Si alguien desea instalar la dinámica de vencedores y vencidos en el requerimiento ante el Tribunal Constitucional (TC), está errado. Ni el Gobierno ganó, ni las oposiciones perdieron, ni viceversa. Acá todos perdimos, y continuaremos haciéndolo mientras intentemos utilizar nuestras instituciones para objetivos de corto plazo.
Quienes creen que el gobierno ganó algo, están cayendo en dinámicas de barra brava. Es cierto que se logró salir más o menos airoso de la dimensión jurídica, pero en este tránsito el Presidente tuvo que desprenderse de su hombre de confianza, puso en jaque el discurso de Apruebo Dignidad sobre lo que algunos de ellos denominan “presos de la revuelta” y ni de cerca logró conseguir paz social con estos indultos. Al contrario, su aprobación fue en caída libre. Esta administración perdió mucho, se envolvió en la peor crisis que seguro vivirá durante sus cuatro años, y dejó pasar la gran oportunidad de llevar adelante una agenda de seguridad.
Por otra parte, las oposiciones no pueden en ningún caso vanagloriarse de algo. No lograron un resultado satisfactorio en el TC, y en esta idea de visibilizar el trance complejo para el gobierno, utilizaron el recurso comunicacional de forma excesiva, de seguro tentados en la alta desaprobación ciudadana y tomando el contexto electoral ad portas. Asimismo, se peca de optimismo excesivo cuando se piensa que una acción como esta, por el hecho de afectar al gobierno, tendrá por efecto llevar el agua hacia el molino propio, dejando al margen todo análisis sobre lo compleja que se ha tornado nuestra sociedad. Pero, más allá de lo anterior y a pesar de lo atendible de la molestia que surge por un fallo adverso, son inentendibles los cuestionamientos al TC.
Nuestro sistema político posee implícitas ciertas líneas rojas que guardan relación con cuidar nuestra institucionalidad, las cuales han sido ignoradas en esta oportunidad. Un ministro del Tribunal decidió dar una entrevista criticando al gobierno. También otros hicieron examen sobre la fórmula de designación de sus miembros cuando hoy todo el arco político se ha visto beneficiado de algún modo.
Acá perdimos todos, y el único grupo que continúa obteniendo beneficios de estos comportamientos son sin lugar a dudas esos políticos que se han alimentado de la falta de diálogos y consensos durante los últimos años. Después no nos sorprendamos si los ciudadanos tienen una evaluación adversa sobre la democracia, si los protagonistas de estas erosionan distintos organismos como el TC y estos últimos días la Fiscalía.
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Si queremos salir del hoyo en que estamos, requerimos de nuevos líderes que nos hagan recuperar la estructura normativa, pero de manera más ética y no autoritaria. Necesitamos urgentemente salir del marasmo y la anomia, para mirar el futuro con esperanza.
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