Di la verdad
Di, al menos, tu verdad
Y después
Deja que cualquier cosa ocurra:
Que te rompan la página querida
Que te tumben a pedradas la puerta
Que la gente
Se amontone delante de tu cuerpo
Como si fueras
Un prodigio
O un muerto.
Heberto Padilla, 1968.
Consultado sobre el tema de la muerte, Jorge Edwards decía no temerle porque le encantaba dormir así que “cuando me muera tendré chipe libre”.
Distinguido con el Premio Cervantes en 1999 y con el Premio Nacional de Literatura en 1994, Edwards es reconocido como uno de los más brillantes y prolíficos escritores chilenos de la generación del 50. Columnista de diarios chilenos y europeos, narrador, periodista y memorialista.
Con más de una docena de novelas, libros de ensayo y memorias, mezcló con la literatura una vida diplomática que lo llevó a Cuba en 1971 y a Francia en dos oportunidades donde se convirtió en un verdadero especialista de la literatura gala.
Todos tenemos momentos de la vida que quedan marcados y definen quienes somos. Uno de los capítulos más significativos de su vida fue su papel como Encargado de Negocios en La Habana, donde el presidente Allende lo envió para restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba. Penosamente, su estadía coincidió con el caso Padilla, esto es la cuestión del afamado y laureado entonces poeta Heberto Padilla quien al publicar su libro Fuera del Juego con poemas que se apartaban del forzado espíritu optimista, alegre y entusiasta de la revolución, fue encarcelado, torturado y obligado a realizar un acto de contrición pública negando la validez de su obra y de su sensibilidad personal ante la Sociedad de Escritores y Artistas cubanos.
La “autocrítica” de Padilla, el 27 de abril de 1971, en la que además debió participar su esposa Bertha Belkis, que también era poeta, es uno de los momentos más humillantes -de negación de sí mismo- que ha debido pasar un escritor latinoamericano en todo el siglo XX. Se puede ver en su versión completa filmada en vivo en la película de la productora francesa Ventú llamada “El Caso Padilla”.
Edwards no escondió su solidaridad con Padilla lo que le significó su expulsión de Cuba. El caso puede ser considerado como el punto de quiebre de la intelectualidad mundial con el régimen de Fidel. La mayor parte de los escritores de izquierda en Europa y América latina, donde el Boom estaba en su apogeo, mostraron su decepción con los métodos cubanos que recordaron las purgas y autocríticas del período estalinista en la URSS. Jean Paul Sartre, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Simone de Beauvoir, Italo Calvino, Marguerite Duras, Carlos Fuentes, Juan Goytisolo, Octavio Paz e incluso García Márquez por primera vez se atrevieron a criticar el régimen de Fidel Castro.
A raíz de esta experiencia, Edwards escribió el libro Persona Non Grata en 1973, que fue prohibido en Cuba y Chile en su versión completa, la que solo vio la luz en 1983 editada por Seix Barral. Muchos de sus amigos de entonces, tanto en Chile como en el exilio le quitaron la palabra por su atrevimiento. Pablo Neruda, su gran amigo lo acogió en la embajada de Chile en Paris donde estuvo hasta el día del golpe de estado en 1973 para luego exiliarse en Barcelona. España se convertiría en su segunda patria y fue el lugar que escogió para escribir sus memorias y dormir con “chipe libre”.
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