A propósito del movimiento que hará (con alta certeza) la empresa minera Río Tinto, me gustaría destacar como un “téngase presente”. Efectivamente, Río Tinto ha puesto foco en crecer inorgánicamente en Argentina para alcanzar una posición expectante para el mediano plazo.
Buena jugada por parte de ellos por ser anticíclica.Y tienen razón, en que hoy en Argentina todo es más expedito. Las provincias de la mesa del litio trasandino están operando a toda máquina para atraer más y más inversión, sin dejar de lado el cuidado del medioambiente y las comunidades donde estos proyectos operarán. Hay que recordar que cada provincia es autónoma y son visibles los responsables de la minería y energía en el vecino país.
El gobierno central ha hecho lo suyo y les está facilitado las cosas al aprobar (a pesar de tener minoría en el Congreso) el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) que es un novedoso régimen que prevé cerca de 20 beneficios impositivos, aduaneros y cambiarios, además de estabilidad normativa y protección contra los abusos del Estado, con el fin de fomentar grandes inversiones nacionales y extranjeras a largo plazo, sin limitación de sectores; con el fin de generar volumen de inversión y empleo de largo plazo.
Quizás, nada nuevo para lo que estábamos acostumbrados en Chile en los últimos 20 ó 30 años. Pero lo cierto es que “Obras son amores” y la inversión extranjera es como la corriente eléctrica: siempre elige el camino con menos resistencia.
Me tocó de cerca la discusión de este nuevo régimen legal, ya que la semana en la se aprobó en el Congreso argentino, estábamos en la ciudad de Buenos Aires asistiendo a un seminario donde se reunieron las empresas más destacadas de la industria del litio.
El ambiente estaba agitado, se comentaba que este era un paso realmente importante. Me atrevería a decir que, al otro lado de la cordillera, acababan de descubrir las ventajas de la certidumbre y de la seguridad jurídica (de esa que queda escrita y se promulga como ley). Es una oportunidad de esas que la Argentina no se daba desde hace más de 25 años. Los resultados no están garantizados, pero debemos esperar a ver el efecto final que este momento producirá en la economía trasandina.
Lamentablemente, no podemos decir lo mismo a este lado de la cordillera. El no cambiar las reglas del juego (establecidas, no las futuras), es una máxima que todo el mundo nos reconoce como marca país. Incluso podría ser el lema de nuestro Escudo Nacional. Por ello, se hace cada vez más complejo explicar a inversionistas extranjeros lo que está sucediendo, por ejemplo, en el sector energía y los efectos que los cambios de las reglas del juego podrían ocasionar en los objetivos de nuestra transición energética, a los flujos ya comprometidos de las inversiones e incluso a la inflación futura debido a eventuales alzas de precios a consumidores finales (lo que sería un sin sentido).
Es decir, un golpe a la bien ganada confianza en nuestro país. En esa misma línea, cuando hablamos de establecer reglas claras, los tiempos de evaluación y aprobación de proyectos energéticos que acá nos toma años, se comparan negativamente con los ocho meses que se toman en Brasil.
En el Chile de hoy, obtener una Resolución de Calificación Ambiental (RCA), no garantiza un compromiso vinculante para llevar a término un proyecto de capital, como sí funcionaba en la práctica hace al menos una década atrás.
¿Que nos pasó en el camino? No es exageración pensar que la confianza que tanto trabajo nos costó construir se pueda desvanecer rápidamente a costa de nuestros vecinos latinoamericanos. Al fin y al cabo, nada nos hace tan especialmente distintos para que el inversionista extranjero siga estando contra viento y marea del lado de un país que, sencillamente, no quiere poner pie en acelerador.
Espero que la decisión de Río Tinto de adquirir Arcadium Lithium en Argentina, no altere o comprometa la manifestación de interés que realizó en junio a la ENAMI para desarrollar proyectos en nuestro país. Depende solamente de actuar rápido, dando certezas respecto de ese proceso, con la mirada puesta en el desarrollo industrial de Chile y comprometiéndonos nuevamente a retomar la espiral virtuosa del crecimiento productivo.
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