Agosto 5, 2022

Jackson y el gen suicida de la política en todo su esplendor. Por Jorge Schaulsohn

Ex-Ante

Es cierto que el desempeño de Jackson ha resultado decepcionante y que logró lo que parecía imposible: Arrebatarle el cetro de la incompetencia a la ministra del Interior dejando al gabinete con sus dos ministros más relevantes prácticamente en la interdicción. Pero la comedia de equivocaciones y errores permea a todo el Gobierno, incluyendo al Presidente.


En lo primero que pensé al ver el pandemonio desatado por las últimas “confesiones” de Giorgio Jackson es en la imagen de Nancy Pelosi en Taiwán y su provocación innecesaria frente a un enemigo poderoso, en el momento más inoportuno. El Socialismo Democrático está reaccionando igual que los chinos, lanzando misiles retóricos, amenazando con bloqueos, exigiendo retractaciones y hasta renuncias.

El implacable trato que está recibiendo Jackson no deja de sorprender; evidencia la total falta de consideración hacia la figura del Presidente ya que se trata de su ministro de mayor cercanía y confianza. Y se trata de una coalición que a los 6 meses de asumir parece estar en avanzado estado de descomposición y se permite autoflagelarse en medio de un referéndum existencial para el gobierno y el país ¡El gen suicida de la política en todo su esplendor!

La dureza de las réplicas hace presagiar que la coalición de Gobierno podría no resistir el día después del plebiscito independientemente de cuál sea la opción ganadora, porque será casi imposible poner de acuerdo a los de Apruebo Dignidad y al Socialismo Democrático en dos cuestiones fundamentales.

La primera es una una agenda de reformas a la constitución, sea a la actual o a la nueva. La segunda es la conformación de un nuevo gabinete que necesariamente deberá recurrir a manos más experimentadas dejando a la orilla del camino a varias figuras emblemáticas de la campaña, fortaleciendo la presencia de “los corruptos”.

¿Se justifica tanto alboroto? No hay nada nuevo en lo expresado por Jackson que los líderes del Socialismo Democrático no hubiesen escuchado antes. La idea del FA de que ellos encarnan una especie de “superioridad moral” cuya escala de valores y principios es cualitativamente diferente a la de la Concertación, está en el ADN del Frente Amplio, que llegó al poder invocándolas en contraste con las políticas que denominaron corruptas de la Concertación.

No deja de ser cierto que, por lo menos hasta ahora, como dice Jackson tienen “infinitamente menos conflictos de interés que otros que trenzaban entre la política y el dinero”, lo que sería el resultado de “años de administrar el poder político y al mismo tiempo negocios por fuera, que pueden derivar en corrupción. Como en efecto ocurrió, especialmente con el financiamiento ilegal de la política.

Los cuestionamientos éticos a la generación de la Concertación también fueron vertidos por Gabriel Boric en una carta que publicó con ocasión del fallecimiento del ex presidente Patricio Aylwin en la que advertía que “se derramará mucha tinta para recalcar sus virtudes y que “seremos pocos los que no nos sumaremos a esas voces”.

También acusó a la Concertación de haber terminado de imponer el modelo neoliberal de la dictadura, de mantener aislado al pueblo para no “molestar más de la cuenta a militares y empresarios” y priorizar los acuerdos con la derecha “traicionando el programa que ellos mismos habían comprometido” y que eso derivó en una “colonización del empresariado hacia la política cuando decidió cerrar los ojos a las privatizaciones”.

La crítica ética y moral a la Concertación ha sido desde siempre el pilar fundamental de la identidad del Frente Amplio en la consecución de su objetivo estratégico de hegemonizar a la izquierda desplazando al denominado Socialismo Democrático.

Pero el proyecto refundacional de la extrema izquierda sufrió un traspiés con la derrota en la primera vuelta obligando a Boric a cambiar radicalmente su discurso en busca del apoyo y aval de la ex Concertación, a quienes integró al gobierno.

Es cierto que el desempeño de Jackson ha resultado decepcionante y que logró lo que parecía imposible: arrebatarle el cetro de la incompetencia a la ministra del Interior dejando al gabinete con sus dos ministros más relevantes prácticamente en la interdicción.

Los bonos de Jackson venían a la baja hace tiempo por su muy mala relación con los parlamentarios de todas las bancadas, reiterados fracasos legislativos y sobre todo por haberse lavado las manos en la defenestración del Senado, lo que los senadores socialistas no le perdonarán jamás.

Pero la comedia de equivocaciones y errores permea a todo el gobierno, incluyendo al Presidente. Como decía Mao, cuando la temperatura es la correcta una chispa puede incendiar un bosque. Fue justamente lo que sucedió con la entrevista de Jackson dada a través de una plataforma digital y que, en un gobierno coherente, seguro de sí mismo y ordenado habría pasado totalmente desapercibida. A ratos parece que el Gobierno se rige por la Ley de Murphy que dice que si algo puede salir mal, saldrá.

Transcurridos apenas seis meses de asumir el Gobierno atraviesa por su peor momento y priman las peleas, las rencillas y las deslealtades. Todo eso en medio de un proceso electoral, lo que podría estar causando daño irreparable a la opción del apruebo, vital para la continuidad del régimen. El encono obedece a la frustración y amargura entre sus partidarios que ven con preocupación como su proyecto político está haciendo agua, incluyendo la nueva constitución.

No debe ser nada fácil para Boric releer el párrafo de su carta en la que le reprocha al expresidente Aylwin la frase “en la medida de lo posible” a la que le adjudica ser el origen de todos los males del “Chile que desde entonces nos tocó vivir”; y comprobar en carne propia que el “viejo líder” no estaba tan equivocado después de todo.

Por su parte, Giorgio Jackson debería escuchar más a su mentor Iñigo Errejón uno de los fundadores de Podemos quien ironizando sobre la superioridad moral de la izquierda, advierte sobre la grandilocuencia y soberbia discursiva y falta de conexión entre esa firmeza en los planteamientos y su traducción real.

“Uno no puede caminar y hablar como Napoleón sin que sea necesario haber ganado una sola batalla”, dice Errejón, quien denuncia que hay una considerable rigidez a la hora de llegar a acuerdos y compromisos o adaptarse a situaciones cambiantes, porque se piensan dueños de la verdad con la que “no es lícito transaccionar ni ser flexible”, que el “moralismo” ha dado lugar en la historia de las izquierdas al sectarismo.

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