Entre el 24 y 26 de febrero se realizó el Encuentro Internacional Feminista organizado por la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, en el que participó la pareja del presidente Boric Irina Karamanos. Junto a ella, en el acto de cierre del encuentro, estaba la antropóloga feminista argentina Rita Laura Segato y la propia ministra Montero.
En ese ambiente de confianza, rodeadas de modernas valkirias, como decía Gabriela Mistral refiriéndose a los encuentros feministas que se desarrollaban en sus tiempos, Karamanos explicó a la audiencia por qué en su país, a pesar de tener un gobierno en la vanguardia del progresismo y del feminismo mundial, una inmensa mayoría de chilenos y chilenas, de todas las edades, de todas las regiones y comunas, de todas las clases sociales, de todas las etnias originarias, rechazaron la propuesta constitucional que hizo suya el gobierno.
A su juicio, y contraviniendo el discurso oficial post plebiscito que afirma que “hemos escuchado la voz del pueblo”, Karamanos sostuvo que “las campañas de miedo, de odio, de fomento a la discriminación de ciertos grupos. La no respuesta, el permanente levantamiento de barreras para no seguir avanzando en derechos, pero también la amenaza de que te van a quitar lo que tienes es algo que en Chile generó el éxito del Rechazo en el plebiscito. Es decir, una campaña del terror.”
Es cierto que Irina Karamanos tiene todo el derecho del mundo a pensar y decir lo que quiera. De hecho dejó el cargo de “primera dama” recuperando su libertad y su militancia feminista. Pero igualmente cuesta creer tanta sinceridad en una persona que a pesar de haber dimitido, sigue siendo un referente del gobierno de su pareja.
Y es que la verdad es que en su entorno siguen convencidos de las bondades de la propuesta constitucional rechazada, de su propia superioridad moral y de la estupidez de los chilenos que se dejan engañar masivamente por una “campaña del terror” (tendría que saber que las campañas del terror en Chile nunca han sido exitosas: ni la que se hizo contra Allende en 1970 ni la de Pinochet en 1988). En vez de valorar los consensos y la continuidad del proceso constitucional, ha preferido rumiar el fracaso de la izquierda radical.
Contrasta el mensaje de Karamanos con la actitud del presidente. Boric ha interpretado de diferentes maneras lo ocurrido el 4 de septiembre: “un traspié democráticamente ejecutado” dijo en México. “Recojo con humildad este mensaje y lo hago propio”, dijo el día siguiente. “Un gobierno no puede sentirse derrotado cuando el pueblo se pronuncia”, dijo en Naciones Unidas. Y lo más relevante, el presidente modificó el equipo político de su gobierno encargándole la conducción a personas más experimentadas del socialismo democrático, que están lejos de la lectura de victimización que enarboló Karamanos en Madrid.
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