua y la propiedad intelectual, la falta de regulación constitucional de las acusaciones al Presidente de la República, afectación a la autonomía del banco central incluyendo la facultad de acusar a sus consejeros, entre otras materias, son razones más que suficientes para que una mayoría de la ciudadanía opte por el mal menor votando por el rechazo de la constitución en el plebiscito de salida.

Pero esa mayoría, si es que llega a existir, no incluirá a las cúpulas de la centro izquierda. Nadie debe ilusionarse con el apoyo al rechazo de lideres como Lagos o Bachelet, ni de sus parlamentarios y dirigentes, aun cuando tardíamente se manifiestan “espantados” por el curso que ha tomado la convención. Todos sin excepción responderán al llamado de la tribu que en este caso significa aprobar la nueva constitución

 

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