-¿El diálogo constituyente está avanzando?
-Yo creo que tenemos claridad de que hay recetas que hicieron fracasar el proceso anterior que no se pueden volver a intentar. De lo contrario estamos condenados a repetir la historia. Creemos que hay una oportunidad de hacer las cosas mejor y va a depender de que tengamos humildad para reconocer los errores que cada sector ha cometido.
-Uno de los temas más delicados es el mecanismo. La derecha ha criticado que el oficialismo quiere hacer una convención parecida a la anterior, pero entiendo que están dispuestos a abrirse a una convención mixta con expertos.
-No podemos seguir proponiendo alternativas que no tengan la capacidad de lograr acuerdos de 4/7 en el Congreso. En ese sentido, hay algunos que proponen hacerlo igual que en el pasado. Y eso demuestra una mala memoria que nos puede llevar al mismo lugar donde estábamos a principio de este año: al borde del abismo.
Desde nuestro sector, decir que hay que ampararse en el artículo 142, perder la oportunidad de darle más estabilidad a Chile y quedarse con una constitución que está superada, también es un error. Creemos que hay que dejar de lado esos maximalismos y tratar de actuar de buena fe.
-¿Pero se está yendo hacia un consenso de una comisión mixta elegida con una parte de expertos?
-No voy a anticipar fórmulas o mecanismos antes de tener consensos amplios. Sería pasar por arriba de muchas personas que tienen que participar en este debate. Efectivamente hay miradas abiertas a tener un órgano mixto. Pero hay todavía construcciones pendientes de realizar.
-¿Hacia donde crees que va el consenso?
-El principio del camino es tener una nueva constitución y esto termina en un plebiscito de salida, que le de validación ciudadana a lo que se redacte. En una año y medio más espero haber hecho campaña por el Apruebo por tener una nueva constitución. Y espero que toda la clase política de Chile pueda decir orgullosamente que estuvo haciendo lo mismo.
-¿Una constitución firmada por Boric?
-Vamos a aprobar una nueva y buena constitución que ojalá, lo digo desde la centroderecha, lleve la firma de un Presidente que está a la izquierda de nosotros. Se acaba el discurso y la épica contra Pinochet. Se acaba la justificación de que una constitución por el hecho de haber sido concebida en el año 80, no hace posible los cambios sociales. Se acaba ese discurso y se habilita una estabilidad institucional para Chile muy importante si la próxima constitución lleva la firma del Presidente Boric.
-¿Qué va a pasar con los expertos?
-Tienen que tener un rol muy relevante, no solamente de consejeros, sino como incumbentes en el proceso. Algunos dicen que tienen que tener dientes y uñas. La ciudadanía exige que la constitución la hagan los que saben.
-Los expertos también participaron en el proceso anterior.
-Si, pero con roles mas difusos. Hay que darle un rol particularmente en lo que significa la construcción de ciertos principios, temas que va a tener que contener la constitución sí o sí y cuáles tienen que quedar afuera. Me interpreta la frase de Camilo Escalona, de que acá el producto más importante es tener una nueva constitución que lleve la firma del Presidente Boric y que tenga la validación de la ciudadanía en una plebiscito.
-¿Qué significa para ti o la derecha que lleve la firma de Boric?
-Le puede dar estabilidad a Chile. Si te quedas en la cuestión más típica de la política, en los gallitos chicos, no avanzas nada. Tenemos una oportunidad de no repetir los errores del pasado: quizá lo que pudo haber hecho el Presidente Piñera con el proyecto de constitución de la Presidenta Bachelet, de haber recogido lo mejor y haberlo aprobado en el parlamento.
Pienso particularmente en la posibilidad de que se acabe el discurso de que la constitución de Pinochet impide los grandes cambios sociales. Desde el punto de vista simbólico, que la constitución lleve la firma del actual Presidente puede darle más estabilidad institucional a Chile en las próximas décadas.
Si toca alternancia en el poder, como puede ocurrir, el próximo gobierno también lo va a agradecer. Personas que están aspirando a aquello y que quizá están mirando con mayor distancia el diálogo constituyente como José Antonio Kast deberían hace esa reflexión: que tener el tema constituyente esté cerrado es un beneficio. Eso exige actuar con un sentido de país.
-¿Qué sensaciones te deja este tercer aniversario del estallido?
-Hemos empeorado en todos los indicadores y tenemos más incerteza institucional. A tres años del 18-O, quienes promovieron con violencia las mejoras sociales se pegaron con un muro de realidad. Chile retrocedió. En eso hay una responsabilidad de la izquierda, pero también de la derecha.
El 21 de octubre de 2019 el presidente del PC, Guillermo Teillier, estaba llamando a la renuncia del Presidente de la República. Hemos retrocedido siete años en pobreza, tenemos una crisis del Estado de derecho, nuestra fuerzas de orden han sido atacadas institucionalmente. Si no hubiese sido por el sentido común de los chilenos estaríamos entrando en una agonía lenta y en un letargo que probablemente hubiese costado el desarrollado institucional de los próximos 30 años en Chile. Salir de eso se lo debemos al pueblo de Chile que votó Rechazo.
-¿Cómo viviste esos días, cómo viste al gobierno?
-Parto reconociendo con humildad que nosotros también nos equivocamos. Caímos en este marasmo y en esta sensación de que las legítimas demandas sociales podían de alguna manera justificar las agendas de cambio, aun cuando se estaba desbordando el orden público. Y en eso el gobierno anterior, con el descabezamiento de carabineros, con lo que significó el no respaldo a nuestra fuerzas de orden y seguridad, tuvo responsabilidad. Se contaminó el escenario con situaciones en las que se dio prácticamente por hecho que había violaciones a los DDHH, que después quedaron descartados por los tribunales de justicia. Salvo casos puntuales, que han sido acreditados, acá no había una cultura institucional de violación a los derechos fundamentales.
Y se generó un cóctel perfecto. Lo define una filósofa que se define como allendista, Lucy Oporto: lo que quedó fue ruina y decadencia. Carlos Peña dijo que Chile es un desastre por donde lo miren. Es importante para mejorar esta situación ser autocrítico, porque desde el gobierno de Piñera también hubo responsabilidad en el cuasi quiebre institucional. Un poder judicial que de alguna manera fue cómplice en el no esclarecimiento rápido de situaciones que no tenía la connotación de violación a los derechos fundamentales. Un poder legislativo que se atribuyó poderes del ejecutivo y que desde la oposición trató de botar al Presidente Piñera. Y un gobierno al que le faltó más firmeza en defender la labor de carabineros.
-¿A Piñera?
-Sí, por supuesto. Si queremos un pacto social para las próximas décadas, todos tenemos que partir por reconocer nuestros propios errores. El gobierno del Presidente Piñera debió haber tomado el impulso constituyente que venía del gobierno anterior, de la Presidenta Bachelet. Dicho eso, va a ser muy difícil que avancemos si es que el gobierno no se da cuenta de que sigue con una agenda que se parece a su programa de gobierno y mantiene a rajatabla sus reformas.
La centroderecha, por su parte, tiene que aprender que tenemos que cuidar todos los días la democracia y la libertad, en cada decisión política. La falta de eso nos pasó la cuenta también en la ambigüedad con que actuamos en ciertas materias en los días posteriores al estallido.
Lo otro es que los déficits sociales tienen que atenderse a tiempo, sin dogmas y sin populismos. Tenemos que hacer esa autocrítica, porque tuvimos la oportunidad en los últimos diez años de impulsar cambios, y nos quedamos pegados en indicadores para no hacerlos, como el PIB o la reducción de pobreza. La política tiene una dimensión subjetiva que no podemos olvidar.
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