La pregunta es si en el Chile que estalló hace dos años clamando por cambios profundos, y donde el 78% de los y las votantes aprobaron una nueva constitución, es posible que el líder del rechazo se erija por voluntad popular como el próximo presidente de Chile. Mi respuesta es que sí.
Kast ha sabido escudriñar la sociedad. Hemos conocido al menos un par de encuestas que no sólo confirman la emergencia de José Antonio Kast, sino que hacen presagiar que probablemente inscribirá su nombre en la papeleta para la segunda vuelta presidencial de este año.
- Un alza en las encuestas que ha venido acompañada de un crecimiento orgánico en redes sociales. Según la agencia digital UBIK, en Facebook es Kast quien más ha cosechado el último tiempo entre los presidenciales. Complementariamente, ha aumentado sus interacciones en redes sociales en la última semana separándose por lejos del resto de candidatos.
- Hace pocos meses, algunos criticaban como delirante apostar que el representante del Partido Republicano estaría en poco tiempo en la pole position presidencial. Pero la dinámica política y social es tan cambiante -líquida, según la moda- que lo que hasta hace poco se juzgaba surrealista hoy pareciera bastante más concreto.
- Así las cosas, la pregunta que cae de cajón es si, en el Chile que estalló hace dos años clamando por cambios profundos, y donde el 78% de los y las votantes aprobaron una nueva constitución confirmando la voluntad de cambios, es posible que el líder del rechazo se erija por voluntad popular como el próximo presidente de Chile.
- Mi respuesta es que sí.
- José Antonio Kast no ha creado la sociedad en la que vivimos, pero ha aprendido a escudriñarla y logrado instalar su discurso frontal en el debate público, convirtiendo el temor y la incertidumbre reinantes en capitales de su campaña y factores de polarización.
- Se ha hecho eco del hastío con el desorden público, de la laxitud política frente al vandalismo y del abandono que vastos sectores sociales sienten frente al narco y al terrorismo. Ha sintonizado con esas subjetividades silenciadas, que ven una competencia desleal en el inmigrante, entregando respuestas extremas –y hasta hace poco políticamente incorrectas- revestidas de sentido común.
El error de la izquierda. La posición aventajada de Kast no nos habla sólo de él, tal como en sus días el surgimiento de Trump o Bolsonaro no hablaban tanto de ellos como del momento social en que se insertaban sus liderazgos. Una vez más, no somos tan originales respecto del mundo ni ajenos a emergencia de figuras nacionalistas de derecha en tiempos de incertidumbre y falta de respuestas concretas por parte de la política.
- Por eso, se equivoca aquella izquierda que descalifica o desmerece la adhesión a Kast como un sinsentido, o que caricaturiza a sus adherentes como nazis –“fachos pobres” les decían a los de Piñera-, homofóbicos, xenofóbicos o negacionistas. O el mismo candidato Boric, cuando ironiza con su nombre o cuando impugna el pasado su padre.
- Bien le haría a la izquierda entender que, al igual que cualquier candidato presidencial, José Antonio Kast no es responsable de su genealogía como sí lo es de responder directamente sobre sus propuestas de gobierno en temas que también sintonizan con las subjetividades en curso y que no han sido suficientemente abordadas en el debate público. Temáticas que el mismo candidato tiende a bypasear pero que serán ineludibles desde su expectante posición en las encuestas.
- Por ejemplo, respecto de sus motivaciones para derogar la ley de interrupción del embarazo en tres causales, retrocediendo en derechos adquiridos y obligando a una mujer violada a llevar adelante su embarazo. O qué es lo que lo estimula a desconocer todo lo avanzado en diversidad e inclusión, para premiar con beneficios sociales sólo a familias de padre y madre de distinto sexo y legalmente casadas. ¿O no sabe el republicano que el 20% de los hogares en Chile está compuesto por mujeres jefas de hogar?
- En materia climática, ¿qué si no es la negación de la crisis lo que lleva a JAK a plantear la mantención de termoeléctricas a carbón contraviniendo los acuerdos internacionales en la materia?
- Y respecto de su core bussines, el orden público y la seguridad, ¿cómo pretende concretamente recuperar la paz social negándose a la demanda por cambios profundos? ¿O creerá José Antonio que para terminar con la protesta social le servirá gobernar en estado de sitio permanente?
- Estas y otras preguntas sobre cómo se hará cargo de la angustia y la demanda por universalidad en materia de pensiones, salud y educación, posiblemente hablen más de la inviabilidad de lo que Kast propone o representa que lo que cierta izquierda no quiere aceptar de su persona.
- Cuando la izquierda se enoja con Kast, se enoja con el lado de sí misma que no es capaz de sintonizar con esa subjetividad latente que lo ha levantado. Y al no hacerse cargo de aquello que Kast ha llegado a representar, esa izquierda arriesga la posibilidad de gobernar.