Cuando Gabriel Boric le propuso a la senadora Isabel Allende la idea de que el gobierno comprara la casa del presidente Allende para convertirla en museo, él entendía, obviamente, que estaba hablando con una de las propietarias. Pero sucede que ella estaba impedida constitucionalmente de venderle algo al Estado. De los preparativos de la compra se desprende que el mandatario no se daba cuenta del impedimento constitucional. Lo insólito fue que la senadora revelara igual ignorancia: fue diputada por 16 años y en marzo cumplirá 15 años en el Senado. Además, fue presidenta de ambas corporaciones.
Su sobrina, Maya Fernández Allende, ministra de Defensa, copropietaria de la casa, también tendría que haber reparado en la inconstitucionalidad de la operación de compraventa: mal que mal, fue presidenta de la Cámara de Diputados. Su situación actual es tan comprometedora como la de la senadora, pues el artículo 37 bis de la Constitución impone a los ministros la misma prohibición que a los parlamentarios. Podría ser acusada constitucionalmente.
Es desoladora la impresión que queda al constatar que la iniciativa recorrió varias instancias dentro del gobierno (Servicio Nacional de Patrimonio Cultural, Dipres, ministerio de Bienes Nacionales, SEGPRES, Segundo Piso) sin que sonaran las alarmas. Tampoco sonaron las de la Contraloría General de la República, que tomó razón, el 30 de diciembre, del decreto presidencial firmado el 25 de noviembre, mediante el cual se autorizaba la compra. En una notaría, se firmó el contrato por un monto de $933 millones. Y ahora, una palabra poco conocida se incorporó al vocabulario de La Moneda: “resciliación”, que significa rescisión o anulación de un contrato.
El gobierno de Boric ha dado numerosos espectáculos en 3 años. Incontables, en realidad. Pero, este parece superar todo lo anterior. Los primeros efectos políticos están a la vista; un golpe devastador para la familia Allende y, ciertamente, un daño muy alto para el Partido Socialista, a cuyos dirigentes no les quedó más remedio que cerrar filas con la senadora y la ministra, ante todo porque sienten que la propia figura de Salvador Allende está resultando erosionada.
No se sostiene el recurso de disculpar tantas torpezas juntas mediante la invocación de la buena fe del presidente, la senadora o la ministra. Con buenas intenciones, se pueden cometer ilegalidades y hasta crímenes. Nos consta, además, que, en estos años ha sido el Estado de Derecho el que, pese a sus limitaciones, ha salvado al país de no pocos “perjuicios bienintencionados”. El espíritu redentorista del bloque gobernante pudo haber tenido consecuencias catastróficas de no haber sido porque la institucionalidad opuso resistencia. En tal contexto, es lamentable que Boric siga pronunciando discursos de diputado desaprensivo.
¿Lo salva la ignorancia? En ningún caso respecto de la Constitución. Él quería reemplazarla por la de la Convención, y se supone que estudió a fondo la que lleva la firma de Lagos para conseguir que la embestida en su contra fuera eficaz. Sin embargo, parece haberse conformado con lanzar arengas, sin preocuparse de analizar su contenido. La dejadez constitucional define el último escándalo, y quizás no es casual que Gabriel Boric, Isabel Allende y Maya Fernández hayan apoyado el proyecto refundacional que, si se hubiera aprobado, quizás dónde estaríamos. Ellos tres han sido afortunados: sus actuales cargos están protegidos por la Constitución que quisieron eliminar.
Es sobresaliente la capacidad de resistencia que ha tenido Chile frente a tantos disparates con aires de superioridad moral que se han cometido en estos años. ¿Gobierno progresista? ¿Y dónde está el bendito progreso? ¿En las inversiones y la actividad económica? ¿En la educación pública? ¿En la salud? ¿En la seguridad pública?
Hay quienes sostienen que el gobierno de Boric se hizo cargo de un país inestable, y que fue capaz de estabilizarlo. Algunos van más lejos y dicen que lo pacificó. Ese sí que es desparpajo comunicacional, como si respondiera al consejo de alguna empresa del rubro. El problema es que no hemos olvidado que, para acceder al poder, el Frente Amplio y el PC echaron leña a todos los fuegos posibles, favorecieron al bandolerismo en la Araucanía, cabalgaron sobre la irracionalidad en 2019 y no le hicieron asco a la posibilidad de derribar a Piñera. ¿Estabilizadores? Hay que tener cara.
¿Qué desear para el tiempo que le queda a Boric? Que ojalá no le toque enfrentar una crisis mayor, cualquiera que sea su naturaleza. Que no intente “hacer historia” con alguna ocurrencia desorbitada. Que asegure que el proceso electoral se desarrolle dentro de la ley y no se deje tentar por el intervencionismo estatal. Que impida el despilfarro de los recursos públicos. Que respete la Constitución hasta el último día.
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