-El gobierno cumplió 2 años. Y se abre la discusión sobre la marca que deja. ¿Cómo analizas esta primera mitad del Presidente Gabriel Boric en La Moneda?
-Lo más importante, sin duda, de estos dos primeros años de Gobierno fue y sigue siendo la derrota de su propuesta constitucional. Yo creo que ese es el antes y el después. Un gobierno que se quedó sin agenda y cuya propuesta de cambio político para la sociedad chilena fue profundamente derrotada.
-¿El programa prácticamente no se ha cumplido?
-El conjunto de las reformas sustantivas que se pensaba hacer tenía como columna vertebral, como lo dijo el propio ministro Jackson en su momento, la propuesta constitucional. Ahí estaban las grandes reformas y las grandes transformaciones que el Gobierno pretendía hacer. Si esa propuesta fue ampliamente rechazada por un 62% del país, el gobierno se quedó con una agenda muy disminuida.
Con 60% de desaprobación, sin mayorías en el Congreso, le queda a duras penas la posibilidad de jugarse por una reforma previsional muy atenuada, que es muy distinta a la que buscaba originalmente. Y un pacto fiscal mucho más moderado de lo que pretendía ser originalmente. Más allá de eso, el Gobierno no tiene agenda política.
-Los analistas han recalcado que el Presidente ha dado varios giros. ¿Cómo evalúas esos cambios de Boric?
-Todos los cambios de opinión del Presidente de la República responden a una situación de debilidad y no de fortaleza, al tener que ajustarse a las consecuencias de una realidad que no previeron, que no calcularon, que no fueron capaces de anticipar.
-¿Cómo cuáles?
-El deterioro de la seguridad pública es probablemente el problema más grave que el Gobierno enfrenta. El gobierno no se preparó para enfrentar esa coyuntura. El intento de la ex ministra del Interior, Izkia Siches, por ingresar a Temucuicui fue la primera señal del mal cálculo y de la mala previsión que habían hecho respecto de ese punto. Fueron ingenuos al creer que el solo cambio de gobierno iba a mejorar las condiciones en materia de seguridad.
En segundo lugar, el país no remonta económicamente; el año pasado tuvimos un decrecimiento económico. La tercera variable es la irrupción de los fenómenos de corrupción asociados al caso convenios. La opinión pública se dio cuenta de que aquí no hay superioridad moral, sino que al contrario, aquí hay una generación que venía con la ambición de la captura del Estado y de hacerse con los recursos públicos para financiar actividades políticas o incluso lucro personal.
-Otra cosa que marcó estos dos años fue la disputa entre el Socialismo democrático y Apruebo Dignidad, con una fuerte presencia del Partido Comunista. ¿Quién terminó ganando esa disputa?
-Yo creo que el gobierno tuvo la necesidad de incluir al Socialismo Democrático, después de la derrota del 4 de septiembre. Fue más bien una decisión táctica de tener que sumar a ese sector. Pero yo creo que el gran ganador, en esta disputa por imponer contenidos y, finalmente, por imponer ciertas líneas políticas es el Partido Comunista y el Frente Amplio. En los momentos decisivos, cuando el Partido Comunista golpea la mesa, el Gobierno y el propio Presidente se sienten obligados a ordenarse detrás de esas posiciones.
-En términos internacionales, ¿cuál es tu percepción?
-El Gobierno maneja las relaciones internacionales con una gran falta de prolijidad, de experiencia, de madurez. Lo que ha pasado con Israel es la mejor evidencia. El Gobierno no anticipó que dejar fuera a las empresas israelíes de la Fidae iba a afectar a las Fuerzas Armadas que tienen contratos de largo plazo con empresas de ese país, incluso en materia satelital. El gobierno se da ciertos gustos políticos, y no entiende cuál es la manera en que se manejan las relaciones internacionales.
O sea, aquí hay un dato increíble: el gobierno de Israel en medio de este conflicto, no ha perdido la interlocución y la capacidad de conversar con Qatar, que es el gobierno que le ha dado el respaldo más firme desde el punto de vista financiero y político a Hamas. Y sin embargo no puede conversar con el gobierno chileno. El Gobierno chileno no le contesta el teléfono. Eso confirma que hay sobre ideologización de las relaciones internacionales entre los Estados.
-El Presidente quiere dejar como parte de su legado una nueva coalición de izquierda progresista. ¿Lo ves factible?
-El Socialismo Democrático ya asumió un rol subordinado, de vagón de cola de Apruebo Dignidad. El Socialismo Democrático hoy día no está en condiciones de representar un proyecto político propio al margen del PC y del Frente Amplio. Por lo tanto, todos los actores de izquierda van a apostar a la unidad necesariamente, porque su único gran objetivo es mantenerse en el gobierno.
Ya no hay proyectos, ya no hay programa, ya no existe la aspiración de los cambios. Ahora es una cuestión de pura sobrevivencia política. Desde la DC hasta el PC, lo único que importa hoy día, su único objetivo, es la continuidad en el gobierno.
-En general, dices que el presidente Boric no aprueba este este periodo.
-El presidente Boric ha tenido, según muestran todos los indicadores, dos años muy malos: los dos años de más bajo crecimiento desde el retorno a la democracia; niveles de inversión bajísimo, sobre todo en materia de inversión de empresarios chilenos. La inversión extranjera ha mejorado, pero responde a otra lógica.
Ha aumentado la inseguridad, la violencia de los delitos, ha aumentado la cantidad de chilenos que viven en campamentos. El tema de las tomas y de los campamentos es una cuestión dramática. En Chile, en estos dos últimos años, lo único que ha crecido es la inseguridad, la violencia del crimen organizado y las tomas y los campamentos. No ha crecido nada más.
-¿Es necesario un cambio de gabinete?
-A estas alturas un cambio de gabinete no sirve de nada. El problema del manejo político, de gestión del gobierno son muy estructurales. No creo que cambiar a un ministro en particular, vaya a provocar un cambio en lo sustantivo. Puede resolver eventualmente algunos problemas de gestión. Pero un nuevo gabinete no va a resolver ninguno de los problemas políticos y de gestión que hoy día tiene el Gobierno.
-¿A qué ministro rescatas en estos dos años?
-Lo más positivo es que Mario Marcel, de Hacienda, ha logrado mantener un cierto margen de responsabilidad fiscal a pesar de todas las dificultades, a pesar de las presiones políticas.
Y hay que decirlo claramente: si Marcel ha podido hacer eso es porque ha tenido el respaldo del Presidente de la República. Eso es lo que yo más rescato, es el gran punto positivo de todo lo que se ha visto en estos dos primeros años de gestión.
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