-De acuerdo con una encuesta Invamer dada a conocer recientemente, la popularidad de Gustavo Petro bajó 10 puntos desde que asumió en agosto (desde 56% a 46%) y se duplicó su desaprobación (desde 20% a 40%). ¿Cómo se explican estas cifras?
Hay varios factores. Primero: Para un sector muy importante de quienes votaron por Petro, que son las personas que se identificaron con el descontento popular detrás del estallido social de 2021, hay un desencanto muy grande con su administración. Petro conformó la alianza política más fuerte que ha existido en Colombia desde 1991, pero hay que tener en cuenta que su victoria fue apuntando al desprestigio de los partidos políticos tradicionales. Y de un momento a otro, muchos de sus votantes empezaron a ver que Petro hacía alianzas con la élite que ellos mismos habían contribuido a derrotar en las elecciones.
Segundo: No hay soluciones milagrosas ni en dos, ni en tres ni en seis meses. Petro sabe muy bien que si no logra entregar políticas públicas para calmar las dificultades sociales, el estallido social se puede repetir. Pero a diferencia de 2021, ese estallido puede ser en su contra. Ello cambiaría por completo el panorama porque algunos partidos de gobierno darían un paso al costado, y naufragaría este gobierno. No estoy diciendo que vaya a caer, pero sí tendría muchas dificultades en materia de estabilidad política y de gestión.
Tercero: hay un pésimo manejo comunicacional del gobierno. Ayudan a eso ministros que tienen credenciales muy importantes, pero que no son expertos en las carteras que les fueron asignadas. Tenemos una doctora de filosofía, una mujer de 40 años, con una trayectoria académica brillante, pero que no tiene idea de minas y energía.
Así como tenemos una ministra en la cartera de salud, que se destacó en el estallido social como una gran activista, pero que no ha logrado articular una sola estrategia en materia de salud. Tenemos un ministro de defensa, que es un jurista muy reconocido, pero que no tiene ni idea de temas de seguridad y defensa.
Eso ha llevado a que tengamos mensajes que no son precisos, a veces contradictorios, y que han sido mal entendidos o mal asimilados por los mercados, por la sociedad y por los actores políticos.
¿Cómo se está viendo dentro del gobierno de Petro lo que está pasando en Chile con Gabriel Boric? Porque también el Presidente de Chile ha tenido una caída importante de popularidad desde que asumió en marzo.
Para algunos actores políticos, y para un sector de la sociedad colombiana, la suerte de Boric marcará la suerte de Gustavo Petro.
Lo digo por diferentes motivos: Primero, porque los dos llegaron tras una ola de descontento popular siendo hombres de izquierda, pero institucionales en relación al poder: Gabriel Boric, casi tendiéndole un salvavidas a Sebastián Piñera con el compromiso de un plebiscito constituyente. Y en el caso de Gustavo Petro, pese a generar temor en el mercado y en la derecha colombiana, se enfrenta a un candidato “outsider” como Rodolfo Hernández y termina siendo el candidato más institucional.
En segundo lugar: Colombia y los colombianos han seguido muy atentamente lo que ha ocurrido en Chile desde el estallido social del 18 de octubre de 2019. Y se pensaba que si Boric ganaba en el referéndum constitucional, seguramente Petro iba a buscar una asamblea constituyentes o un plebiscito para reformar la Constitución. Y eso quedó parado en seco para Petro.
Tercero: creo que los dos saben muy bien, que si se despierta el descontento popular nuevamente, como ocurrió en Chile en 2019, y en Colombia en 2021, sus mandatos pueden terminar. Algunos creen que Boric está bloqueado, después de la derrota del referéndum y otros creen que Gustavo Petro se va a bloquear el próximo año porque no va a poder dar respuestas sociales a la inmensa cantidad de reclamos que existen de quienes votaron por él.
Hay un cuarto punto: es notoria la identidad, la simpatía, y el mismo carril por el que van Boric y Petro. Entre los dos, terminan por nutrirse el uno al otro.
¿Qué elementos del gobierno de Boric ha tomado Gustavo Petro?
Uno muy importante. Boric elige como ministro de Hacienda a una persona reconocida y con trayectoria enviando un mensaje que calmó a los mercados. Petro interpreta bien eso y nombra un académico respetado, que fue ministro de Agricultura y miembro del Banco de la República, además de profesor de la Universidad de Columbia: José Antonio Ocampo, quien no solo calma a los mercados, sino que corrige los errores del resto del gabinete.
Petro nombró ministros reconocidos y no radicales, otros que eran activistas -haciendo una apuesta a ver cómo les iba- y otros de larga trayectoria como Ocampo o como Cecilia López en Agricultura y ahora entiende que al haber nombrado ministros radicales o activistas se equivocó tanto como lo hizo Gabriel Boric y por eso habrá un cambio de gabinete antes de las elecciones de 2023. Sino lo hace antes de ellas, puede ser tarde. Boric hizo el cambio después del plebiscito. Creo que los ministros activistas como salud y minas y algunos otros más debieran salir antes de las elecciones del próximo año.
¿Y qué lecciones está tomando Petro de lo que está sucediendo en Chile tras el plebiscito?
Petro es consciente de que si no logra articular respuestas sociales en el corto plazo de aquí, para máximo un año más, va a tener problemas de gobernabilidad. Por eso ha batallado muy fuerte con una reforma tributaria inédita en Colombia. Porque necesita recursos frescos, y sabe muy bien que sin plata y sin apoyo social, va a perder todo el respaldo y va a perder las elecciones territoriales de octubre de 2023, donde se elige a gobernadores y alcaldes.
Si pasa eso, pierde gobernabilidad, y si pierde gobernabilidad, vuelve la derecha al poder en 2026. Desde ese punto de vista, sabe que tiene que gastar dinero. El problema es que no hay dinero, porque la pandemia, a Colombia y a la gran mayoría de países del mundo, los dejó con unos déficits fiscales inmensos.
Todo apunta a que va a haber recesión el próximo año. Yo creo que Gustavo Petro sabe muy bien que si no logra calmar socialmente a los sectores que reclaman y que votaron por él, le puede ocurrir algo como la derrota del plebiscito para Boric, pero, en este caso, en las elecciones de 2023.
“Revivió Pinochet” fue la frase que usó Petro tras el triunfo del “Rechazo” en el plebiscito chileno.
Fue un comentario mal recibido en Colombia porque fue irrespetuoso frente a una votación transparente y legítima de los chilenos. Está claro que en Chile no gustó el nuevo borrador de Constitución y eso no quiere decir que están a favor de la Constitución de Pinochet. Petro pregona mucho la autodeterminación de los pueblos y la necesidad de respetar estos procesos electorales y políticos y Chile no es Cuba ni Venezuela ni Nicaragua. Y Petro hizo lo que él tanto criticaba que hacía Duque con Venezuela al crear un cerco diplomático contra Maduro. Además, ese comentario confirma en cierta medida algo que Petro intenta controlar con mucha cautela pero no lo logra completamente: que él tiene rasgos autoritarios muy fuertes. Y lo demostró como alcalde.
La primera lectura es que este es un problema de la alcaldía de Bogotá que no supo sortear bien y no solo ahora, sino en los dos últimos años. La alcaldía que encabeza Claudia López prometió muchas cosas y no cumplió. Además, la respuesta a una protesta es responsabilidad única de los alcaldes a menos que se salga de control y, en ese caso, el presidente tiene que intervenir. Se envió un mensaje muy preocupante de incapacidad de gestión de una protesta donde resultaron afectados sectores indígenas que votaron por Gustavo Petro.
La segunda lectura es la falta experiencia en el gobierno nacional para manejar estas situaciones. Han nombrado a oficiales muy jóvenes porque hubo una purga de 52 generales inédita en Colombia.
Aquí hubo mal manejo, falta de experiencia e incapacidad de gestionar conflictos sociales. Cuando en Colombia tú pones a la policía a gestionar conflictos sociales, la llevas a un callejón sin salida. En este caso hay un fracaso de la política social de la alcaldesa pero quien paga los platos rotos es Gustavo Petro.
El principal peligro para Petro es un segundo estallido social. Un estallido con una respuesta precaria y mal organizada como las de la protesta de los indígenas, puede llevar al traste a su alianza de gobierno.